Aquella mañana daba comienzo, y el hermoso amanecer era admirado por Aurora y Massimo, sentados casi a la orilla de la playa sobre el cofre del costoso auto del rubio. No habían regresado a la mansión, y en cambio se habían quedado abrazados observando las olas del mar, abrazados mientras hablaban de cualquier cosa. Ella todavía se sentía extraña con esas repentinas muestras de pasión, aunque realmente no sabía ni cómo nombrarlas, además, de aquel gran afecto que había existido entre ellos desde que eran tan solo unos niños. Aun así, la pelirroja apretó sus manos en el firme pecho del joven, mientras las olas rompían el silencio y la calma de esa mañana y ella dejó de escucharlas.Massimo la montó atrevidamente en sus piernas, y ella jadeó cuando de forma atrevida el magnate rubio apretó su trasero con una de sus manos y con la otra recorría su pierna bajo su vestido.— Espera…Massimo…mejor subamos al auto para ir de regreso a la mansión… — pidió Aurora e intentó apartarlo.— He esper
El amanecer había llegado plenamente, y Aurora escuchaba a Massimo hablando muy molesto con su asistente por el celular. Habían regresado rápido a la mansión y con la intención de pasar mucho más tiempo juntos, sin embargo, algo había ocurrido que al llegar los sirvientes se mostraron con mala cara, y el atrevido primo de Massimo, Akira, también se encontraba seriamente allí.—¡Esto no puede ser!, ¡Busca la manera de confirmarlo! — gritó Massimo completamente fuera de sí, sin importarle si era escuchado por todos los que se encontraban en el lugar.Aurora se mostraba preocupada; jamás antes había escuchado a Massimo gritar de esa manera tan descontrolada, y menos aún frente a otras personas. Generalmente, el mantenía una calma imperturbable ante cualquier situación, siempre sacando a relucir su lado más cínico, sin embargo, lo que sea que hubiese ocurrido, había sido lo suficientemente grave y grande para hacerlo reaccionar así, meditó.Un portazo terrible se escuchó, y la pelirroja v
—Necesito ese dinero… — mencionó Brunella Berrycloth fríamente observando desde su balcón el atardecer de la ciudad de Palermo. — Y será mejor que lo arregles Walter. — ordenó la mujer rubia, sujetando sin mucha presión el móvil en su mano.—Sabes bien que no se puede, desde que cometiste esa estupidez en la ciudad de New York, tu dinero se redujo al mínimo… — dijo el joven esa respuesta del otro lado de la línea.—Esa solo es una excusa…siempre se puede y lo sabes — insistió la mujer mientras el viento fresco ondeaba su dorada cabellera.—El imbécil del abuelo jamás aceptara… aunque… — dijo Walter al otro lado de la línea haciendo sonreír a la mujer que seguía contemplado la ciudad desde su alto y lujoso departamento. — Hay otras formas… pero, no son tan correctas. — finalizó su tío muy seguro de que ambos obtendrían un beneficio.—Hazlo. — ordenó Brunella sin pensar o meditarlo, después de todo, ella tenía la facultad para ordenar eso…se trataba de la empresa de su padre, Bruno Berr
La noche había caído, y el avión privado de Massimo Bensiali, aterrizaba discretamente durante la casi entrada madrugada. El viento frio de Palermo, distaba mucho del agradable calor de las islas caribeñas de las que poco habían logrado disfrutar en aquella corta luna de miel que realmente no se había consumado. Massimo seguía serio, tan cargado de pesadumbres que no parecía ser el mismo magnate de arrogante y gallarda silueta; apenas había dormido durante el viaje de regreso, y Aurora lo había visto consumido en una ansiedad terrible.Ella, sin embargo, no había querido ser inoportuna, y aun no había preguntado nada al respecto, pero poco a poco se volvía más evidente que lo que sea que hubiera pasado, era demasiado grave para tenerlo tambaleándose en un hilillo de emociones que constantemente amenazaban con romper.—Señor Bensiali. Por favor, sígame por aquí, he traído su auto y el que solicitó para su pariente. — dijo Andréu, el asistente del magnate.Aurora vio como Massimo asinti
—¿Por qué cree que aún estoy interesado en ese matrimonio que les traerá más beneficios a ustedes? — cuestionó Julius con arrogancia.Brunella sonrió. — No lo creo, lo aseguro, y es por esa razón que está aquí mismo en este momento…usted quiere el apellido Bensiali para sus nietos, pues no solo son las importantes empresas, es el apellido mismo...después de todo, los Bensiali están directamente emparentados con la realeza, y le traerá el prestigio elevado que le hace falta a su familia para moverse en esferas un más altas, ¿O me equivoco? — respondió Brunella.—Me sorprende su acertada deducción. — respondió Julius.—Yo no soy una estúpida como si lo fue mi fallecido esposo, Mauro siempre creyó que su familia tenía una genuina y buena voluntad hacia los Bensiali, pero en este mundo nadie hace nada por nadie si no hay intereses de cualquier índole de por medio. Así que, ya que las cartas están sobre la mesa, hablemos de lo que va a hacerse. Con ayuda de su preciosa hija, yo sacaré a Au
La luz del sol se colaba por aquellas elegantes cortinas en sus enormes aposentos, que ya casi había olvidado, había amanecido, era lunes, y todo empresario, o, mejor dicho, hijo de empresario, sabía que no había tiempo para tomar un descanso, levantándose de su lujosa cama, Leandro miraba el reloj, eran apenas las 7 am, hora adecuada para comenzar su día, bajando al gimnasio privado en su mansión, el apuesto estudiante de medicina, comenzaba su pesada rutina de ejercicios para tonificar su cuerpo, mirándose en el espero del lugar, lucia muy diferente de sus trajes baratos de siempre, aquella ropa deportiva dejaba ver mucho de su musculatura.Mostrándose molesto, Leandro no se sentía feliz de haber regresado a la mansión de su padre; odiaba la idea de ser su heredero y encargarse de todo lo que a sus negocios acontecía, pero si Aurora quería un millonario en su vida…entonces volvería a ser aquel millonario que una vez detesto ser.Mirándose de nuevo en el espejo, Leandro posó y se adm
El regreso a la mansión Bensiali, parecía estar cargado de mucho silencio. Tan pronto como habían regresado a la mansión, Massimo se había encerrado en su estudio privado para charlar con Giuseppe y Akira, imaginaba, sobre la madre del rubio. Aurora no podía evitar sentirse intranquila; Brunella había hecho muchos días de su tierna infancia un verdadero infierno, y ahora que regresaba de entre los muertos, estaba segura de que no estaría feliz de saberla casada con su único hijo.—Señora Bensiali, esta mañana recibió un paquete, lo dejé en la habitación de usted y el señor. — le dijo una de las sirvientas, logrando sacar a la pelirroja de sus pensamientos.—Te lo agradezco…creo que lo revisare más noche, por ahora debo ir a la universidad para poder retomar mis clases el día de mañana, por favor, si el señor pregunta por mí, por favor dile que llegaré al anochecer para poder atender todos mis asuntos. — pidió Aurora aun meditando sobre Brunella.—Por supuesto, se lo diré, señora. — re
—Un gusto conocerlo, señor Hancock. — Aurora respondió a secas, desconfiando por completo de aquella situación que estaba pasando.Julio sonrió, notando la desconfianza de Aurora Bianco; aquella no solo era una mujer hermosa, también era muy inteligente y podría incluso asegurar que perspicaz.—Le dejaré mi tarjeta, usted me dirá sus horarios y yo me ajustaré a ellos, le aseguro que la han dejado en buenas manos, señorita Bensiali. — aseguró Julio sintiendo la suavidad de la mano de aquella pelirroja, quien no dudo en soltarlo rápido.Aurora asintió. — Se lo agradezco. Señor rector, la razón por la cual he venido aquí, es para nuevamente integrarme al plan de estudios; a partir de mañana me gustaría presentarme en mis clases y actualizarme en los temas que pude haber perdido en mi corto viaje, le agradecería que me diera su aprobación. — pidió la joven, comenzando a ignorar intencionadamente al Hancock.Julio sonrió. Meterse en la cama de Aurora Bianco, tal y como su prima quería que