Tiempo atrás.
D A N T E
Estoy impaciente y listo para darle un puñetazo a la pared a casi nada de perder el poco control que me queda.
Otra semana más tuve que aguantar, no se porque tuve que hacer caso a Edgardo, cuando dijo que esperara más tiempo.
Ese hijo de puta e infeliz tenía a mi mujer y no podía seguir esperando sentado, tenía que hacer algo.
—No puedo seguir esperando, debo ir por ella — me levanté del sillón, frustrado y desesperado, a punto de perder la cordura.
Comencé a aflojarme los primeros botones de mi camisa mientras caminaba de un lado a otro, sentía asfixiarme. Habíamos llegado a Rusia hace apenas un par de horas y ya me sentía como un León enjaulado.
No acostumbraba venir a Rusia, ya que es territorio enemigo y nunca se las pondría fácil para que me hallarán. Pero la ventaja que tengo es el refugio bien escondido que mantengo en este país, cosa que no sería tarea sencilla para los malditos rusos si se enteraran de mí presencia por estos rumbos.
—No podemos ir así como así, es arriesgado, más para ella —anuncia Edgardo —Esto lo debemos hacer bien.
Edgardo y los chicos me habían acompañado e insistieron en querer ayudar en el rescate, después de que les amenace diciéndoles que si no se quedaban en Sicilia yo mismo los mataría por desobedecer a su jefe, cosa que les valió una jodida.
—Ya hablo el señor correcto y perfecto que siempre hace todo bien —siseo Iván.
No sé que demonios sucedía entre ellos dos, llevaban días así y no tenía idea del porqué. Tampoco me tomé el tiempo de preguntarle, no tenía cabeza para otra cosa que no fuera mi Fiera.
—No es el momento para discusiones, Iván — le reprendió Edgardo.
El rostro de Iván se retorció de rabia, y fulminó a su padre con la mirada, pero no respondió.
¿Qué demonios le sucedía?
—¿Desde cuándo se desprecian así? —pregunté.
Pero ninguno de los dos respondió a mi pregunta, de todos modos no estaba en posición de escuchar esa mierdas que hablan las familias cuando discuten.
No tengo cabeza para otra cosa que no sea para rescatar a mi mujer.
Sonó un golpe en la puerta, una vez que di la orden de que pasará, se abrió y Franco entró.
—Ya envíe el primer equipo al punto que ordeno, jefe —notificó Franco.
Di un ligero asentimiento antes de respirar hondo e irme hacia el pequeño balcón que tenía la habitación.
Inhalé profundamente el aroma de la madrugada mientras mi mirada se perdía en la nada, el clima era muy frio, bastante que hasta cala en los huesos, en Rusia las temperaturas siempre son bajas.
¡¿Qué demonios por que seguía aquí sin hacer nada?! Pase la mano izquierda por mi cabello, repetidas veces. Mi exasperación estaba llegando al límite. Saque mi celular del bolsillo y lo observé. Llevaba viendo el mismo mensaje varias veces desde hace más de dos horas, en cuanto llegó.
Maldito Bruno, el único deseo que tenía en estos momentos era hundir una bala en su puta cabeza. Ya me había jodido toda la vida y seguía haciéndolo, pero ahora con mi mujer y no se lo iba a permitir.
Tiempo atrás le dejé pasar muchas cosas, pero ahora era diferente, esto lo iba a pagar muy caro, en esta ocasión sería con su vida.
Yo era el culpable mayor de lo sucedido, si lo hubiese matado antes nada de esto hubiera pasado, Lillie no estuviera secuestrada, ahora la tendría a mi lado, de donde nunca debieron haberla apartando. Porque conmigo es donde pertenece.
Volví a echarle una mirada al maldito mensaje para leerlo de nuevo.
"En alguna parte de ti debe haber inteligencia y pensaras razonablemente las cosas, y al final la eligiera a ella porque dudo mucho que la quieras ver muerta. Que ironías de la vida, quién lo iba a decir que la misma mujer nos volvería locos. La única diferencia es que yo si podría matarla, cosa que tú no harías. El trato es que la dejé con vida, a cambio de que te entregues y mis hombres me traigan tu cabeza. Piénsalo, te conviene. Tu estarás muerto, pero ella estará viva.
Te dejo las coordenadas del lugar dónde está, el plan es simple y rápido, llegas te entregas y luego a ella la dejó ir sana y salva. No lo pienses tanto, las horas vuelan y el tiempo que te doy corre desde ahora. Que a tu atormentada conciencia lo dejaré si ella muere, Querido primo"—Necesito una puta bebida —gruñí en dirección a Franco que seguía ahí de pie esperando alguna orden. Se movió hacía el pequeño bar y me sirvió un whisky antes de traérmelo. Lo contemplé atentamente el líquido antes de tomar un sorbo. Lo escrute con mis ojos—. ¿Tu les pusiste al tanto?
—No señor —negó de inmediato —El señor Ricci y su hijo se enteraron por otra parte, no por mí.
Conocía la lealtad de Franco, pero con los Ricci no se sabía. Mi amigo era un jodido asesino y a él se le facilitaba amenazar, siempre encontraba el punto débil para hacerlo y salir victorioso. Así que por uno segundo creí que Iván lo había amenazado para obtener información del mensaje.
—Da igual si fue él que aviso o no —comentó Edgardo —Aquí el problema es que no nos dijiste nada y así te ibas a ir. Debemos pensar con la cabeza fría y guiarnos por el plan.
—No puedo esperar a un puto plan —gruñi.
—Quieras o no lo demos hacer. No confío en ese mensaje y tengo el presentimiento de que algo malo pasará.
—Ya esta ocurriendo algo malo, lo demás viene valiendo m****a —masculle.
—Sí, se que su secuestro es algo malo. Pero no puedes avanzar sin tener algo seguro, porque algo me dice que esto es una más sus artimañas, Bruno no nos pondrá facil las cosas en una bandeja de plata.
Podría ser que tuviera razón, aún así no quería seguir esperando.
—Odio decirlo pero tiene razón —continuó Iván —Hay que centrarnos en el plan y una vez este canalizada nuestra estrategia avanzamos y atacamos.
Cómo demonios querían que siguiera esperando, no podía dejar pasar un día más. Ya había pasado otra puta semana y no estaba dispuesto a dejar pasar demasiado tiempo. Quería a mi Fiera, a mi mujer, de nuevo a mi lado y con una jodida iba hacer caer a todos aquellos que me la arrebataron.
Ir a ese lugar ya sea con un plan o sin el, era algo que ni le tomaba importancia, mientras pueda rescatarla que más da si fuera lo último que hago en esta jodida vida, lo que importa es que ella esté a salvo.
LILLIE—Come —ordena el monstruo —O quiere algo en especial mi reina.¿Su reina? Jamás, esta loco si cree que seré suya.No respondo, y solo tomo el cubierto puntiagudo para hincarlo en el filete que estaba servido en mi plato. Debía comer, no porque él me lo haya ordenado, sino por mis bebés que aún crecían en mi vientre y necesitaban nacer sanos y fuertes para soportar cualquier cosa a futuro.Yo más que nadie debía tener fuerzas para protegerlos y salir de este maldito lugar.—Bien, así me gustas más. Obediente y dócil como una pequeña gatita —dijo, mientras me llevo otro bocado a la boca
DANTEHabía ciertas cosas que siempre me había prometido que nunca haría. Estaba rompiendo esa promesa, no es que yo siguiera las reglas pero jamás me entregaría al enemigo con facilidad. Yo nunca pensé flaquear en ese sentido, debía mantener mi reputación y no mostrar ningún punto débil. Pero hoy había llegado el día que conocerían mi puta debilidad, una que ni yo mismo creí que llegaría a tener.Por ella era capaz de hasta arráncame la piel si era necesario de hacerlo, que importaba si me torturaban para después matarme. Pero primero que nada me aseguraría de que ella estuviera a salvo y protegida.Tome el par de armas que se encontraban encima de la mesa que esta junto a la cama. Las encaje en la funda que suel
DANTEEran las tres de la madrugada, había llegado la hora de partir al encuentro donde supuestamente estaba Lillie. Edgardo estaba muy seguro de que era una trapa y aunque Iván estaba molesto con él, también lo apoyo en ese asunto. Pero como a mí me valía una jodida lo que digieran, al final aceptaron ir a ese lugar, con o sin ellos yo me iba a arrojar a la cueva del traidor. Debía asegurarme de que ella no estaba allí, que ya lo sabía. Lo hice porque quería obtener algunas pistas, y este era el motivo por el que iría.Sabía de sobra que con ese maldito no se podía confiar y él también estaba al tanto de que yo no me fiaría con facilidad. Por ello tuve que acceder al método que armo Iván.La idea era enviar tres grupos, en el último irían Leo y Alan e Iván estaba convencido de que quería
DANTE― ¡Es mejor que hables de una puta vez! ―grite sin importarme quienes estuvieran a mi alrededor. De igual manera todos eran mis soldados.Me pare a escasa distancia el individuo que estaba amordazado en una silla mientras Iván sumergía su asquerosa cabeza en un contenedor grande de agua.―Sera mejor que sueltes toda la mierda que tengas o aquí mismo acabare contigo ―amenaza Iván ― ¿Me has oído?―No, hermano ―me dirijo a Iván ―Él es mío, solo dejare que te diviertas por un rato.― ¡Mierda! Tenía tantas ganas de hacer esto ―dijo, ahogando de nuevo al tipo en el contenedor.― No sab
LILLIEEl temor volvió a mí, y ahora no solo temblaba de frio, sino también de pánico. Bruno, ese desgraciado. Maldigo el día que lo conocí en la casa de mi padre, desde ahí comenzó mi sentencia de muerte y yo sin saber que me deparaba la vida. Al principio estaba segura de que la causa de todo esto había sido porque era la hija del líder de la mafia Alemana, pero después arme cabos e ideas que tenía en la mente y recordé que se apellidaba igual que Dante, pero no estaba informada de que fuera su enemigo. ¿Cómo es posible que alguien de tu familia sea tu rival y te haga daño?No entendía eso, mas bien seguía sin comprender el mundo de la mafia. Recuerdo que una vez dijo Mika que la naturaleza de ellos era matar, controlar todo a su paso y
LILLIEEstaba lista, decidida y preparada para escapar de este horrible lugar. Tome en mis manos el único abrigo que me habían dado en este sitio cuando llegamos, no me iba ir sin el aunque no quisiera nada de ellos, pero no podía salir así. Las temperaturas eran demasiado bajar, tanto que hasta podría morir congela allí afuera y nadie se daría cuenta.El lugar era demasiado grande, podría decir que era un castillo entre la nieve. Habías pasillos y puertas por todos lados como un laberinto. Nunca anduve vagando por el corredor, no lo tenía permitido, no me dejaban sola en ningún momento, solo cuando iba al baño o estaba en la alcoba.Era difícil salir de aquí y escapar, con un gigante lleno de músculos vigilando fuera de mi p
DANTE―Tres putos meses ―gruñí exasperado, dándole un puño cerrado a la pared más cercana.Habían pasado Tres meses de cuando se la llevaron, alejándola de mí. No he logrado conseguir información para entrar a ese maldito lugar, pero aun seguía esperando la ayuda de ese contacto en Rusia.Desgraciadamente en esto momentos era como si estuviera atado de pies y manos, no podía moverme y volver a Rusia.―No queda mas que seguir esperando. Mientras tanto te necesitamos aquí, mas Edgardo e Iván ―explico Leo.Edgardo había caído enfermo, y ahora se encontraba en cama recuperándose. Después del infarto que vivo hace una semana a causa de la noticia que recibió.
LILLIEDesperté con un intenso dolor de cabeza, pero no le tome importancia porque ahí no era donde estaba preocupada. Mi vientre seguía dolorido, sentía unas punzadas fuertes, como un desgarre y eso me tenía mareada y confundida.Antes de abrir mis ojos, escuche unas voces extrañas muy cercas de donde me encontraba recostada. Probablemente eran las mismas que anteriormente había oído, no las entendía ya que hablaban en un idioma distinto al mío.Lentamente abrí los ojos, ya que sentía que mis parparos pesaban. Parpadee varias veces para acostumbrarlos a la luz repentina que golpeaba en mi rostro. Cuando lo logre y enfoque la mirada mire a mi alrededor. Un joven de complexión delgada y pecoso me miraba como experimento.