Aquel móvil continuaba vibrando, y la respiración entrecortada de Aurora, mostraba su nerviosismo ante aquel acto tan atrevido; el más atrevido de toda su vida, que estaba haciendo con Massimo en ese elevador.—No contestes, que yo no me voy a detener. — le aclaró Massimo, su respiración todavía era pesada, tenía a Aurora casi expuesta y semi desnuda ante él, jamás se detendría.—Es Leandro…— le dijo ella, y Massimo se molestó, ¿Era por eso el nerviosismo y ansiedad que presentaba?, tensó la mandíbula y la vio molesto.—No contestes, a menos que quieras que escuche como te tomo… — Massimo advirtió mientras colaba una mano bajo su ropa interior y acariciaba la humedad que ya presentaba.Aurora apretó sus ojos y se elevó presionando sus senos desnudos con la tela de su camisa, no logró contener un gemido, apretó con fuerza su móvil que seguía sonando y vibrando en su mano, la misma que se encontró enredada al cuello del rubio, intentando mantenerse inútilmente serena.—Eres un tonto…— l
—Tsk. — Leandro chasqueó molesto, luego de que el numeró de Aurora, nuevamente lo enviaba a buzón.Ella no había respondido ni uno solo de sus mensajes ni sus llamadas, y no podía evitar sentirse frustrado y molesto, ante la indiferencia que la hermosa pelirroja le estaba mostrando. Guardando su móvil, el pelinegro subió a su auto; uno completamente nuevo y lujoso que su padre le había obsequiado recientemente, como un regalo de bienvenida a la familia nuevamente.¿Acaso Aurora en realidad si estaba enamorada de Massimo Bensiali y por ello lo había dejado completamente de lado a él?Negándose a creerlo, arrojó su mochila hacia los asientos traseros, y arrancó con evidente enojo su auto. Aurora no era el tipo de mujer que todos estaban imaginando que era últimamente; una trepadora más del montón que existían en el mundo, que se había casado por mero interés con el magnate multimillonario. Aquello era risible, completamente imposible, y se negaba a creerlo. Sintiendo su enojo incrementa
Massimo vio de medio lado que la puerta se había cerrado, sabiendo bien que Aurora estaba a salvo, y luego volteó a ver a la mujer que también observaba la puerta cerrada, no había perdido de vista a la pelirroja hasta que esta había entrado al departamento.—Se ha puesto bonita, muy linda en realidad…aunque, debo admitir, Aurora Bianco siempre fue muy bella, es una lástima que la belleza no tenga nada que ver con la clase. — dijo Brunella dando una mirada más cargada de desprecio hacia la puerta.—Ella no es tu asunto. — le aclaró Massimo, y cierta amargura se le escapó.Los dos pares de ojos azules idénticos se encontraron…ella sonrió con una mezcla de nostalgia y enojo, y bajó la mirada.—Sé que me equivoqué al hacer lo que hice, pero tú no sabes el matrimonio sufrido que yo pase con tu padre…pero tú, mi hijo, y el heredero unigénito de los Bensiali, no debiste casarte con esa mujer, Aurora, por más hermosa que sea, jamás dejara de ser la hija de los sirvientes, y eso terminara des
Aurora esperaba dentro de aquel enorme y lujoso departamento. Cada rincón de aquel lugar, estaba plagado del lujo y elegancia que distinguía a los Bensiali, y repentinamente, aquellos pensamientos intrusivos la golpeaban mentalmente…ella era tan solo la hija de un par de sirvientes, que ya se habían desentendido de ella, y no se sentía ni estaba en realidad a la altura de Massimo…jamás lo había estado, meditó.Caminando hacia la sala, sonrió tristemente al mirar aquel lujo desmedido, y sentándose en el sofá principal, supo que aquel, valía mucho más que aquel humilde departamento en donde había vivido durante varios años; la pelirroja recordó lo duro que era llegar a final de mes con poco dinero, mientras sostenía la renta de su sencillo hogar, y trataba de alimentarse a ella misma, ayudando también con lo poco que podía conseguir de sus trabajo de medio tiempo a sus necesitados padres…ella era tan solo una mujer más como muchas otras que luchaban día con día para salir adelante, depo
Aquella mañana en la universidad, Aurora nuevamente había soportado las infames calumnias que sobre ella se estaban esparciendo como un reguero de pólvora. Tomando rápido sus cosas una vez que terminaron las clases, la hermosa pelirroja salió tan rápido como pudo para evitar que Leandro la alcanzara, y no seguir escuchando nada de lo que decían sobre ella. Leandro había estado insistente con las llamadas, y al final de todo, había decidido cambiar su número para que nadie más lo tuviera…se sentía atacada injustamente, y aun cuando el amor de Massimo la mantenía a salvo, había ratos en los que, tristemente, tenía que soportar las consecuencias que ser la esposa del hombre más importante de Italia, le había traído.Leandro, tan presuroso como Aurora, tomó su mochila y corrió a toda prisa nuevamente tras ella, logrando alcanzarla en el pasillo. Tomándola de la mano, sin decirle nada el pelinegro, este la arrastro hacia el tejado de aquel edificio.—Suéltame, Leandro…nosotros no… ——¿No t
Aurora se había quedado helada, al mirar a Juliana Hancock de pie junto a ellos.—¿Qué demonios quieres? — Le preguntó Leandro, molesto sin voltearla a ver.—Solo veo cómo usar esto a mi favor. — respondió para acercarse a su lado. —Aurora Bianco…la esposa de mi prometido, es un placer conocerte formalmente. Aunque creo que he llegado en un mal momento. — mencionó al ver al pelinegro abrazar a Aurora y como esta lo rechazaba violentamente.La mirada fría de Juliana se dirigió a los puños tensos del que fuera su amante. — Creo que cada persona debería tener a su igual a su lado. Pero tú, Aurora, te casaste con mi prometido, aun a sabiendas que él tendría problemas…y veo que ahora seduces al heredero de los Russo…creo que no tienes vergüenza. — añadió burlonamente.Aurora miró con extrañeza a Leandro, ¿Él era un Russo?—Vete de aquí, Hancock, esto no es asunto tuyo. — sentencio Leandro.Juliana sonrió.—Es una pena que no piense lo mismo…esta mujercita, es mi asunto. — mencionó fríament
Aquel sábado había dado comienzo. Aurora se vestía con aquel hermoso vestido casual en color blanco, que Massimo había comprado para ella. Nerviosa, se acomodó su largo cabello rojo en una cola alta, y observó que su ligero maquillaje estaba perfecto.Irán al club social por primera vez...y no podía evitar sentirse nerviosa al respecto.— ¿Estás lista? — cuestionó Massimo. Él también se encontraba nervioso.Aurora asintió.— Lo estoy. — respondió ella.Massimo se acercó y admiro la hermosura de Aurora. Llevaba puesto aquel hermoso vestido casual que había mandado a traer específicamente para aquella ocasión. Sin duda, no importaba si Aurora vestía ropa común o la más costosa...era tan bella que lo que usará pasaba a segundo término.— Te ves hermosa, nadie podría decirte algo al respecto de tu apariencia. — aseguró el magnate rubio.— Se que esto no va a ser sencillo...esas personas, no van a aceptarme. — aseguró Aurora siendo realista ante su situación.Massimo negó. — Si pudiera evit
Aurora, del brazo de Massimo, había detenido sus pasos frente a aquel pequeño grupo de personas, que sabía pertenecían a la más alta sociedad italiana; bastaba ver sus costosas ropas para adivinarlo con certeza. Sin agachar la mirada, la hermosa pelirroja sonrió.—¿Viste lo que está usando?, ¿Cómo es eso posible? — cuestionó una de las jóvenes que estaba con Juliana.Juliana Hancock no disimuló su gran disgusto al mirar que aquella sucia plebeya, no solo se había vestido apropiadamente para la ocasión, si no que llevaba puesto un Praga C.; una joya de colección ya imposible de conseguir al haberse fabricado tan solo cincuenta piezas de ese modelo...aquello era imposible. El vestido blanco que tan orgullosamente llevaba puesto Aurora Bianco, pertenecía a una colección tan exclusiva, que pocas eran las personas en el mundo que podían presumir uno en su closet.Apretando la elegante copa en sus manos, Juliana Hancock tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no lanzarse contr