Londres, un paraíso casi permanentemente nublado, de agradable clima y edificios pintorescos. El Big Ben, que se hallaba a un costado del encantador y majestuoso palacio de Westminster, y también del rio Támesis. Las vistas desde aquel departamento tan costoso, eran maravillosas, teniendo como protagonista a la ya muy antigua torre de reloj, así como al propio Támesis.Un par de copas rebosantes de costoso champagne, chocaban en un nuevo brindis, los señores Bianco, disfrutaban plácidamente de las vistas que les ofrecía su nuevo hogar, del cual ya eran los orgullosos propietarios.—Por un día más en el paraíso. — dijo Giorgia Bianco, dando una mirada llena de picardía a su esposo Armani.Armani sonrió, y brindó con su esposa por otro esplendido día.—Por más días como este. — respondió el hombre chocando copas con su esposa.Ambos se encontraban disfrutando de las mieles que el dinero de Massimo Bensiali les había comprado, sin embargo, ambos sabían que el dinero no sería eterno. Abra
Aquella mañana Aurora caminaba por los pasillos de su universidad; después de un par de placenteros días conociendo a Massimo en plenitud sobre la cama, finalmente era el momento de regresar a su rutinaria vida.—Me alegra mucho tenerla de vuelta, señorita Bianco, aunque quizás debo comenzar a llamarla señora Bensiali. — la saludaba uno de los profesores, quien la recibía animadamente después de su permiso especial para su matrimonio.Todos sus compañeros de clases la miraban casi como si fuera una extraña, y aun cuando nunca había tenido una relación de particular amistad con nadie mas que con Leandro, tampoco había existido, hasta ese momento, un trato descortés. Ahora, sin embargo, todos parecían mirarla con cierto desprecio.Desde su lugar, Leandro Fiore observaba a la muy sonriente Aurora; no parecía la misma que se había casado con Massimo Bensiali, por alguna razón, parecía irradiar cierta belleza y alegría muy distintas a todo lo que en ella había visto… ¿Acaso ella y Massimo
Aquel móvil continuaba vibrando, y la respiración entrecortada de Aurora, mostraba su nerviosismo ante aquel acto tan atrevido; el más atrevido de toda su vida, que estaba haciendo con Massimo en ese elevador.—No contestes, que yo no me voy a detener. — le aclaró Massimo, su respiración todavía era pesada, tenía a Aurora casi expuesta y semi desnuda ante él, jamás se detendría.—Es Leandro…— le dijo ella, y Massimo se molestó, ¿Era por eso el nerviosismo y ansiedad que presentaba?, tensó la mandíbula y la vio molesto.—No contestes, a menos que quieras que escuche como te tomo… — Massimo advirtió mientras colaba una mano bajo su ropa interior y acariciaba la humedad que ya presentaba.Aurora apretó sus ojos y se elevó presionando sus senos desnudos con la tela de su camisa, no logró contener un gemido, apretó con fuerza su móvil que seguía sonando y vibrando en su mano, la misma que se encontró enredada al cuello del rubio, intentando mantenerse inútilmente serena.—Eres un tonto…— l
—Tsk. — Leandro chasqueó molesto, luego de que el numeró de Aurora, nuevamente lo enviaba a buzón.Ella no había respondido ni uno solo de sus mensajes ni sus llamadas, y no podía evitar sentirse frustrado y molesto, ante la indiferencia que la hermosa pelirroja le estaba mostrando. Guardando su móvil, el pelinegro subió a su auto; uno completamente nuevo y lujoso que su padre le había obsequiado recientemente, como un regalo de bienvenida a la familia nuevamente.¿Acaso Aurora en realidad si estaba enamorada de Massimo Bensiali y por ello lo había dejado completamente de lado a él?Negándose a creerlo, arrojó su mochila hacia los asientos traseros, y arrancó con evidente enojo su auto. Aurora no era el tipo de mujer que todos estaban imaginando que era últimamente; una trepadora más del montón que existían en el mundo, que se había casado por mero interés con el magnate multimillonario. Aquello era risible, completamente imposible, y se negaba a creerlo. Sintiendo su enojo incrementa
Massimo vio de medio lado que la puerta se había cerrado, sabiendo bien que Aurora estaba a salvo, y luego volteó a ver a la mujer que también observaba la puerta cerrada, no había perdido de vista a la pelirroja hasta que esta había entrado al departamento.—Se ha puesto bonita, muy linda en realidad…aunque, debo admitir, Aurora Bianco siempre fue muy bella, es una lástima que la belleza no tenga nada que ver con la clase. — dijo Brunella dando una mirada más cargada de desprecio hacia la puerta.—Ella no es tu asunto. — le aclaró Massimo, y cierta amargura se le escapó.Los dos pares de ojos azules idénticos se encontraron…ella sonrió con una mezcla de nostalgia y enojo, y bajó la mirada.—Sé que me equivoqué al hacer lo que hice, pero tú no sabes el matrimonio sufrido que yo pase con tu padre…pero tú, mi hijo, y el heredero unigénito de los Bensiali, no debiste casarte con esa mujer, Aurora, por más hermosa que sea, jamás dejara de ser la hija de los sirvientes, y eso terminara des
Aurora esperaba dentro de aquel enorme y lujoso departamento. Cada rincón de aquel lugar, estaba plagado del lujo y elegancia que distinguía a los Bensiali, y repentinamente, aquellos pensamientos intrusivos la golpeaban mentalmente…ella era tan solo la hija de un par de sirvientes, que ya se habían desentendido de ella, y no se sentía ni estaba en realidad a la altura de Massimo…jamás lo había estado, meditó.Caminando hacia la sala, sonrió tristemente al mirar aquel lujo desmedido, y sentándose en el sofá principal, supo que aquel, valía mucho más que aquel humilde departamento en donde había vivido durante varios años; la pelirroja recordó lo duro que era llegar a final de mes con poco dinero, mientras sostenía la renta de su sencillo hogar, y trataba de alimentarse a ella misma, ayudando también con lo poco que podía conseguir de sus trabajo de medio tiempo a sus necesitados padres…ella era tan solo una mujer más como muchas otras que luchaban día con día para salir adelante, depo
Aquella mañana en la universidad, Aurora nuevamente había soportado las infames calumnias que sobre ella se estaban esparciendo como un reguero de pólvora. Tomando rápido sus cosas una vez que terminaron las clases, la hermosa pelirroja salió tan rápido como pudo para evitar que Leandro la alcanzara, y no seguir escuchando nada de lo que decían sobre ella. Leandro había estado insistente con las llamadas, y al final de todo, había decidido cambiar su número para que nadie más lo tuviera…se sentía atacada injustamente, y aun cuando el amor de Massimo la mantenía a salvo, había ratos en los que, tristemente, tenía que soportar las consecuencias que ser la esposa del hombre más importante de Italia, le había traído.Leandro, tan presuroso como Aurora, tomó su mochila y corrió a toda prisa nuevamente tras ella, logrando alcanzarla en el pasillo. Tomándola de la mano, sin decirle nada el pelinegro, este la arrastro hacia el tejado de aquel edificio.—Suéltame, Leandro…nosotros no… ——¿No t
Aurora se había quedado helada, al mirar a Juliana Hancock de pie junto a ellos.—¿Qué demonios quieres? — Le preguntó Leandro, molesto sin voltearla a ver.—Solo veo cómo usar esto a mi favor. — respondió para acercarse a su lado. —Aurora Bianco…la esposa de mi prometido, es un placer conocerte formalmente. Aunque creo que he llegado en un mal momento. — mencionó al ver al pelinegro abrazar a Aurora y como esta lo rechazaba violentamente.La mirada fría de Juliana se dirigió a los puños tensos del que fuera su amante. — Creo que cada persona debería tener a su igual a su lado. Pero tú, Aurora, te casaste con mi prometido, aun a sabiendas que él tendría problemas…y veo que ahora seduces al heredero de los Russo…creo que no tienes vergüenza. — añadió burlonamente.Aurora miró con extrañeza a Leandro, ¿Él era un Russo?—Vete de aquí, Hancock, esto no es asunto tuyo. — sentencio Leandro.Juliana sonrió.—Es una pena que no piense lo mismo…esta mujercita, es mi asunto. — mencionó fríament