Las olas en el mar se desvanecían al tocar la blanca arena de la playa. La luna, tan hermosa y radiante, brillaba en lo alto al mismo tiempo que su hermoso reflejo se dibujaba sobre el agua oscurecida por el manto de la noche. La alegre y movida música caribeña sonaba fuerte, tanto que era prácticamente imposible escuchar hasta los propios pensamientos, y Aurora disfrutaba de su fresca bebida de mango mientras admiraba a las parejas bailar tan atrevidamente que parecía que iban a realizar el “acto”, a plena vista de todos.—Luces muy pensativa, mi petirrojo, dime, ¿Te gustaría que bailemos?, aunque te advierto que no soy tan bueno como los lugareños. — ofreció Massimo que había notado la mirada de su esposa hacia las parejas que bailaban animadamente.Aurora negó. — No me gusta bailar, y menos de esa manera tan…provocativa. Y si crees que voy a darte entrada para que nuevamente pongas tus astutas manos sobre mí, estas muy equivocado, lagartija. — respondió con evidente molestia la pel
La hermosa pelirroja caminaba a la orilla de playa, y se había quitado el pareo que llevaba puesto, para entrar en el mar a bañarse con las livianas olas. Aquel traje de baño que llevaba debajo, era de dos piezas y dejaba poco a la imaginación…en realidad no sabía porque había escogido el diminuto traje para llevar con Massimo.—¿Hey estas bien? — cuestionó Akira que llegó sorpresivamente tras ella.Aurora se quedó plasmada y en silencio, y rápidamente se limpió las lágrimas, tirando nerviosamente el pareo que llevaba en las manos. Esperaba que aquel primo de Massimo, no los hubiera visto discutir ni tampoco escuchado.—Lo siento, pero quiero estar sola, si no te importa. — dijo Aurora con un toque de desdén plasmado en su voz, mientras intentaba cubrirse con las manos.Akira sonrió y luego se acercó a ella. Tomándola de la cintura, volvió a admitir que aquella mujer era demasiado hermosa, quizás, la más bella que jamás antes hubiese visto.—Una hermosa señorita no debería de estar ll
En el edificio de B&H corporation.—Bueno, ahora pasemos al nuevo lanzamiento del celular que se tiene estimado para dentro de poco. — solicitaba Julius Hancock quien desde que se hallaba en Palermo había asistido a cada junta hecha por el comité y los socios.—Lo lamento mucho señor Hancock, pero el señor Bensiali dejó dicho que nadie tocaría nada sobre el nuevo lanzamiento hasta su regreso. — respondió el asistente personal de Massimo, Andréu, quien se había quedado a cargo en la ausencia de su jefe.Julius miró al joven de manera despectiva.—Usted, señor Saltino, no es nada más que el empleado de Massimo Bensiali, en realidad no representa ninguna autoridad aquí, y yo soy Julius Hancock, socio mayoritario de Massimo, y el segundo hombre más importante dentro de la empresa que tu jefe y yo tenemos en conjunto. Así que, dadas las circunstancias, y teniendo en cuenta que el joven Bensiali está en su idílica luna de miel demasiado ocupado para atender nimiedades, me parece apropiado q
Aquella mañana daba comienzo, y el hermoso amanecer era admirado por Aurora y Massimo, sentados casi a la orilla de la playa sobre el cofre del costoso auto del rubio. No habían regresado a la mansión, y en cambio se habían quedado abrazados observando las olas del mar, abrazados mientras hablaban de cualquier cosa. Ella todavía se sentía extraña con esas repentinas muestras de pasión, aunque realmente no sabía ni cómo nombrarlas, además, de aquel gran afecto que había existido entre ellos desde que eran tan solo unos niños. Aun así, la pelirroja apretó sus manos en el firme pecho del joven, mientras las olas rompían el silencio y la calma de esa mañana y ella dejó de escucharlas.Massimo la montó atrevidamente en sus piernas, y ella jadeó cuando de forma atrevida el magnate rubio apretó su trasero con una de sus manos y con la otra recorría su pierna bajo su vestido.— Espera…Massimo…mejor subamos al auto para ir de regreso a la mansión… — pidió Aurora e intentó apartarlo.— He esper
El amanecer había llegado plenamente, y Aurora escuchaba a Massimo hablando muy molesto con su asistente por el celular. Habían regresado rápido a la mansión y con la intención de pasar mucho más tiempo juntos, sin embargo, algo había ocurrido que al llegar los sirvientes se mostraron con mala cara, y el atrevido primo de Massimo, Akira, también se encontraba seriamente allí.—¡Esto no puede ser!, ¡Busca la manera de confirmarlo! — gritó Massimo completamente fuera de sí, sin importarle si era escuchado por todos los que se encontraban en el lugar.Aurora se mostraba preocupada; jamás antes había escuchado a Massimo gritar de esa manera tan descontrolada, y menos aún frente a otras personas. Generalmente, el mantenía una calma imperturbable ante cualquier situación, siempre sacando a relucir su lado más cínico, sin embargo, lo que sea que hubiese ocurrido, había sido lo suficientemente grave y grande para hacerlo reaccionar así, meditó.Un portazo terrible se escuchó, y la pelirroja v
—Necesito ese dinero… — mencionó Brunella Berrycloth fríamente observando desde su balcón el atardecer de la ciudad de Palermo. — Y será mejor que lo arregles Walter. — ordenó la mujer rubia, sujetando sin mucha presión el móvil en su mano.—Sabes bien que no se puede, desde que cometiste esa estupidez en la ciudad de New York, tu dinero se redujo al mínimo… — dijo el joven esa respuesta del otro lado de la línea.—Esa solo es una excusa…siempre se puede y lo sabes — insistió la mujer mientras el viento fresco ondeaba su dorada cabellera.—El imbécil del abuelo jamás aceptara… aunque… — dijo Walter al otro lado de la línea haciendo sonreír a la mujer que seguía contemplado la ciudad desde su alto y lujoso departamento. — Hay otras formas… pero, no son tan correctas. — finalizó su tío muy seguro de que ambos obtendrían un beneficio.—Hazlo. — ordenó Brunella sin pensar o meditarlo, después de todo, ella tenía la facultad para ordenar eso…se trataba de la empresa de su padre, Bruno Berr
La noche había caído, y el avión privado de Massimo Bensiali, aterrizaba discretamente durante la casi entrada madrugada. El viento frio de Palermo, distaba mucho del agradable calor de las islas caribeñas de las que poco habían logrado disfrutar en aquella corta luna de miel que realmente no se había consumado. Massimo seguía serio, tan cargado de pesadumbres que no parecía ser el mismo magnate de arrogante y gallarda silueta; apenas había dormido durante el viaje de regreso, y Aurora lo había visto consumido en una ansiedad terrible.Ella, sin embargo, no había querido ser inoportuna, y aun no había preguntado nada al respecto, pero poco a poco se volvía más evidente que lo que sea que hubiera pasado, era demasiado grave para tenerlo tambaleándose en un hilillo de emociones que constantemente amenazaban con romper.—Señor Bensiali. Por favor, sígame por aquí, he traído su auto y el que solicitó para su pariente. — dijo Andréu, el asistente del magnate.Aurora vio como Massimo asinti
—¿Por qué cree que aún estoy interesado en ese matrimonio que les traerá más beneficios a ustedes? — cuestionó Julius con arrogancia.Brunella sonrió. — No lo creo, lo aseguro, y es por esa razón que está aquí mismo en este momento…usted quiere el apellido Bensiali para sus nietos, pues no solo son las importantes empresas, es el apellido mismo...después de todo, los Bensiali están directamente emparentados con la realeza, y le traerá el prestigio elevado que le hace falta a su familia para moverse en esferas un más altas, ¿O me equivoco? — respondió Brunella.—Me sorprende su acertada deducción. — respondió Julius.—Yo no soy una estúpida como si lo fue mi fallecido esposo, Mauro siempre creyó que su familia tenía una genuina y buena voluntad hacia los Bensiali, pero en este mundo nadie hace nada por nadie si no hay intereses de cualquier índole de por medio. Así que, ya que las cartas están sobre la mesa, hablemos de lo que va a hacerse. Con ayuda de su preciosa hija, yo sacaré a Au