Cuando Jade salió de su habitación con su vestido blanco resplandeciente y su cabello cuidadosamente peinado, se encontró con sus tres hermanos mayores.Arturo, Damián y Mateo, estaban de pie, alineados uno al lado del otro, sus cuerpos erguidos en una postura recta, con los hombros hacia atrás y el pecho ligeramente elevado.Jade no pudo evitar sonreír, sintiendo una mezcla de tristeza y melancolía, invadirla con solo verlos.Sus hermanos siempre habían bromeado con eso, con ser sus caballeros imperiales que habían jurado que siempre la protegerían.Sabía que era muy temprano para esto, pero no pudo evitar sentir cómo las lágrimas salían de sus ojos, amenazando con arruinar su maquillaje.La chica corrió al encuentro de sus hermanos y los abrazos fuertemente, intentando sentir el tan anhelado refugio que siempre había encontrado al lado de ellos.—Recuerda, si un día nos necesitas, ¡no dudes en llamarnos! —bromeó Mateo, siendo el más dulce y juguetón de los tres—. ¡Cruzaremos mar y t
La joven se sintió ligeramente inquieta al escuchar las palabras de su futuro marido.Un extraño cosquilleo se extendió por todo su cuerpo al percatarse de lo guapo y apuesto que se veía. Debía de reconocer que Adriel tenía una belleza capaz de hacer suspirar a cualquier mujer, aunque ese no era su caso, por supuesto.Aun así, no podía dejar de admirar su rostro simétrico, sus ojos azul claro y su cabello rubio ondulado. Su expresión era fría la mayoría del tiempo, dándole también un atractivo adicional. Era como estar delante de un inquietante misterio, uno que necesitaba descifrar.La mano de Adriel apretó sutilmente la suya y entonces le indico con un gesto que debían de adquirir su posición delante del altar.El oficiante con su característica solemnidad se encontraba completamente listo para comenzar con su sermón con respecto al matrimonio y la importancia del mismo.—El matrimonio es una institución que requiere fidelidad mutua para la vida —sus palabras estaban cargadas de s
En medio de la recepción de su boda, Jade se encontraba muy sorprendida por la decoración del salón. Todo parecía resplandecer, dejándola sin aliento. Sin duda, su esposo había sido muy meticuloso en cada detalle, aunque odiaba el hecho de que fuera tan controlador y no le hubiera permitido participar en la organización de su propia boda.Era casi imposible dejar de sentirse atrapada cuando se comportaba de esta forma tan inquietante.De repente, lo vio acercarse, con esa frialdad tan característica empañando sus facciones de ángel.—Debo felicitarte, Adriel. El lugar está impecable —le dijo con un tono cargado de sarcasmo que apenas pudo contener—. Tus arreglos son realmente bonitos. Es como si hubieras decorado un set de película, donde yo solo soy un extra más.El hombre alzó una ceja, captando el reproche. Aun así, se mantuvo imperturbable.—Gracias —respondió con ligereza.Esa sola palabra le hizo sentir una punzada de frustración.¿Cómo se suponía que haría funcionar este matrim
—¡Gala! ¡Gala!Jade temblaba del puro miedo.No sabía qué hacer, su mente estaba completamente en blanco.—¡Por favor, despierta! ¡Ayuda!Las personas se arremolinaban a su alrededor, pero no eran más que simples espectadores de un espectáculo.Nadie movía un dedo, simplemente veían todo con completo pasmo.Las lágrimas corrían de los ojos de Jade cuando, Adriel, haciendo a un lado a varias personas, se acercó hasta ellas y se arrodilló junto a su hermana, tomando el control de la situación con rapidez.—Jade, necesito que me ayudes —su voz se mostraba calmada, parecía que no existía nada que lograra perturbar el temple de este hombre—. Mantén la cabeza de Gala de lado para que no se ahogue —comenzó a dar instrucciones, mientras sacaba su teléfono celular y marcaba el número de emergencias.La joven, aún temblando, cumplió con lo solicitado por su esposo. Colocó la cabeza de Gala de lado, mientras Adriel con su mano libre verificaba que no hubiera objetos peligrosos.—Ahora, asegúrate
“Lo único que espero de esta unión es que aprendas a comportarte como la señora que ya eres.”Jade tiró fuerte de los lazos que mantenían sujeta la cola de su vestido.“Se espera de nosotros que engendremos un heredero”A medida que más se repetían las palabras de Adriel en su mente, sus movimientos se tornaban más rápidos y violentos.Deseaba, no, necesitaba, quitarse ese pesado traje que lo único que hacía era recordarle su estupidez.Con cada nudo que deshacía se sentía más libre, aunque sabía bien que esa libertad era meramente ficticia.Cuando la cola finalmente se deslizó por el suelo, sintió una mezcla de alivio y decepción.Se suponía que aquel vestido blanco cargaba en sí un gran significado, pero justo ahora lo veía como un peso innecesario en su vida.Ahora se encontraba únicamente con la parte inferior del vestido, el cual era igual de impresionante, pero mucho más manejable.Sosteniendo la botella de vino que había llevado al baño, comenzó a servirse un nuevo vaso, seguid
Pero Adriel estaba consciente de que era un hombre egoísta y eso no podía negarlo, porque, aun a sabiendas de que Jade no lo quería, había decidido tenerla a toda costa.Primero había acudido a Fabián Arison con la finalidad de proponerle una alianza que resultaría beneficiosa para las dos empresas, sin embargo, el hombre se había negado a otorgarle la mano de su hija por la simple y llana razón de que no obligaría a Jade a casarse con un hombre que ella no quería.Y así, cada vez las posibilidades de tenerla se volvían mucho más escasas, orillándolo a cruzar las líneas morales y a recurrir al engaño y a la trampa con tal de tenerla entre sus brazos. Como lo estaba justo ahora, tan quieta y dócil, durmiendo en una cama llena de pétalos de rosas, decorada específicamente para que su unión fuera consumada. Pero sabía que eso no sucedería en un futuro cercano. Jade todavía no había terminado de asimilar su posición, pero confiaba en el hecho de que lo haría muy pronto. Pronto entendería
Los ojos de Jade observaron con asombro la majestuosa casa que se encontraba frente a ellos, la cual tenía un diseño arquitectónico que parecía sacado de una revista de lujo.Era un lugar enorme.Demasiado grande como para que vivieran únicamente dos personas, así que hubiera preferido un departamento o algo mucho más sencillo.¿Pero cómo explicarle eso a su imponente esposo?Al cruzar la puerta de la mansión, se sintió como si hubiera entrado en otro mundo. El vestíbulo era amplio, con un elegante candelabro de cristal que se colgaba del techo, y una escalera de caracol que conducía a un segundo piso. A su alrededor, el eco de sus pasos resonaba en el mármol pulido.—Es... impresionante —susurró, incapaz de apartar la vista de la belleza que la rodeaba. Aparentemente, su esposo se había esmerado mucho en dejarla sin palabras y, efectivamente, lo había conseguido.—Me alegra que te guste —asintió orgulloso.—Siento que es demasiado, Adriel —comenzó a decir a medida que más exploraban
—Cariño, ¿cuándo volveremos a verte? —la tristeza en la voz de la mujer no pudo ser ocultada.—Pronto. Ya sabes cómo es esto, Natalia —explicó el hombre con fastidio, aparentemente aburrido de dar siempre las mismas explicaciones—. Son negocios. Debo ir y venir para asegurarme de que todo marche bien. Pero no te preocupes, estaré en casa en un mes, ¿está bien?Una caricia llegó a la mejilla derecha de la joven y rápidamente se dejó envolver como un gatito perezoso, ronroneando ante su delicado gesto. —Los niños y yo te extrañaremos mucho —su mirada estaba llena de devoción, mientras veía al hombre que amaba a punto de partir. —Y yo los extrañaré a ellos. Ambos padres se giraron para divisar el trío de camas. Sus pequeños dormían plácidamente, ajenos a la realidad de que su padre estaba a punto de irse nuevamente.—Ellos sufren mucho siempre que te vas —comentó Natalia, testigo principal de la desilusión que embargaba a sus pequeños cada vez que tenían que despertarse para encontrar