Capítulo 116

Dos días después, finalmente conseguía el valor necesario para levantarse de la cama y acudir a la consulta con su médico obstetra.

No necesitaba hacerse una prueba de embarazo para saber que estaba en estado.

Ya había vivido todos estos síntomas antes.

Sus pequeños hijos se mostraban muy preocupados por su estado de ánimo, antes de irse a la escuela siempre acudían a su habitación y le daban un beso, le traían una flor o le pedían que se mejorara pronto. Sabía que estaba sufriendo por la “tía Aleja”, como solían llamarle ellos.

Fabián les había explicado de una manera cuidadosa que la “tía Aleja” había partido al cielo y que ahora se encontraba en compañía de Dios.

Los niños se mostraron muy tristes al inicio porque ya no la volverían a ver, pero luego comprendieron que esto era algo bueno y comenzaron a observar las estrellas con atención y a señalar el cielo.

“¿Allá arriba es donde está la tía, mamá?”, le preguntaban con inocencia.

Cada vez que Natalia los escuchaba, su cora
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