—¡Gala! ¡Gala!Jade temblaba del puro miedo.No sabía qué hacer, su mente estaba completamente en blanco.—¡Por favor, despierta! ¡Ayuda!Las personas se arremolinaban a su alrededor, pero no eran más que simples espectadores de un espectáculo.Nadie movía un dedo, simplemente veían todo con completo pasmo.Las lágrimas corrían de los ojos de Jade cuando, Adriel, haciendo a un lado a varias personas, se acercó hasta ellas y se arrodilló junto a su hermana, tomando el control de la situación con rapidez.—Jade, necesito que me ayudes —su voz se mostraba calmada, parecía que no existía nada que lograra perturbar el temple de este hombre—. Mantén la cabeza de Gala de lado para que no se ahogue —comenzó a dar instrucciones, mientras sacaba su teléfono celular y marcaba el número de emergencias.La joven, aún temblando, cumplió con lo solicitado por su esposo. Colocó la cabeza de Gala de lado, mientras Adriel con su mano libre verificaba que no hubiera objetos peligrosos.—Ahora, asegúrate
“Lo único que espero de esta unión es que aprendas a comportarte como la señora que ya eres.”Jade tiró fuerte de los lazos que mantenían sujeta la cola de su vestido.“Se espera de nosotros que engendremos un heredero”A medida que más se repetían las palabras de Adriel en su mente, sus movimientos se tornaban más rápidos y violentos.Deseaba, no, necesitaba, quitarse ese pesado traje que lo único que hacía era recordarle su estupidez.Con cada nudo que deshacía se sentía más libre, aunque sabía bien que esa libertad era meramente ficticia.Cuando la cola finalmente se deslizó por el suelo, sintió una mezcla de alivio y decepción.Se suponía que aquel vestido blanco cargaba en sí un gran significado, pero justo ahora lo veía como un peso innecesario en su vida.Ahora se encontraba únicamente con la parte inferior del vestido, el cual era igual de impresionante, pero mucho más manejable.Sosteniendo la botella de vino que había llevado al baño, comenzó a servirse un nuevo vaso, seguid
Pero Adriel estaba consciente de que era un hombre egoísta y eso no podía negarlo, porque, aun a sabiendas de que Jade no lo quería, había decidido tenerla a toda costa.Primero había acudido a Fabián Arison con la finalidad de proponerle una alianza que resultaría beneficiosa para las dos empresas, sin embargo, el hombre se había negado a otorgarle la mano de su hija por la simple y llana razón de que no obligaría a Jade a casarse con un hombre que ella no quería.Y así, cada vez las posibilidades de tenerla se volvían mucho más escasas, orillándolo a cruzar las líneas morales y a recurrir al engaño y a la trampa con tal de tenerla entre sus brazos. Como lo estaba justo ahora, tan quieta y dócil, durmiendo en una cama llena de pétalos de rosas, decorada específicamente para que su unión fuera consumada. Pero sabía que eso no sucedería en un futuro cercano. Jade todavía no había terminado de asimilar su posición, pero confiaba en el hecho de que lo haría muy pronto. Pronto entendería
Los ojos de Jade observaron con asombro la majestuosa casa que se encontraba frente a ellos, la cual tenía un diseño arquitectónico que parecía sacado de una revista de lujo.Era un lugar enorme.Demasiado grande como para que vivieran únicamente dos personas, así que hubiera preferido un departamento o algo mucho más sencillo.¿Pero cómo explicarle eso a su imponente esposo?Al cruzar la puerta de la mansión, se sintió como si hubiera entrado en otro mundo. El vestíbulo era amplio, con un elegante candelabro de cristal que se colgaba del techo, y una escalera de caracol que conducía a un segundo piso. A su alrededor, el eco de sus pasos resonaba en el mármol pulido.—Es... impresionante —susurró, incapaz de apartar la vista de la belleza que la rodeaba. Aparentemente, su esposo se había esmerado mucho en dejarla sin palabras y, efectivamente, lo había conseguido.—Me alegra que te guste —asintió orgulloso.—Siento que es demasiado, Adriel —comenzó a decir a medida que más exploraban
—Cariño, ¿cuándo volveremos a verte? —la tristeza en la voz de la mujer no pudo ser ocultada.—Pronto. Ya sabes cómo es esto, Natalia —explicó el hombre con fastidio, aparentemente aburrido de dar siempre las mismas explicaciones—. Son negocios. Debo ir y venir para asegurarme de que todo marche bien. Pero no te preocupes, estaré en casa en un mes, ¿está bien?Una caricia llegó a la mejilla derecha de la joven y rápidamente se dejó envolver como un gatito perezoso, ronroneando ante su delicado gesto. —Los niños y yo te extrañaremos mucho —su mirada estaba llena de devoción, mientras veía al hombre que amaba a punto de partir. —Y yo los extrañaré a ellos. Ambos padres se giraron para divisar el trío de camas. Sus pequeños dormían plácidamente, ajenos a la realidad de que su padre estaba a punto de irse nuevamente.—Ellos sufren mucho siempre que te vas —comentó Natalia, testigo principal de la desilusión que embargaba a sus pequeños cada vez que tenían que despertarse para encontrar
Aleja había sido su principal cómplice en todo esto. La sostuvo de la mano y le dio palabras de aliento en el momento en que sintió que no podía más. Ahora era esa misma mujer, quien cuidaba de sus hijos, mientras ella, con un vestido negro, se dirigía al lugar donde sería llevada a cabo aquella boda. Natalia sentía que se ahogaba con cada paso que daba, el aire parecía no circular bien a sus pulmones, pero sabía que, esto era un mal necesario. Si ella sufría, lo justo era que Roberto Buendía sufriera también. Al llegar a la iglesia no pudo hacer otra cosa que maravillarse. Era justo como siempre había soñado casarse, la diferencia era que tanto lujo y opulencia iban dirigidos a alguien más. Aun así, no pudo evitar admirar la arquitectura gótica de la catedral, el arco de flores que adornaba ambos lados de la entrada. Rosas blancas y peonias se entrelazaban con cintas doradas. Una alfombra roja se extendía desde la entrada hasta el altar y pudo imaginar a la hermosa novia siend
Natalia se fue de la iglesia con el corazón deshecho.Una lluvia torrencial empapó su vestido negro, haciendo que la tela se le adhiriera al cuerpo, mientras sus extremidades no paraban de temblar producto del intenso frío.No tenía idea de dónde estaba. Llevaba minutos caminando sin parar y sin rumbo fijo.Lo único que quería era alejarse lo más posible de aquel dolor que la consumía por dentro, la realidad de saber que no significaba nada en la vida de Roberto.Ahora estaba sola. Con tres niños.Se sentó en la parada de autobús a esperar el transporte público.Lo único que deseaba era que aquel día espantoso terminara y pudiera estar de vuelta con sus niños. Abrazarlos y estrecharlos contra su pecho, para ver si el dolor mermaba, aunque sea por un momento.De repente, un auto se detuvo frente a sus ojos, haciendo que el agua que llenaba las calles se alzara y la salpicara completamente.Natalia sintió una enorme ira invadirla al instante. Esto era lo último que le faltaba.Se levant
—Pero ¿cómo es eso de que vas a casarte? —se horrorizó Aleja, mientras Natalia la colocaba al día de todo lo que había sucedido en la boda de Roberto. —Lo sé, es una locura. Pero es tarde para retractarme. Ya le había dado su palabra a ese hombre y seguramente no le sentaría nada bien una negativa. Además, su propuesta había sido razonable. Aunque seguía sin saber cuáles eran las motivaciones de aquel extraño. Evidentemente quería vengarse… ¿Pero qué era tan importante? —¿Y cómo piensas decírselo a los niños? —No lo sé —se sentó sobre la cama, preocupada—. Todo está cambiando demasiado rápido. Siento que será mucho para ellos. —Seguramente sí —reflexionó su compañera—. Tan solo tienen cuatro años. Aunque debo admitir que son muy inteligentes. Natalia sintió su corazón arrugarse al pensar en sus pequeños, todos confundidos y angustiados cuando le dijera que no volverían a ver a su padre. —¿Crees que Roberto no vuelva a buscarte? —Yo espero que no —dijo con resentimiento al reco