DANTE
― ¡Es mejor que hables de una puta vez! ―grite sin importarme quienes estuvieran a mi alrededor. De igual manera todos eran mis soldados.
Me pare a escasa distancia el individuo que estaba amordazado en una silla mientras Iván sumergía su asquerosa cabeza en un contenedor grande de agua.
―Sera mejor que sueltes toda la mierda que tengas o aquí mismo acabare contigo ―amenaza Iván ― ¿Me has oído?
―No, hermano ―me dirijo a Iván ―Él es mío, solo dejare que te diviertas por un rato.
― ¡Mierda! Tenía tantas ganas de hacer esto ―dijo, ahogando de nuevo al tipo en el contenedor.
― No sab
LILLIEEl temor volvió a mí, y ahora no solo temblaba de frio, sino también de pánico. Bruno, ese desgraciado. Maldigo el día que lo conocí en la casa de mi padre, desde ahí comenzó mi sentencia de muerte y yo sin saber que me deparaba la vida. Al principio estaba segura de que la causa de todo esto había sido porque era la hija del líder de la mafia Alemana, pero después arme cabos e ideas que tenía en la mente y recordé que se apellidaba igual que Dante, pero no estaba informada de que fuera su enemigo. ¿Cómo es posible que alguien de tu familia sea tu rival y te haga daño?No entendía eso, mas bien seguía sin comprender el mundo de la mafia. Recuerdo que una vez dijo Mika que la naturaleza de ellos era matar, controlar todo a su paso y
LILLIEEstaba lista, decidida y preparada para escapar de este horrible lugar. Tome en mis manos el único abrigo que me habían dado en este sitio cuando llegamos, no me iba ir sin el aunque no quisiera nada de ellos, pero no podía salir así. Las temperaturas eran demasiado bajar, tanto que hasta podría morir congela allí afuera y nadie se daría cuenta.El lugar era demasiado grande, podría decir que era un castillo entre la nieve. Habías pasillos y puertas por todos lados como un laberinto. Nunca anduve vagando por el corredor, no lo tenía permitido, no me dejaban sola en ningún momento, solo cuando iba al baño o estaba en la alcoba.Era difícil salir de aquí y escapar, con un gigante lleno de músculos vigilando fuera de mi p
DANTE―Tres putos meses ―gruñí exasperado, dándole un puño cerrado a la pared más cercana.Habían pasado Tres meses de cuando se la llevaron, alejándola de mí. No he logrado conseguir información para entrar a ese maldito lugar, pero aun seguía esperando la ayuda de ese contacto en Rusia.Desgraciadamente en esto momentos era como si estuviera atado de pies y manos, no podía moverme y volver a Rusia.―No queda mas que seguir esperando. Mientras tanto te necesitamos aquí, mas Edgardo e Iván ―explico Leo.Edgardo había caído enfermo, y ahora se encontraba en cama recuperándose. Después del infarto que vivo hace una semana a causa de la noticia que recibió.
LILLIEDesperté con un intenso dolor de cabeza, pero no le tome importancia porque ahí no era donde estaba preocupada. Mi vientre seguía dolorido, sentía unas punzadas fuertes, como un desgarre y eso me tenía mareada y confundida.Antes de abrir mis ojos, escuche unas voces extrañas muy cercas de donde me encontraba recostada. Probablemente eran las mismas que anteriormente había oído, no las entendía ya que hablaban en un idioma distinto al mío.Lentamente abrí los ojos, ya que sentía que mis parparos pesaban. Parpadee varias veces para acostumbrarlos a la luz repentina que golpeaba en mi rostro. Cuando lo logre y enfoque la mirada mire a mi alrededor. Un joven de complexión delgada y pecoso me miraba como experimento.
DANTE― ¡Demonios! Dije que no ―mascullo. Maldito viejo, maldigo. Tenía horas discutiendo con Lionel por el mismo asunto ―Di la orden de que no quiero malditos estorbos en mi camino.―Tu a mí no me das órdenes, Diablo. O acaso has olvidado quien soy, y no solo porque sea el padre de tu esposa.―Da igual si así fueras el rey de Alemania. Aquí el que da las órdenes soy yo, tú solo eres uno más del montón.El viejo me aniquila con su mirada y yo solo le muestro una sonrisa arrogante. Él no iba a venir a mi territorio a decirme que hacer y que no, para mí no era nadie y no iba a dar órdenes, mucho menos a mí.Tenía apenas un mes que había salido del hospital y ya quería v
DANTE―Quiero que busquen por mar y tierra en todos los rincones, que ningún lugar haga falta ―grito las ordenes a mis soldados ―Y no regresen hasta que hallan conseguido lo que les ordene. Mientras tanto seguirán buscando hasta traerme a mis hijos.No tenía mucha información de su extravió, aun así mande varios hombres a todos lados del mundo a buscarlos. Debían aparecer, nadie iba a rebatármelos y quitarme a mi familia. Leo me dijo algo que Lilli le había dicho antes de desmayarse, ella no estaba en condición de hablar o pensar algo así, tampoco quería preocuparla más, suficiente tenía ya con el secuestro que vivió y la perdida de nuestros hijos.Desde que volvimos a Italia a dormido todo el tiempo, la fiebre bajo pero seguía un poco mal. Des
LILLIELa distancia, siempre la distancia nos separaba. Sé que no estaba completa en estos momentos para estar con él, no podía reclamarle nada y menos porque haya ido hacer lo que le pedí que hiciera. Aun así estaba un poco molesta, ya que le dije que juntos lo haríamos, y ahora se había ido, me había dejado otra vez.Me sentía vacía, incompleta… tenerlos y luego perderlos, eso… me ha destrozado, y ahora temo perder de nuevo a Dante. Que se canse y encuentre consuelo en alguien más, lo conozco, y sé que es un hombre fogoso y feroz, no existiría mucho tiempo sin el calor y el deseo carnal. Y eso me preocupa.―Solo confía en él, pronto estará de vuelta con nuevas noticias ―dijo Mika ―Ya verás ―se colocó a mi lado.
DANTEEn este tiempo me puso a pensar en todos los momentos buenos y malos que han trascurrido por mi vida en estos años. Pero ninguno de esos me había dejado tan abatido como la situación que estaba viviendo ahora. El perder a un hijo.La única fuerza que tenía era mi pequeña Fiera, haberla recuperado y tenerla de nuevo a mi lado eso me daba fortaleza, una que pensé que perdería en cualquier momento si no la volvería a ver. Ahora solo podía pensar en ella, en lo perfecta que era para mí, que juntos éramos más que perfectos, ya que separados dejaba el infierno solo ardería más. Ella había llegado a mi infierno a desatarlo mucho más, pero era un placer que desee desde que la mire por primera vez, y ahora era mi completa felicidad, una que nunca creí conocer.