Cuando Mateo se despojó de su ropa Macarena pudo observar en todo su esplendor a su jefe, y no entendía, porque él hacía algo como eso, estaba segura de que cientos de mujeres morirían y matarían para estar con él, ¿por qué debía aprovecharse de su necesidad? salió de sus cavilaciones cuando Mateo le quito de forma lenta y suave la falda que en ese momento se encontraba toda arrugada en su cadera y le quito los zapatos, ahora si ambos estaban desnudos.
— ¿En qué piensas? — dijo de manera ronca mientras volvía a recostarla, como si de una muñeca se tratara.
— ¿Por qué yo? — indago de forma agitada ya que Mateo ingreso dos dedos en su vagina.
— Con el tiempo lo sabrás. — respondió quitando sus dedos y colocándose entre sus piernas.
Tomo sus labios una vez más, pero ya la paciencia y dulzura no estaban, ¿cómo podía ser que ella no se diera cuenta que la amaba? la penetro de una estocada rápida y fuerte y ella reacciono.
—¡Espera! — trato de detenerlo llena de miedo.
— ¿Qué? — el enfado cubrió su voz, había esperado tres años este momento.
— No estas usando condón.
— No pienso venirme dentro. — y sin darle oportunidad de preguntar nada más, comenzó a envestirla de forma casi animal, lo disfrutaba, era lo más exquisito que había probado, hundirse en Macarena, quien gemía y se retorcía, por más que no quisiera admitirlo, lo estaba disfrutando, su cuerpo lo necesitaba.
— Mateo… Dios… Mateo. — no pudo evitar llamarlo estaba a punto de dejarse ir, y el hombre disfruto sentir como sus paredes comenzaban a apretar todo su falo, cuando la sintió temblar no pudo contenerse, estaba en el límite, por lo que salió de ella en el preciso momento que su semen salía en chorros, blanco, espeso y cálido cayendo sobre el vientre moreno de Macarena.
— ¿Qué sucede? — pregunto a un agitado al ver la cara de sorpresa y vergüenza de la latina.
— Nada. — dijo en un susurro, también le costaba respirar, no creía que hubiese gritado el nombre de su jefe y menos que sus caderas habían seguido el compás de las embestidas.
— Por tu cara me doy cuenta de que nunca tocaste el semen. — dijo casi con burla y ella enrojeció aún más. — ¿Con que clase de perdedores has estado Maca? — su voz era sensual y al momento tomo su mano la llevo hasta el vientre obligándola a pasarla por allí esparciendo su semen, por casi todo su cuerpo, tratando de marcarla. — ¿Qué sientes? — dijo analizando cada uno de sus gestos, era un experto en analizar a las personas.
— Es…caliente y pegajoso. — dijo moviendo sus dedos, con un poco de diversión.
— ¿Qué haces? — pregunto sorprendido cuando la joven llevo su mano y la paso por su pecho fornido.
— No tengo ni la más mínima idea. — esa era la verdad, por un momento efímero Macarena se había olvidado de todo, y solo se sintió relajada y un poco divertida, tres años sin sexo es mucho tiempo, tanto como para perder la cordura.
— Me gusta esta Macarena. — dijo sonriendo, Mateo Zabet sonreía, quien lo diría pensó la joven. — Ven.
— ¿A dónde?
— Vamos a limpiarnos, una ducha y continuamos. — dijo con los ojos oscurecidos de deseo.
— No, no puedo quedarme más tiempo. — respondió con preocupación.
— ¿Qué? — Mateo estaba a punto de ir por el contrato y leerle punto por punto.
— Le prometo señor que estaré disponible cada vez que usted lo requiera, pero esta semana necesito llegar a casa temprano, vivo con mi hermano menor y… — Mateo levanto su mano para que guarde silencio, había aplacado su furia con el solo hecho de decirle que estaría disponible siempre para él.
— De acuerdo Maca, solo por esta semana, aun así, ven, vamos a ducharnos.
Macarena miraba con asombro a su jefe, el mismo que ahora la llevaba cargando con la promesa de tomar un baño juntos, mientras se preguntaba donde se había metido realmente y que es lo que este demonio quería de ella.
Años atrás.
Stefano Zabet, conducía su vehículo a toda velocidad y sin importarle las señales de tránsito, había viajado a Nueva York, su hermana Victoria había sido herida en medio de una discusión entre el mafioso italiano que se casaría con la joven y su primo Hades, mejor conocido como el ángel de la muerte, debía estar feliz, ya que una de sus mitades como se llamaban entre los quintillizos estaba muy bien, se había recuperado y el embarazo le sentaba de maravilla, pero no podía sentirse completamente bien, el estar lejos de Macarena lo enloquecía y sumado a los mensajes que Arkady le enviaba, dando a entender que su latina se la estaba pasando muy bien en su ausencia lo habían llevado a consumir cualquier tipo de drogas que le ofrecieran con la promesa de relajarlo, pero nada funcionaba, su mente solo le gritaba que Macarena se estaba burlando de él.
Llego a la mansión de sus padres y apenas vio que su hermana mayor Zafiro estaba allí hablo.
— Regreso a Rusia, ¿ustedes que harán? —dijo Stefano entrando en la mansión y sin preguntar a que se debían las risas o el nerviosismo que flotaba en el ambiente.
— Mmm, creo que también no iremos, ¿sucede algo? — Zafiro había notado raro a su hermano estos días, pero creía que era por Vicky, ya que eran quintillizos y siempre tenían ese tipo de conexión, si uno estaba nervioso, le afectaba a los otros cuatro de diferente manera.
— No, nada. — antes de que diera un paso más Victoria lo tomo del brazo, el joven justo caminaba por su lado, Victoria era ciega, pero eso nunca fue un problema para ella, sabía muy bien cuando algo les sucedía a sus hermanos, no necesitaba la vista para ello.
— ¿Qué m****a estás haciendo? — enfado, dolor, decepción, todo eso en un par de palabras y la sala quedo en silencio. Vicky olía el mismo aroma que Alessandro tenía aquel día que la había violado, sabía lo que significaba.
— Nada que a ti o a los demás les importe. — Stefano no era el mismo, Neri y Alessandro se dieron cuenta de porqué, pero no fueron los únicos, Vicky lo volvió a tomar del brazo y Stefano hizo lo impensable, quiso golpearla, pero antes de que pudiera hacerlo, Fabrizzio, el fiel empleado de Alessandro y ahora de Vicky tomo su mano y aplico una llave, dejándolo en el piso.
— Stefano. — la voz de Candy, su madre, tembló al ver aquello y Amir no tardó mucho en aparecer.
— ¿Qué rayos pasa? — pregunto el patriarca al ver la conmoción que había en la sala.
— Esta drogado. — los ojos de Victoria se llenaron de lágrimas al decir aquello, podría ser que esta joven sea una CAUTIVA DE AMOR, del jefe de la mafia siciliana, pero eso no quería decir que estuviera preparada para que sus hermanos consumieran alguna sustancia.
— ¡Cállate! — Stefano jamás se había comportado de ese modo y mucho menos había ingerido ninguna sustancia.
— Es por ella ¿verdad? — Victoria no se callaría, ella debía ayudarlo.
— Matt, llévalo al cuarto. — Matt y Neri se encargaron de tranquilizar a Stefano, mientras que Victoria decía su suposición.
— ¿Qué es lo que sabes? — Zafiro debía indagar, de más estaba decir que apenas pusieran un pie en Rusia ella se encargaría de ayudar a su hermano.
— Está saliendo con una chica, Macarena se llama, pero él… es demasiado intenso, la está perdiendo, ya saben cómo es Stefano y ella no logra entender que Stefano es de carácter fuerte y un poco celoso. — trato de justificar el actuar de su hermano.
— Disculpa que me meta cariño. — dijo con voz dulce Alessandro, no quería tener de enemigos a la familia de sus mujer, menos ahora que lo estaban aceptando y poco a poco olvidaban el hecho de que él la había secuestrado, pero tampoco podía pasar por alto ciertas cosas. — Si tu hermano cela a esa joven la mitad de lo que te celaba a ti, eso no es ser intenso, y si el hecho de estar lejos de ella le genera consumir drogas para controlarse… esto es peligroso. — termino diciendo lo que sabía, no por nada era la sombra de Italia.
— Claro, vamos a escuchar a un maniático que te secuestro y luego cambio su físico para engañarte. — Ámbar jamás le perdonaría a este hombre el hecho de llevarse a su hermana, su mitad, su conciencia.
— Pues veras, si hay una diferencia, Alessandro lastimo a Vicky… perdón, pero eso ya lo saben fue el motivo por qué Hades te disparo. — aclaro Fabrizzio al ver como todos observaba de mala manera a Alessandro. — Como les decía, Alessandro consumía por el tipo de vida que lleva, ser el jefe de la mafia Siciliana tiene su costo, fue por eso que lastimo a la jefa, estaba drogado, pero desde ese día él jamás volvió a consumir, el hecho de saber que la había lastimado por no estar consciente de lo que hacía fue incentivo suficiente, luego hizo lo demás por amor, para recuperarla, amor mezclado con miedo a perderla, pero tu hermano está en reversa, él ya la tiene, Victoria dijo que es su novia, y si no puede controlar su ira y celos, todo terminara mal, muy mal.
Fabrizzio decía la verdad, todo terminaría mal y a pesar de las advertencias de Zafiro y su cuñado Neri, Stefano no escucho razones, apenas puso un pie en Rusia fue al departamento de su latina.
— Amor. — dijo Macarena al abrir la puerta de su diminuto cuarto.
— ¿Amor? ¿En verdad lo soy? — Stefano ingreso buscando algo, pero no había nada que encontrar.
— ¿Qué carajo te sucede? ¡Desapareces nuevamente por semanas, alegando tener problemas familiares los cuales no me cuentas, no eres capaz de llamarme y menos atender mi llamadas y llegas diciendo idioteces! ¡¿crees que siempre te esperare?! — le reprocho empujándolo con la clara intención de echarlo de su diminuto departamento y eso fue todo lo que Stefano necesito para dejar salir la furia que llevaba dentro.
La tomo tan fuerte del brazo que casi la levanto en el aire.
— ¡¿Qué haces?! ¡Suéltame me lastimas! — acompañado de su pedido fue la bofetada que dejo en la mejilla del más alto de todos los Zabet y la cual resonó en el lugar, Stefano había llegado a su límite, estaba furioso, pero descargaría su ira de otra forma.
La levanto en el aire obligándola a envolver sus piernas en la cintura de él y comenzó a besarla de manera exigente, casi sin darle oportunidad a respirar, el enfado de la morena fue sustituido por excitación, estaba en sus días de ovulación, lo que provocaba que estuviera más sensible a los estímulos, pero no tenía como saber aquello, a Macarena nunca se le dio el sacar cuentas, era muy despistada en ese sentido.
— Stefano. — dijo en un gemido refregándose como una gatita en el pecho ancho y fornido del joven, el cual dejo atrás su enfado para darle lugar a la lujuria que estaba sintiendo en ese momento al verla tan deseosa de él.
— ¡Ay Morena! eres capaz de provocar tantas cosas en mí, que me volverás loco. — respondió al tiempo que ambos caían en la pequeña cama de la joven.
Stefano realmente estaba perdiendo la cabeza por esa morena, a tal punto que parecía más un animal salvaje que una persona, pero Macarena no se quedaba atrás, ella lo amaba, lo deseaba, estaba perdidamente enamorada de ese hombre posesivo y sumamente celoso, la hacía sentir especial, en un lugar donde siempre la miraban como que no valiera nada, él la hacía sentir todo, se desnudaron sin importar hacer saltar los botones de sus prendar, sin miedos por parte de ninguno de los dos, ya que para Stefano esta también sería la primera vez en estar con alguien, siempre había preparado y buscado el mejor lugar para hacer el amor con su latina, sin embargo cada vez que alquilaba una habitación de algún hotel de cinco estrellas o incluso luego, cuando su hermana Victoria regreso a Nueva York y él al fin la levo a su departamento, siempre sucedía algo que los interrumpía, pero en este momento solo eran ellos dos. Un descuido de Stefano lo llevo a cometer el error que comete la mayoría, al abrir el envoltorio del condón con los dientes lo rompió, no traía más, y no pensaba preguntarle a Macarena si tenía o no, sabía muy bien que si ella no tenía el momento se esfumaría, Macarena bajo ningún motivo se dejaría hacer sin condón, no quería hijos, no ahora que estaba abocada a sus estudios, por lo que simplemente dejo el condón a un lado, aprovechando que la joven tenía sus ojos cerrados del mismo placer que sentía de ser tocado por él.
Esa tarde le hizo el amor, maravillándose por el hermoso cuerpo que su novia tenia, sus pechos eran grandes, al igual que su cadera, la que resaltaba más gracias a su pequeña cintura, ver como sus pechos se bamboleaban con cada embestida, provoco a que los chupara y mordiera, ocasionando que los gemidos de Maca aumentaran, hasta que comenzó a sentir como se estremecía bajo de él, Macarena había llegado a su primer orgasmo y Stefano no tardo en seguirla, todo parecía estar de maravilla, fue astuto al tomar el condón y fingir que se lo quito, luego de tomar un baño y ordenar un poco el pequeño lugar, se estaban preparando para salir a beber algo, pero unos golpes en la puerta los interrumpió.
— Hola Maca. — saludo el joven apenas la puerta se abrió, pero no era Macarena, era Stefano quien lo miraba con cara de asesino, Damián se había hecho buen amigo de la latina, luego de tener que hacer un trabajo juntos descubrió que tanto él como su grupo de amigos, habían actuado como unos estúpidos, la latina era simpática y una buena compañera.
— ¿Qué rayos haces aquí? — Stefano recordó que Arkady le dijo que su latina había estado saliendo a fiestas acompañada por diversos hombres, lo que Arkady le oculto que también iban las novias de dichos jóvenes.
— Venia por Maca para salir… — Stefano no espero a que el joven terminara de hablar y lo golpeo, lo que provocó que Macarena saliera a toda prisa al pasillo a ver lo que sucedía.
— ¡Stefano! ¡¿Qué rayos haces?! ¡déjalo! — la joven trato de que su novio dejara de golpear a su amigo, pero lo único que consiguió fue que Stefano liberara su enojo en ella.
— ¡No eres más que una puta! — dijo al tiempo que le dio un golpe de puño que la lanzo al piso casi perdiendo el conocimiento, pero Stefano estaba segado por lo que no fue suficiente y la levanto del cuello para volver a golpearla, pero Macarena ya no estaba sola, ya no era una mosca en la leche, ahora tenía amigos, el grupo de Damián al ver que tardaba en bajar decidieron subir por sus amigos y al ver tal escena los nueve muchachos, cinco jóvenes y cuatro mujeres se fueron sobre Stefano, quien recibía por primera vez en la vida, una verdadera golpiza y por primera vez, Macarena veía a su Ángel de la guarda como un demonio.
Stefano al fin había tocado fondo, decidió pedir la ayuda de su hermana Zafiro, quien estaba más que feliz de que lo golpearan por ser un idiota que se atrevió a pegarle a una mujer.
Lo primero que le pidieron al ingresar al grupo de manejo de ira fue que se alejara de cualquier detonante, aun si este era su novia, solo hasta que aprendiera a manejar sus emociones, así lo hizo, desde ese día solo se dedicó a observarla a la distancia, se tomaría el tiempo necesario para controlarse y luego trataría de arreglar todo con la joven, pero cada día la veía más unida al grupo de Damián en especial a su compañero Milco, por lo que comenzó a salir con una joven rusa, rompiendo el corazón de esa forma el corazón Macarena.
Hades había regresado a Nueva York, era su deber estar con su familia en este momento, su padre fue un famoso asesino conocido como el ángel de la muerte y su madre como la susurradora, jamás en la historia existió una pareja tan letal como ellos, y Hades era su único heredero, la primera vez que mato y cuando adopto el apodo de su padre fue para defender a Rosita, este joven apenas tenía 18 años cuando mato por primera vez y aprendió que siempre que el muerto fuera culpable, su conciencia estaba tranquila, pero ahora no se sentía bien, su último trabajo salió mal, acabar con un conocido narcotraficante parecía tarea fácil, sin embargo hubo un daño colateral, dos inocentes en la línea de fuego y Hades Ángel con 28 años al fin supo lo que era sentir culpa, el encontrar a Macarena ese día en el aeropuerto fue lo mismo que encontrar un faro en medio de una tormenta, al principio la vio como lo que era, una joven sola, embarazada y con una gran responsabilidad sobre sus hombros, pero ahor
Macarena ingreso al hospital central, estaba agotada, hacia tres años que no tenía sexo y menos en una situación como la que acaba de tener con su jefe, y fue en ese momento donde sus pies detuvieron la marcha.— Tuve sexo con Mateo Zabet. — susurro, solo para ver si el hecho de escucharse ella misma decirlo en voz alta, le diera más veracidad a lo que acababa de hacer.— Maca. — Diego la llamo desde el otro extremo del pasillo y solo le basto con ver el rostro de su hermano para que sus pies comenzaran a moverse, aún más rápido de lo que había ingresado al hospital y haciendo desaparecer en un segundo cualquier fatiga de su cuerpo.— ¿Qué paso? ¿Por qué tienes esa cara? ¿Algo le sucedió a Alma? — las palabras fueron dichas a una velocidad inigualables, la desesperación recorría su cuerpo y una vez más sentía que caería, ya no sabía de donde sacaba fuerzas, ni ella comprendía como podía seguir de pie, no era solo por el sexo, ni el esfuerzo de ir de un lado para el otro en la enorme e
Valentina Constantini se había convertido en la mejor amiga de Hades, algo raro teniendo en cuenta que el hombre estaba próximo a cumplir 30 años y la joven solo tenía la mitad de su edad, aun así, en esa adolescente el mayor encontró la paz, que necesitaba, o eso creyó.— ¿Qué mierda es eso? — dijo sin poder creer lo que la joven llevaba en su mano.— Mi regalo, directo de China, mi abuelito consiguió que el tigre blanco me regalara una de sus mascotas, ¿no es linda?— Es un maldito tigre Tina.— Lo sé, aunque debes ver la boa constructora que la emperatriz le dio a Donato, aunque nada se compara a mi Alma. — el corazón de Hades sufrió una sacudida al escuchar ese nombre.— ¿Qué? ¿Cómo lo llamaste?— La, es una niña y le puse Alma. — la pequeña sabia jugar bien sus cartas, a lo largo de los años, capa a capa fue descubriendo la mente del asesino y con ella su corazón, sabia por boca de este que Alma era uno de los nombres que su hermana, la difunta Dulce, había escogido para ponerle
Hades estaba en su cuarto, ese mismo que usaba como base de operaciones, dos años sin verla, dos años pensando en ella y en lo que pudo ser y no fue. Como cada noche tomo la foto de la latina que amaba, paso su mano por ella, deseando que se materializara en aquella habitación, a su lado, pero nada sucedió, poco a poco sus ojos se cerraron, su respiración disminuyó, al igual que los latidos de su corazón, piensa en ella, se dijo entre la conciencia y el mundo que Morfeo manejaba, hizo lo que pudo, para recordarla, para sentirla una vez más, para soñarla.— Hades, ¿A dónde iremos? — su voz sonaba agitada y no era para menos, estaba asustada.— Tomaremos un vuelo a Nuevo México, Ciudad Juárez ya no es segura para nosotros.— No podemos irnos de aquí, mis padres están enterrados en este lugar, nuestra vida… — Diego al fin hablo, no lo había hecho desde que vio el cuerpo de Ezequiel tendido en el patio trasero de su hogar.— ¿De qué vida hablas Diego? ¿Qué vida cree que te quede cuand
Valentina acababa de mostrarle su tigre a Stefano, el cual le había suplicado que lo mantuviera lejos de él, si fuera por el rubio hubiera salido corriendo de la habitación, pero aún se estaba recuperando del disparo que una semana atrás le habían dado en aquella pelea clandestina y de lo cual todos sabían solo que Stefano había perdido el control, como hacía años no le sucedía. Ahora la futura reina de Chicago se encontraba en uno de los sofás de la gran mansión de los Zabet- Ángel, formando parte de algo trascendental, Hades al fin hablaría con la verdad, luego de años de orbitar a su alrededor, el afamado asesino, al fin hablaría con claridad. — Me enamore de Macarena, ¿y como no hacerlo? — pregunto el rubio y Tina pudo ver el brillo único de sus ojos, amor, eso trasmitía. — Ella es única, realmente única, es dulce, pero fuerte, es tímida, pero valiente, no le gusta la violencia, pero si te tiene que romper la cara lo hará sin dudarlo. — sonreía, Hades sonreía ante el solo recuerdo
— No estoy de acuerdo contigo. — dijo la joven colocándose de pie y viéndolo desde su altura, ya que Mateo aún estaba sentado debajo del árbol.— Y eso está muy mal, solo si haces lo que te digo, tendrán una oportunidad de ganar. — informo con autosuficiencia, deleitándose con la hermosa vista de las piernas de la joven.— Eres un hijo de puta, egocéntrico y narcisista. — rebatió riendo y Mateo trato de recordar que esa mujer venia de un país donde cada dos palabras insultaban a la madre, cuando se comunicaban con “amigos o personas de mucha confianza” eran como cumplidos, era algo arraigado que Eli tenía y él odiaba.— Cuida tu boca morena. — advirtió mientras se ponía de pie.— ¿Y si no quiero? Dime Teo, ¿Qué harás para que la cierre? — y esa era la segunda cosa que enloquecía al joven Zabet, su compañera y única amiga verdadera siempre encontraba la forma de decir las cosas con doble sentido, aunque esto en lugar de molestarlo, lo calentaba, estaba comenzando a sentir cosas por ell
Macarena se mantuvo en silencio todo el viaje, no era un silencio cómodo, claro que no teniendo a su jefe a un lado, quien solo segundos antes había devorado sus labios, hasta dejarla sin aliento, sin embargo, ahora estaba con la vista fija en la carretera, eso estaba bien, se dijo la latina, aunque debía admitir que ese hombre le daba miedo, y no comprendía porqué, quizás era por sus ojos, tan iguales a los de Hades, pero en ellos no encontraba brillo alguno, los ojos de Mateo a pesar de ser celeste cielo, guardaba una oscuridad que la hacía temblar.— La habitación de siempre. — dijo a la recepcionista del lujoso hotel y a Maca las tripas se le revolvieron, se preguntó a cuantas había llevado allí.— ¿Que te sucede? estas demasiado silenciosa. — no le gustaba eso, aunque debía reconocer que no la había escuchado hablar mucho en los pocos encuentros que tuvieron.— ¿Estas limpio? — pregunto en un susurro y Mateo levanto una ceja en su dirección.— ¿Huelo mal? — pregunto confundido, h
Macarena deseaba quedarse un poco más en esa bella tranquilidad que solo los brazos de su hija le proporcionaba, pero debía hacer algo y de forma urgente, fue por ello que luego de desayunar y dejarle una nota a Diego, marcho rumbo a la farmacia, no sabía cómo sentirse luego de leer aquel contrato, si antes creyó que pasar tiempo con Mateo podía ser llevadero, ahora descubría que eso era imposible, ese hombre era un maldito idiota machista y… lo odiaba, si algún día pudiera matar a alguien y continuar su vida como si nada, ese sería Mateo Zabet.— Buen día. — dijo la empleada y Maca hizo el amago de una sonrisa.— Buenos días, yo… necesito la píldora de emergencia. — susurro como si le estuviera solicitando cocaína a la joven frente a ella.— Claro.Nunca había pasado por una situación como esa, siempre había pensado que el sexo era cosa de dos, dos personas disfrutando, pero también cuidándose, aun se preguntaba cómo fue que el preservativo fallo con Stefano, y con Hades… no podía cu