Aquella noche, quizás, una como ninguna otra, Massimo deslizó sus dos manos por debajo de la holgada bata de Aurora, y acarició la que le pareció una perfecta redondez de sus endurecidos senos coronados con sus hermosos botones de rosa. Aurora apretó las piernas y él movió suavemente la de él sobre su ya humedecida intimidad, buscando llevarla al borde. —Massimo…— Aurora gimió su nombre al apretar sus ojos y contraer sus facciones por el placer que amenazaba con desbordarla, si él continuaba con aquello que le estaba haciendo. —Shh… — él la silenció y lamió su oreja, Aurora tembló sintiendo como si varios choques de electricidad recorrieran su cuerpo. — Solo disfrútalo…disfrútame, sabes que no te hare daño…jamás te lastimaría, mi dulce Aurora… — aseguró el magnate rubio provocando una oleada de placer en su esposa, cuando, al tiempo, apretó uno de sus endurecidos botones de rosa. La mirada de selva salvaje que ya desbordaba en pasión de Aurora, se encontró con el azul zafiro en igua
Durante aquella noche de luna llena, los calores sofocaban y las pasiones desbordantes, dejaban vulnerables a un par de corazones que, por primera vez, probaban las mieles de su ferviente amor. Los delgados dedos de Aurora se apretaron suavemente en la espalda de Massimo, quien le avisaba que se fundirían en uno mismo, y, entonces, asintió nerviosa, sintiendo como su corazón golpeaba de prisa, y su sangre calentaba su cuerpo obligándolo a cubrirse por una delgada capa de sudor. Aurora miró a su esposo, y se reconfortó al sentirlo igual…tal vez él estaba sintiendo tal cual sentía ella.Un gemido mutuo llenó la habitación.La hinchada masculinidad de Massimo, después de traspasar los femeninos pliegues, se abrió camino por la sedosa humedad de la intimidad de Aurora, y la parte más hinchada y sensible de la virilidad del magnate rubio, comenzó a traspasarla despacio.—D-Duele… — mencionó Aurora, y apretó sus ojos, luchando por tolerarlo.Por supuesto, ella sabía que aquello iba a doler,
Aquella era una mañana completamente diferente.El canto de las aves, se escuchaba entre los árboles fuera de la ventana. Aurora despertaba entre los brazos de Massimo que seguía durmiendo. Un sonrojo se dibujó en sus blancas mejillas, al verlo dormir tan plácidamente como si hubiera vuelto a ser un niño pequeño. Acariciando sus cabellos dorados, sintió su sedosidad entre sus dedos. Ellos lo habían hecho, por primera vez, se habían entregado en las artes del amor.Aurora sintió como su cuerpo le dolía un poco, y un sonrojo aún más pronunciado se asomaba en su rostro; habían hecho el amor casi durante la noche, pues su Massimo no se había sentido saciado con solo una ocasión, y habían repetido aquel acto tan maravilloso un par de veces más durante la noche que ya había culminado en el amanecer. Mirándolo nuevamente antes de salir de aquella enorme cama, Aurora sonrió sintiendo que Massimo no había perdido parte de esa belleza inocente que poseía cuando apenas era un niño, y no pudo evi
Londres, un paraíso casi permanentemente nublado, de agradable clima y edificios pintorescos. El Big Ben, que se hallaba a un costado del encantador y majestuoso palacio de Westminster, y también del rio Támesis. Las vistas desde aquel departamento tan costoso, eran maravillosas, teniendo como protagonista a la ya muy antigua torre de reloj, así como al propio Támesis.Un par de copas rebosantes de costoso champagne, chocaban en un nuevo brindis, los señores Bianco, disfrutaban plácidamente de las vistas que les ofrecía su nuevo hogar, del cual ya eran los orgullosos propietarios.—Por un día más en el paraíso. — dijo Giorgia Bianco, dando una mirada llena de picardía a su esposo Armani.Armani sonrió, y brindó con su esposa por otro esplendido día.—Por más días como este. — respondió el hombre chocando copas con su esposa.Ambos se encontraban disfrutando de las mieles que el dinero de Massimo Bensiali les había comprado, sin embargo, ambos sabían que el dinero no sería eterno. Abra
Aquella mañana Aurora caminaba por los pasillos de su universidad; después de un par de placenteros días conociendo a Massimo en plenitud sobre la cama, finalmente era el momento de regresar a su rutinaria vida.—Me alegra mucho tenerla de vuelta, señorita Bianco, aunque quizás debo comenzar a llamarla señora Bensiali. — la saludaba uno de los profesores, quien la recibía animadamente después de su permiso especial para su matrimonio.Todos sus compañeros de clases la miraban casi como si fuera una extraña, y aun cuando nunca había tenido una relación de particular amistad con nadie mas que con Leandro, tampoco había existido, hasta ese momento, un trato descortés. Ahora, sin embargo, todos parecían mirarla con cierto desprecio.Desde su lugar, Leandro Fiore observaba a la muy sonriente Aurora; no parecía la misma que se había casado con Massimo Bensiali, por alguna razón, parecía irradiar cierta belleza y alegría muy distintas a todo lo que en ella había visto… ¿Acaso ella y Massimo
Aquel móvil continuaba vibrando, y la respiración entrecortada de Aurora, mostraba su nerviosismo ante aquel acto tan atrevido; el más atrevido de toda su vida, que estaba haciendo con Massimo en ese elevador.—No contestes, que yo no me voy a detener. — le aclaró Massimo, su respiración todavía era pesada, tenía a Aurora casi expuesta y semi desnuda ante él, jamás se detendría.—Es Leandro…— le dijo ella, y Massimo se molestó, ¿Era por eso el nerviosismo y ansiedad que presentaba?, tensó la mandíbula y la vio molesto.—No contestes, a menos que quieras que escuche como te tomo… — Massimo advirtió mientras colaba una mano bajo su ropa interior y acariciaba la humedad que ya presentaba.Aurora apretó sus ojos y se elevó presionando sus senos desnudos con la tela de su camisa, no logró contener un gemido, apretó con fuerza su móvil que seguía sonando y vibrando en su mano, la misma que se encontró enredada al cuello del rubio, intentando mantenerse inútilmente serena.—Eres un tonto…— l
—Tsk. — Leandro chasqueó molesto, luego de que el numeró de Aurora, nuevamente lo enviaba a buzón.Ella no había respondido ni uno solo de sus mensajes ni sus llamadas, y no podía evitar sentirse frustrado y molesto, ante la indiferencia que la hermosa pelirroja le estaba mostrando. Guardando su móvil, el pelinegro subió a su auto; uno completamente nuevo y lujoso que su padre le había obsequiado recientemente, como un regalo de bienvenida a la familia nuevamente.¿Acaso Aurora en realidad si estaba enamorada de Massimo Bensiali y por ello lo había dejado completamente de lado a él?Negándose a creerlo, arrojó su mochila hacia los asientos traseros, y arrancó con evidente enojo su auto. Aurora no era el tipo de mujer que todos estaban imaginando que era últimamente; una trepadora más del montón que existían en el mundo, que se había casado por mero interés con el magnate multimillonario. Aquello era risible, completamente imposible, y se negaba a creerlo. Sintiendo su enojo incrementa
Massimo vio de medio lado que la puerta se había cerrado, sabiendo bien que Aurora estaba a salvo, y luego volteó a ver a la mujer que también observaba la puerta cerrada, no había perdido de vista a la pelirroja hasta que esta había entrado al departamento.—Se ha puesto bonita, muy linda en realidad…aunque, debo admitir, Aurora Bianco siempre fue muy bella, es una lástima que la belleza no tenga nada que ver con la clase. — dijo Brunella dando una mirada más cargada de desprecio hacia la puerta.—Ella no es tu asunto. — le aclaró Massimo, y cierta amargura se le escapó.Los dos pares de ojos azules idénticos se encontraron…ella sonrió con una mezcla de nostalgia y enojo, y bajó la mirada.—Sé que me equivoqué al hacer lo que hice, pero tú no sabes el matrimonio sufrido que yo pase con tu padre…pero tú, mi hijo, y el heredero unigénito de los Bensiali, no debiste casarte con esa mujer, Aurora, por más hermosa que sea, jamás dejara de ser la hija de los sirvientes, y eso terminara des