Aquella noche era diferente. Massimo Bensiali observaba a la luna desde la cama en la que se sentía tan solo. Los grandes ventanales estaban abiertos de par en par, y el aire salino y fresco entraba en libertad. Del otro lado de la mansión, tan alejado como le era posible de ella, Aurora ya debería de estar durmiendo. Estaban recién casados, y siendo ya una pareja de esposos como lo eran, aquella situación se sentía extraña; eran casi como un par de desconocidos, a pesar de conocerse desde toda la vida…pero no había nada que pudiese hacer al respecto, iba a esperarla tal y como le había prometido, aun cuando el deseo de su cuerpo y de su alma lo estaban consumiendo.“Yo siempre voy a detestarte.”Ella le había dicho aquello, y, sin embargo, en aquellos pasionales momentos en que las ganas casi vencieron y los instintos más salvajes afloraron, ella no se había resistido a él. Aurora era una mujer con una moral firme y una amabilidad nata mientras que el, era todo lo contrario. Era un t
—¿Quieres que yo sea el tutor de tesis de Aurora Bianco? — cuestionó Julio Hancock mirando entre extrañado y sorprendido a Juliana.—Así es, sé que estas fuera de práctica, pero necesito que hagas esto por mí. — respondió Juliana sin dejar de mirar el periódico.—¿Fuera de practica? Jamás ejercí la pediatría, y tan solo estudié eso porque era el deseo de mi madre, nunca tuve la vocación para dedicarme a ello y detesto a los niños. ¿Cómo se supone que seré asesor de tesis de una carrera que jamás he ejercido? — respondió molesto el joven de cabellos castaños.Juliana frunció el entrecejo. — Deja de quejarte, te he hecho un CV perfecto, y empezaras su tutoría en cuando ellos regresen de su estúpida luna de miel…y más te vale no decepcionarme, hermano. — demandó molesta la castaña.Julio guardo silencio un momento. Ya podía imaginar lo que su hermana quería, y tragó duro antes de preguntar y confirmar sus sospechas.—¿Qué es exactamente lo que quieres que haga? Hermana. — cuestionó.Juli
Aquel momento era bochornoso, se decía a sí misma Aurora, mientras era plenamente consciente de la desnudez de Massimo. El, definitivamente ya no era un niño…como ella ya no era una niña. No podía evitarlo, quería mirar más allá de lo que se había permitido, pero su rigidez moral no se lo permitió.—¿Por qué desvías la mirada?, somos esposos, es lo más natural del mundo ver nuestros cuerpos sin prenda alguna encima. ¿Acaso temes lo que puedo provocar en ti? Santa Aurora… — dijo Massimo pegándose un poco más a aquella hermosa pelirroja cuyas mejillas se habían encendido.Aurora negó, y colocó su mano en el húmedo pecho de su esposo e intentó alejarlo. Algunas voces se escuchaban en la habitación; charlas normales entre la servidumbre que, creyéndolos fuera, había entrado a asear como era la costumbre de cada mañana.—Esto es inapropiado. — se quejó la pelirroja en voz baja, cerrando los ojos para no ver la desnudez de Massimo.El magnate de cabellos rubios sonrió.—Sabes Aurora…— susur
—Massimo ha cometido un error grave al casarse con una mujer pobre. He escuchado rumores en la empresa de que algunos socios minoritarios están pensando en no renovar sus contratos por la mala reputación de su esposa. — decía un joven hombre mientras Enzo escuchaba atento.—Es que es tan obvio que esa mujer solo se casó con él por interés, y lo peor de todo es que desprecio a Juliana Hancock; si se hubiera matrimoniado con ella nuestro estatus familiar habría incrementado mucho más, pero el muy estúpido decidió enamorarse de una trepadora y rechazar a quien realmente le convenia como esposa. — decía Anastasia sosteniendo una elegante copa.—Todo esto tan solo demuestra que él no era apto para heredar desde un principio, Mauro al menos si se casó con la mujer correcta para reparar el error de su padre, pero Massimo ha caído de vuelta en ello, y esto nos ha dejado en una situación realmente vergonzosa, y aun cuando ninguno de nosotros está en fila para heredar, igualmente nos sigue perj
Las olas en el mar se desvanecían al tocar la blanca arena de la playa. La luna, tan hermosa y radiante, brillaba en lo alto al mismo tiempo que su hermoso reflejo se dibujaba sobre el agua oscurecida por el manto de la noche. La alegre y movida música caribeña sonaba fuerte, tanto que era prácticamente imposible escuchar hasta los propios pensamientos, y Aurora disfrutaba de su fresca bebida de mango mientras admiraba a las parejas bailar tan atrevidamente que parecía que iban a realizar el “acto”, a plena vista de todos.—Luces muy pensativa, mi petirrojo, dime, ¿Te gustaría que bailemos?, aunque te advierto que no soy tan bueno como los lugareños. — ofreció Massimo que había notado la mirada de su esposa hacia las parejas que bailaban animadamente.Aurora negó. — No me gusta bailar, y menos de esa manera tan…provocativa. Y si crees que voy a darte entrada para que nuevamente pongas tus astutas manos sobre mí, estas muy equivocado, lagartija. — respondió con evidente molestia la pel
La hermosa pelirroja caminaba a la orilla de playa, y se había quitado el pareo que llevaba puesto, para entrar en el mar a bañarse con las livianas olas. Aquel traje de baño que llevaba debajo, era de dos piezas y dejaba poco a la imaginación…en realidad no sabía porque había escogido el diminuto traje para llevar con Massimo.—¿Hey estas bien? — cuestionó Akira que llegó sorpresivamente tras ella.Aurora se quedó plasmada y en silencio, y rápidamente se limpió las lágrimas, tirando nerviosamente el pareo que llevaba en las manos. Esperaba que aquel primo de Massimo, no los hubiera visto discutir ni tampoco escuchado.—Lo siento, pero quiero estar sola, si no te importa. — dijo Aurora con un toque de desdén plasmado en su voz, mientras intentaba cubrirse con las manos.Akira sonrió y luego se acercó a ella. Tomándola de la cintura, volvió a admitir que aquella mujer era demasiado hermosa, quizás, la más bella que jamás antes hubiese visto.—Una hermosa señorita no debería de estar ll
En el edificio de B&H corporation.—Bueno, ahora pasemos al nuevo lanzamiento del celular que se tiene estimado para dentro de poco. — solicitaba Julius Hancock quien desde que se hallaba en Palermo había asistido a cada junta hecha por el comité y los socios.—Lo lamento mucho señor Hancock, pero el señor Bensiali dejó dicho que nadie tocaría nada sobre el nuevo lanzamiento hasta su regreso. — respondió el asistente personal de Massimo, Andréu, quien se había quedado a cargo en la ausencia de su jefe.Julius miró al joven de manera despectiva.—Usted, señor Saltino, no es nada más que el empleado de Massimo Bensiali, en realidad no representa ninguna autoridad aquí, y yo soy Julius Hancock, socio mayoritario de Massimo, y el segundo hombre más importante dentro de la empresa que tu jefe y yo tenemos en conjunto. Así que, dadas las circunstancias, y teniendo en cuenta que el joven Bensiali está en su idílica luna de miel demasiado ocupado para atender nimiedades, me parece apropiado q
Aquella mañana daba comienzo, y el hermoso amanecer era admirado por Aurora y Massimo, sentados casi a la orilla de la playa sobre el cofre del costoso auto del rubio. No habían regresado a la mansión, y en cambio se habían quedado abrazados observando las olas del mar, abrazados mientras hablaban de cualquier cosa. Ella todavía se sentía extraña con esas repentinas muestras de pasión, aunque realmente no sabía ni cómo nombrarlas, además, de aquel gran afecto que había existido entre ellos desde que eran tan solo unos niños. Aun así, la pelirroja apretó sus manos en el firme pecho del joven, mientras las olas rompían el silencio y la calma de esa mañana y ella dejó de escucharlas.Massimo la montó atrevidamente en sus piernas, y ella jadeó cuando de forma atrevida el magnate rubio apretó su trasero con una de sus manos y con la otra recorría su pierna bajo su vestido.— Espera…Massimo…mejor subamos al auto para ir de regreso a la mansión… — pidió Aurora e intentó apartarlo.— He esper