Hades ingreso en la habitación y vio a la única mujer que amaba sobre la faz de la tierra tratar de tomar un vaso con agua, pero sin lograr llegar a el, si tan solo pudiera mover sus piernas y girar en la cama, no habría problema en realizar tal tarea; sin demora alguna fue a su lado y le entrego el vaso, regalándole una sonrisa a la cual Maca respondió.— Gracias. — dijo luego de beber y aclarando su garganta.— No te ves preocupada. — dijo Hades sin comprender porque no estaba llorando, o reclamándole por su condición.— No lo estoy. — respondió tomando su mano y disfrutando de su tacto.— ¿No lo estas? Maca ¿sientes tus piernas? — quizás y los medico se equivocaban, tal vez la recuperación de meses no fuera necesaria, pero solo le basto con ver el mohín que Macarena hizo con su rostro, para saber que todo lo que los doctores le habían dicho era la verdad.— No, no las siento. — confeso con un largo suspiro.— ¿Entonces? — no la comprendía, cualquiera en su caso se hubiera puesto a
Definitivamente nada era color de rosas y Macarena estaba a punto de descubrirlo, dos días después de su primer discusión con Hades, fue llevada a la mansión Zabet y a nadie le importo sus quejas, ni siquiera a su hermano Digo.— Se supone que debes estar de mi lado siempre, somo familia. — reprocho la latina apenas fue dejada en una habitación, muy distinta a la que compartía con Hades hasta ese entonces.— ¿Y piensas que no lo estoy?— Pues no lo veo, te dije que regresáramos a nuestro departamento…— ¿Para qué? Dime genio, como subirás o bajaras del edificio si esa porquería de ascensor ni siquiera funciona, como te moverás por ese diminuto lugar, porque si aún no tomas noción de lo que te espera, deja que te lo informe, ¡tendrás que usar sillas de ruedas Macarena! ¿lo comprendes? ¿o quieres que te lo explique con manzanas?— No me grites Diego que aun puedo partirte la madre así y todo como estoy. — amenazó la joven tratando de tomar cualquier cosa que estuviera a su alcance para
Macarena se removió incomoda bajo la atenta mirada de Hades, sabía que sentir vergüenza en este momento era estúpido, pero no lo podía evitar.— Ve a otro lado. — pidió en un susurro y a Hades se le dio por reír a carcajadas, algo que por supuesto molesto a la latina.— No es divertido. — lo regaño.— No, por supuesto que no, pero es lo que tú has querido. — el reproche suplicaba salir y él solo lo dejo libre, causando el bufido de Maca.— creí que ya estábamos en paz.— Pues no Maca, el hecho que no nos dirijamos la palabra en un par de días, no quiere decir que ya todo esta como si nada, aun debemos hablar…— De nada, no cambiare mi decisión… quiero lavar mis manos. — pidió ahora con suavidad, era odioso depender de alguien, aunque esa persona sea su futuro esposo.— ¿Por qué rayos no llamaste a alguien para que te trajera al baño? — otro reclamo y Hades estaba rompiendo récord.— Tu no estabas y no pienso pedirle a mi hermano o a alguien de tu familia que me ayude a orinar. — el as
Macarena se cuestionaba casi a diario, si la felicidad iba de la mano con la tristeza, y si era así, ¿Cuánto estaba dispuesta a sufrir con tal de ser feliz? Aunque Candy le aseguraba que hay ciertas cosas que nadie puede controlar y que simplemente deben suceder. No era fácil para la morena hablar con la señora Zabet, más porque desde hacía casi cuatro meses Mateo había desaparecido, para Macarena ella estaba relacionada directamente con ese asunto, y ¿Cómo no creerlo? Si incluso Diego la había dejado, pues cuando la latina comenzó a mover sus pies, fue la señal que el menor de los Fernández estaba esperando para tomar distancia y pensar, el solo recordar aquel día, el corazón de Maca se oprimía.— Me marcho. — informo el menor apenas la vio que se podía poner de pie, aunque aún no se arriesgaba a dar pasos porque su vientre abultado de cuatro meses, la desequilibraba al querer caminar.— ¿Cómo que te marchas? ¿de qué hablas? — interrogo confusa.— No puedo seguir bajo el mismo techo
Mateo ingreso a la mansión de sus padres, o mejor dicho al gran jardín que la rodeaba, dejo su descapotable en la entrada principal y se dispuso a recorrer el jardín trasero, se podría decir que la soledad estaba haciendo estragos en su vida, la cual era cada vez más aburrida y solitaria.Se tomo unos minutos para ver la pequeña casa del árbol que una vez fue el lugar donde jugo con sus hermanos, y que ahora era el refugió preferido de sus sobrinos, en especial de los hijos de Hades y Macarena, ya que su hogar estaba a solo unos metros, convirtiendo el jardín trasero de sus padres, en el patio delantero de la pequeña, pero acogedora casa que Hades había construido para su familia.— Tío Mateo ya llego, ahora tendrás con quien jugar al ajedrez. — informo Gabriel Ángel, el ultimo hijo que Macarena había traído al mundo y quien tenía 9 años, apenas asomo su cabeza por la ventana de la casa de madera.— Creo que, siendo hoy el cumpleaños de Baltazar, debería estar recibiendo a sus invitad
Dicen que los años no perdonan a nadie, que el paso del tiempo todo lo calma y lo cura, que no hay mal que dure cien años, eso es lo que dicen, pero Macarena sentía que estaba atrapada en un bucle de tiempo, donde las cosas se repetían una y otra vez, la felicidad y tristeza, al amor y el temor, era un Torbellino que a veces no respetaba orden.La respiración de la morena se agitaba con cada paso que daba entre el enorme viñedo, se suponía que nadie estaría allí, en la finca de LA SANTA, en Sicilia, la boda de su sobrina Alejandra Santoro y Simón Rossi, había llegado a su fin, debían regresar a su hogar, junto con sus hijos, parecía que al fin tendrían un poco de paz, que era lo que merecían, los años habían pasado, sin perdón u olvido para nadie, la alegría de ver a sus hijos crecer y saber defenderse de todo aquel que los quisiera dañar, se vio opacada con la muerte de sus suegros, Matt Ángel y Melody habían dejado de existir, pero su legado perduraría por mucho tempo más, y aunque
Macarena se sentía la mujer más afortunada sobre la faz de la tierra, extrañaría a sus padres y su hermano menor Diego, no tenía duda de ello, pero su futuro dependía de ella, miles de veces sus padres se lo habían dicho, los grandes esfuerzos traen grandes recompensas, estudio hasta casi quemar sus ojos, siempre esforzándose por ser la mejor en todo, y lo consiguió, esta hermosa latina de piel bronceada, casi color caramelo, llego a Rusia con una valija y el alma llena de sueños, cuando sus padres supieron que había conseguido ser becada no se sorprendieron, si alguien podía lograr eso era ella, camino segura de sí misma llamando la atención de varias personas, con su metro cincuenta y siete y su cabello chocolate con unas mechas rojas, gritaba adolescente latina por cada poro, destacaba entre tanta gente blanca, alta y de ojos claros, y fue por eso mismo que pronto descubrió que levantaba suspiros y odio por igual, no llevaba ni dos semanas en aquel lugar, pero le pesaba como una e
Cinco años después:Macarena caminaba bajo el manto de la noche, no había estrellas ni luna que guiaran sus pasos, parecía que incluso el cielo se había olvidado de ella, no estaba segura de lo que estaba a punto de hacer, mejor dicho, no quería ni pensarlo, sentía el frio calar sus huesos, pero no era el clima, eran sus nervios.Decir que su jefe era guapo, era un insulto, Mateo Zabet era hermoso, con un aura imponente, mentiría si dijera que nunca lo vio con interés, pero no era solo por ser su jefe, del momento que Macarena consiguió el trabajo de la chica de los recados quedó impresionada, aquel hombre le hacía recordar tanto a Stefano Neizan, el primer hombre que amo, el primero que la lastimo, el padre de su hija, era ridículo que ella encontrara algún parecido entre ellos, su cabello era lacio y el de Stefano ondulado, Mateo tenía una estatura normal para un hombre fornido, mientras Stefano media casi dos metros la última vez que lo vio, pero había algo en el brillo de sus ojos