Ana Paula sintió el deseo de pasar desapercibida en medio de esta situación tan inesperada, pero cuando sus ojos se cruzaron con los del extraño supo entonces que era demasiado tarde para eso. Aun así, lo intento. Desvió la mirada y aparento concentrarse en los exámenes que llevaba en su mano. «Con suerte ese hombre no la recordaría», pensó esperanzada, dando pasos indecisos. Sabía que resultaría demasiado incómodo esto de volver a verse luego de… una noche loca. Porque aquello era lo único que había pasado. No lo conocía de nada. No sabía ni su nombre. Y ciertamente no estaba segura de si quería compartir a su hijo con él, a pesar de que este hombre fuera el padre de la criatura. Sin embargo, todos sus planes y estrategias se vieron sacudidos ante la imponente presencia. Sintió que la mano del hombre le agarraba del brazo y sus ojos se cerraron con pesar un instante antes de darse vuelta y encararlo. —Hola —le dijo él, con su voz firme y varonil. De repente su cuerpo se es
—Mamá… —murmuró Natalia.La palabra se sintió tan extraña en su boca.—Sí, mi amor, aquí está mamá —su madre no se separó de ella.Pero Natalia sentía que necesitaba algo de espacio para poder asimilar lo que estaba ocurriendo.El aire que llegaba a sus pulmones era cada vez más deficiente, era como si todo diera vueltas a su alrededor y se encontrara atrapada en un bucle donde el día en que había sido abandonada se repetía una y otra vez en su mente.Recordaba el dolor, la impotencia. El rechazo reflejado en esos ojos que ahora parecían verla con esperanza.¿Por qué tuvo que regresar?Su madre no tenía ni idea de lo mucho que le había costado superar su abandono.Había crecido tan llena de carencias emocionales, le había costado tanto perdonarla, justificarla.—¿Qué haces aquí? —consiguió decir a pesar de la conmoción.—Oh, Natalia, ha sido todo un milagro —tomo sus manos entre las suyas, alejándose un poco—. Pensé que nunca más te volvería a ver. Pero mira —parecía orgullosa de lo q
Ana Paula no sabía con exactitud qué estaba haciendo en ese lugar. Se encontraba en una cafetería de la zona, esperando a su “cita”.La verdad era que no se suponía que debería verse con Iván, no si su intención era ocultarle la existencia del bebé. Pero debía admitir que en el fondo tenía curiosidad, curiosidad con respecto a la personalidad del hombre que la había embarazado.Hasta hace unos días este hombre no tenía ni siquiera un rostro claro, pero ahora lo conocía. Al menos físicamente. Sin embargo, no podía conformarse con esto, quería saber un poco más de sus orígenes.«Era simple curiosidad», se decía mientras esperaba a que apareciera.Primer rasgo de su personalidad que no le agradaba: su impuntualidad.Se suponía que ya debería estar en el sitio, se había mostrado muy interesado al invitarla y ahora la dejaba plantada. Era el colmo. «Seguramente lo olvido», pensó con decepción y a la vez con enojo.Ana Paula se levantó de su asiento, completamente decidida a no ser la comi
Natalia se sintió muy herida ante las palabras de Fabián. Simplemente, no quería creer que fueran ciertas.¿Su madre la estaba usando?La verdad era que existía una alta probabilidad de que así fuera.Después de todo, ¿de dónde surgió?¿Cómo fue que dio con su paradero?Había muchas interrogantes danzando en su mente.—No puedes afirmar algo así —le respondió a su marido con pesar—. No la conoces.—Créeme que no necesito conocerla para hacerme una buena idea de lo que es capaz.Nuevamente, el puñal se clavó muy profundo en su pecho y sintió las lágrimas avecinarse, pero se negaba a llorar.—No quiero seguir hablando de esto —dijo con su voz firme—. Te devolveré el dinero.—¡El dinero no es lo que me importa! —exclamó el hombre harto de su ceguera.—¿Entonces qué es lo que quieres?—Quiero que dejes de verla.El entrecejo de Natalia se frunció.¿Realmente le estaba pidiendo una cosa como esa?—Es mi madre, Fabián —le recordó con dureza.—No creo que a una mujer que abandone a su hija d
Habían pasado semanas desde la última vez que vio a Iván. El hombre le había estado llamando insistentemente para que volvieran a verse, cosa a la que se había negado rotundamente.No quería entablar ningún tipo de relación con él.Le caía muy bien, sí, pero no estaba dispuesta a abrirle su corazón a otra persona.Ana Paula sacudió la cabeza, ahuyentando esos pensamientos por enésima vez.No podía dejar de sentirse culpable.Los días pasaban y su hijo cada vez crecía más.Lo estaba privando del amor de un padre, pero sentía que era lo mejor. Aunque quizás ese era su egoísmo hablando por ella.Suspiró con cansancio.Entró entonces a una tienda de ropa de bebé, sintiendo mucha emoción. Le encantaba la idea de hacer un espacio en la casa para su hijo, de decorar, de esperarlo con añoranza. Sin embargo, algo le impedía disfrutar plenamente de esto, era esa sensación de que se estaba equivocando, de que no estaba haciendo lo correcto.Aun así, aquello no le impidió elegir las prendas más co
—¿Qué ocurre, Natalia? —le preguntó su esposo cuando colgó la llamada. La mujer estaba pálida, su frente sudaba y sus manos temblaban, cosa que llamó mucho la atención de Fabián. —Es… es…—¿Qué es? —presionó al ver que tartamudeaba y que no podía formar una oración coherente. —Es sobre Aleja —mintió. No podía decirle que acababan de llamarla unos secuestradores, aquello era lo primero que le habían advertido y no podría en riesgo la vida de sus hijos por nada en el mundo—. Encontraron más información sobre su caso. Descubrieron que estuvo siendo torturada por un tiempo… Yo solo quiero irme a casa. Su esposo, al escuchar la mención de su amiga, entendió entonces la razón de su malestar y no le hizo más preguntas al respecto. Sabía perfectamente que aquel tema le afectaba bastante.—Vamos —la guío suavemente, tomándola por la cintura y ayudándola a caminar. En este caso, si lo necesitaba, sentía que sus piernas estaban débiles y que en cualquier momento iba a desmayarse—. Estos últi
Natalia no era una experta en manejar, así que su andar en el auto estaba resultando bastante torpe. Aun así, se mantenía concentrada en la carretera, mientras su GPS se hallaba encendido, indicándole el camino que la dirigiría al sitio de encuentro pautado por los secuestradores.De repente, las calles transitadas comenzaron a desaparecer, siendo reemplazadas por terrenos baldíos y zonas boscosas.Su corazón latía cada vez más de prisa, mientras pensaba en las consecuencias que acarrearía hacer esto sola.Estaba embarazada, rumbo a encontrarse con personas peligrosas. Pero la verdad era que, si le daban a elegir, estaba dispuesta a sacrificarse con tal de que no lastimaran a sus tres angelitos.—Lo siento, mi amor —se acarició su vientre y le dijo a aquel pequeño que aún no nacía.No era este el destino que quería para ninguno de los dos, pero las cartas estaban echadas y sería el mismo destino quien decidiría si salían bien librados de esto o no.Minutos después, estacionó el auto e
—¡Mami!Los niños se levantaron rápidamente y corrieron para abrazarla.Natalia los recibió en sus brazos y se agachó a su altura para poder acariciarlos y comprobar que estuvieran en perfecto estado. No confiaba en ninguno de esos dos dementes.—Querida, ¿trajiste mi dinero? —preguntó su madre en un tono casual, como si no estuviera hablando del botín que había solicitado para el secuestro de sus propios nietos.«¿Qué tan retorcida tenía que ser una persona para llegar a ese extremo?», no pudo evitar preguntarse.En ese momento, en el que la observaba fijamente a los ojos, descubrió aquello que tanto había estado ignorando: la maldad, la ambición, el desenfreno.Su progenitora no era una mujer anciana, pero parecía como si la vida le hubiera dado una paliza. Se veía consumida. Su piel tostada y con muchas arrugas y manchas, su cabello descolorido y despeinado la mayoría del tiempo.¿Qué tan cruel tuvo que ser su vida para convertirla en el monstruo que ahora era?Y no solo físicament