Mateo ingreso a la mansión de sus padres, o mejor dicho al gran jardín que la rodeaba, dejo su descapotable en la entrada principal y se dispuso a recorrer el jardín trasero, se podría decir que la soledad estaba haciendo estragos en su vida, la cual era cada vez más aburrida y solitaria.Se tomo unos minutos para ver la pequeña casa del árbol que una vez fue el lugar donde jugo con sus hermanos, y que ahora era el refugió preferido de sus sobrinos, en especial de los hijos de Hades y Macarena, ya que su hogar estaba a solo unos metros, convirtiendo el jardín trasero de sus padres, en el patio delantero de la pequeña, pero acogedora casa que Hades había construido para su familia.— Tío Mateo ya llego, ahora tendrás con quien jugar al ajedrez. — informo Gabriel Ángel, el ultimo hijo que Macarena había traído al mundo y quien tenía 9 años, apenas asomo su cabeza por la ventana de la casa de madera.— Creo que, siendo hoy el cumpleaños de Baltazar, debería estar recibiendo a sus invitad
Dicen que los años no perdonan a nadie, que el paso del tiempo todo lo calma y lo cura, que no hay mal que dure cien años, eso es lo que dicen, pero Macarena sentía que estaba atrapada en un bucle de tiempo, donde las cosas se repetían una y otra vez, la felicidad y tristeza, al amor y el temor, era un Torbellino que a veces no respetaba orden.La respiración de la morena se agitaba con cada paso que daba entre el enorme viñedo, se suponía que nadie estaría allí, en la finca de LA SANTA, en Sicilia, la boda de su sobrina Alejandra Santoro y Simón Rossi, había llegado a su fin, debían regresar a su hogar, junto con sus hijos, parecía que al fin tendrían un poco de paz, que era lo que merecían, los años habían pasado, sin perdón u olvido para nadie, la alegría de ver a sus hijos crecer y saber defenderse de todo aquel que los quisiera dañar, se vio opacada con la muerte de sus suegros, Matt Ángel y Melody habían dejado de existir, pero su legado perduraría por mucho tempo más, y aunque
Macarena se sentía la mujer más afortunada sobre la faz de la tierra, extrañaría a sus padres y su hermano menor Diego, no tenía duda de ello, pero su futuro dependía de ella, miles de veces sus padres se lo habían dicho, los grandes esfuerzos traen grandes recompensas, estudio hasta casi quemar sus ojos, siempre esforzándose por ser la mejor en todo, y lo consiguió, esta hermosa latina de piel bronceada, casi color caramelo, llego a Rusia con una valija y el alma llena de sueños, cuando sus padres supieron que había conseguido ser becada no se sorprendieron, si alguien podía lograr eso era ella, camino segura de sí misma llamando la atención de varias personas, con su metro cincuenta y siete y su cabello chocolate con unas mechas rojas, gritaba adolescente latina por cada poro, destacaba entre tanta gente blanca, alta y de ojos claros, y fue por eso mismo que pronto descubrió que levantaba suspiros y odio por igual, no llevaba ni dos semanas en aquel lugar, pero le pesaba como una e
Cinco años después:Macarena caminaba bajo el manto de la noche, no había estrellas ni luna que guiaran sus pasos, parecía que incluso el cielo se había olvidado de ella, no estaba segura de lo que estaba a punto de hacer, mejor dicho, no quería ni pensarlo, sentía el frio calar sus huesos, pero no era el clima, eran sus nervios.Decir que su jefe era guapo, era un insulto, Mateo Zabet era hermoso, con un aura imponente, mentiría si dijera que nunca lo vio con interés, pero no era solo por ser su jefe, del momento que Macarena consiguió el trabajo de la chica de los recados quedó impresionada, aquel hombre le hacía recordar tanto a Stefano Neizan, el primer hombre que amo, el primero que la lastimo, el padre de su hija, era ridículo que ella encontrara algún parecido entre ellos, su cabello era lacio y el de Stefano ondulado, Mateo tenía una estatura normal para un hombre fornido, mientras Stefano media casi dos metros la última vez que lo vio, pero había algo en el brillo de sus ojos
Meses después— Estaremos bien pequeño, solo dame tiempo a solucionar todo, mamá te cuidara. — Hades jamás había visto a una mujer tan desprotegida como aquella joven, su pecho dolía al ver esa imagen— ¿Sabe del bebé? — la voz de su nuevo amigo la tomó por sorpresa y se giró de inmediato. — El padre… ¿sabe? — aclaro el castaño casi rubio.— No, no me dio tiempo a decirle, él ya tiene a alguien más. — El ángel de la muerte tenía ganas de preguntar quién era y donde estaba, estaba dispuesto a dar sus servicios sin pago alguno. Pero en lugar de eso solo la abrazo, y Macarena se permitió lloran una vez.— Dios, no sé qué me sucede, yo no soy así, soy fuerte, es solo…— Acabas de perder a tus padres y estas embarazada, no es momento de ser fuerte, es tiempo de llorar, sacar todo y seguir adelante. — Hades sabia de eso, si bien sus padres estaban vivos, su hermana menor no lo estaba, Dulce Ángel se había ido dejando un vacío en el corazón de su hermano que creía que jamás llenaría, él me
Cuando Mateo se despojó de su ropa Macarena pudo observar en todo su esplendor a su jefe, y no entendía, porque él hacía algo como eso, estaba segura de que cientos de mujeres morirían y matarían para estar con él, ¿por qué debía aprovecharse de su necesidad? salió de sus cavilaciones cuando Mateo le quito de forma lenta y suave la falda que en ese momento se encontraba toda arrugada en su cadera y le quito los zapatos, ahora si ambos estaban desnudos.— ¿En qué piensas? — dijo de manera ronca mientras volvía a recostarla, como si de una muñeca se tratara.— ¿Por qué yo? — indago de forma agitada ya que Mateo ingreso dos dedos en su vagina.— Con el tiempo lo sabrás. — respondió quitando sus dedos y colocándose entre sus piernas.Tomo sus labios una vez más, pero ya la paciencia y dulzura no estaban, ¿cómo podía ser que ella no se diera cuenta que la amaba? la penetro de una estocada rápida y fuerte y ella reacciono.—¡Espera! — trato de detenerlo llena de miedo.— ¿Qué? — el enfado
Hades había regresado a Nueva York, era su deber estar con su familia en este momento, su padre fue un famoso asesino conocido como el ángel de la muerte y su madre como la susurradora, jamás en la historia existió una pareja tan letal como ellos, y Hades era su único heredero, la primera vez que mato y cuando adopto el apodo de su padre fue para defender a Rosita, este joven apenas tenía 18 años cuando mato por primera vez y aprendió que siempre que el muerto fuera culpable, su conciencia estaba tranquila, pero ahora no se sentía bien, su último trabajo salió mal, acabar con un conocido narcotraficante parecía tarea fácil, sin embargo hubo un daño colateral, dos inocentes en la línea de fuego y Hades Ángel con 28 años al fin supo lo que era sentir culpa, el encontrar a Macarena ese día en el aeropuerto fue lo mismo que encontrar un faro en medio de una tormenta, al principio la vio como lo que era, una joven sola, embarazada y con una gran responsabilidad sobre sus hombros, pero ahor
Macarena ingreso al hospital central, estaba agotada, hacia tres años que no tenía sexo y menos en una situación como la que acaba de tener con su jefe, y fue en ese momento donde sus pies detuvieron la marcha.— Tuve sexo con Mateo Zabet. — susurro, solo para ver si el hecho de escucharse ella misma decirlo en voz alta, le diera más veracidad a lo que acababa de hacer.— Maca. — Diego la llamo desde el otro extremo del pasillo y solo le basto con ver el rostro de su hermano para que sus pies comenzaran a moverse, aún más rápido de lo que había ingresado al hospital y haciendo desaparecer en un segundo cualquier fatiga de su cuerpo.— ¿Qué paso? ¿Por qué tienes esa cara? ¿Algo le sucedió a Alma? — las palabras fueron dichas a una velocidad inigualables, la desesperación recorría su cuerpo y una vez más sentía que caería, ya no sabía de donde sacaba fuerzas, ni ella comprendía como podía seguir de pie, no era solo por el sexo, ni el esfuerzo de ir de un lado para el otro en la enorme e