Capítulo 109

Orena perdió la cuenta de todos los intentos de Darío por impedir esa boda.

La discusión que presenció en el despacho de Augusto Arison, fue el inicio de una serie de sucesos que le dejaron un agrio sabor de boca.

Padre e hijo se enzarzaron en una disputa que terminó con el puño de Augusto clavado en la mejilla derecha de su único hijo.

—Te casarás con ella y punto —vociferó el hombre fuera de sus casillas, mientras sujetaba el cuello de la camisa del muchacho y lo empujaba contra una mesa aledaña.

Orena jadeó, horrorizada, estuvo a punto de decirle que no, que ella tampoco deseaba ese compromiso y que por favor lo soltará, pero sabía en su interior que aquello no era cierto. Siempre había fantaseado con casarse con Darío, ¿con quién más se casaría sino con él?

Así que se quedó callada como la egoísta que era.

Albergaba la esperanza de que con el tiempo, Darío aceptará su destino, justo como ella lo había hecho cuando sus padres le informaron de su mala fortuna.

Pero el tiempo pasó
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