Natalia no había querido decirle a Fabián sobre las complicaciones de su embarazo para no empeorar el de por sí ya tenso ambiente. Sin embargo, a la mañana siguiente le enseñó todos sus exámenes médicos y le explicó que era un embarazo de alto riesgo.—Debo guardar mucho reposo —comenzó diciendo con una mirada apenada por haber ocultado algo tan relevante como eso—. La doctora me aseguró que no había nada de que preocuparme —se apresuró en agregar al ver la alarma encenderse en los ojos de su esposo.—Pero, Natalia, ¿cómo pudiste callarte algo tan importante? —la reprendió de inmediato. Para él aquello era lo primero que debió de decirle.—Lo siento. Es que anoche… no quería arruinar más las cosas —se excusó débilmente—. Quería que disfrutáramos de esta noticia como lo que es: una noticia feliz.—Y es una noticia feliz, desde luego. Pero eso no quita el hecho de que guardaste silencio con algo muy serio —se mostró molesto por su actitud—. No sé quién sea tu médico, Natalia, pero hoy m
Ana Paula se sentía muy ansiosa, mientras observaba a la doctora acercarse hacia la camilla donde esperaba con el vientre expuesto. Esa era su primera consulta con el obstetra. Había retrasado la cita durante semanas porque se le hacía demasiado difícil de afrontar, que, por un error tan tonto, había resultado embarazada de un extraño. Sabía que la pequeña criatura crecía dentro de sí, era demasiado evidente. Cada día pesaba un poco más, a veces se despertaba con náuseas y otras no deseaba comer absolutamente nada. Cualquier olor fuerte y repentino le producía una oleada de asco y no podía quedarse quieta hasta vomitar. Pero ahora estaba aquí, en el consultorio, dispuesta a conocer a su hijo. A ese pequeño ser que ya había empezado a amar y quién se estaba convirtiendo en su fuerza para seguir adelante.La obstetra comenzó con su trabajo, era una mujer madura, con unos ojos muy sabios y amables. —¿Es tu primera vez, cierto? —le preguntó al notar su nerviosismo.Ana Paula le conte
Ana Paula sintió el deseo de pasar desapercibida en medio de esta situación tan inesperada, pero cuando sus ojos se cruzaron con los del extraño supo entonces que era demasiado tarde para eso. Aun así, lo intento. Desvió la mirada y aparento concentrarse en los exámenes que llevaba en su mano. «Con suerte ese hombre no la recordaría», pensó esperanzada, dando pasos indecisos. Sabía que resultaría demasiado incómodo esto de volver a verse luego de… una noche loca. Porque aquello era lo único que había pasado. No lo conocía de nada. No sabía ni su nombre. Y ciertamente no estaba segura de si quería compartir a su hijo con él, a pesar de que este hombre fuera el padre de la criatura. Sin embargo, todos sus planes y estrategias se vieron sacudidos ante la imponente presencia. Sintió que la mano del hombre le agarraba del brazo y sus ojos se cerraron con pesar un instante antes de darse vuelta y encararlo. —Hola —le dijo él, con su voz firme y varonil. De repente su cuerpo se es
—Mamá… —murmuró Natalia.La palabra se sintió tan extraña en su boca.—Sí, mi amor, aquí está mamá —su madre no se separó de ella.Pero Natalia sentía que necesitaba algo de espacio para poder asimilar lo que estaba ocurriendo.El aire que llegaba a sus pulmones era cada vez más deficiente, era como si todo diera vueltas a su alrededor y se encontrara atrapada en un bucle donde el día en que había sido abandonada se repetía una y otra vez en su mente.Recordaba el dolor, la impotencia. El rechazo reflejado en esos ojos que ahora parecían verla con esperanza.¿Por qué tuvo que regresar?Su madre no tenía ni idea de lo mucho que le había costado superar su abandono.Había crecido tan llena de carencias emocionales, le había costado tanto perdonarla, justificarla.—¿Qué haces aquí? —consiguió decir a pesar de la conmoción.—Oh, Natalia, ha sido todo un milagro —tomo sus manos entre las suyas, alejándose un poco—. Pensé que nunca más te volvería a ver. Pero mira —parecía orgullosa de lo q
Ana Paula no sabía con exactitud qué estaba haciendo en ese lugar. Se encontraba en una cafetería de la zona, esperando a su “cita”.La verdad era que no se suponía que debería verse con Iván, no si su intención era ocultarle la existencia del bebé. Pero debía admitir que en el fondo tenía curiosidad, curiosidad con respecto a la personalidad del hombre que la había embarazado.Hasta hace unos días este hombre no tenía ni siquiera un rostro claro, pero ahora lo conocía. Al menos físicamente. Sin embargo, no podía conformarse con esto, quería saber un poco más de sus orígenes.«Era simple curiosidad», se decía mientras esperaba a que apareciera.Primer rasgo de su personalidad que no le agradaba: su impuntualidad.Se suponía que ya debería estar en el sitio, se había mostrado muy interesado al invitarla y ahora la dejaba plantada. Era el colmo. «Seguramente lo olvido», pensó con decepción y a la vez con enojo.Ana Paula se levantó de su asiento, completamente decidida a no ser la comi
Natalia se sintió muy herida ante las palabras de Fabián. Simplemente, no quería creer que fueran ciertas.¿Su madre la estaba usando?La verdad era que existía una alta probabilidad de que así fuera.Después de todo, ¿de dónde surgió?¿Cómo fue que dio con su paradero?Había muchas interrogantes danzando en su mente.—No puedes afirmar algo así —le respondió a su marido con pesar—. No la conoces.—Créeme que no necesito conocerla para hacerme una buena idea de lo que es capaz.Nuevamente, el puñal se clavó muy profundo en su pecho y sintió las lágrimas avecinarse, pero se negaba a llorar.—No quiero seguir hablando de esto —dijo con su voz firme—. Te devolveré el dinero.—¡El dinero no es lo que me importa! —exclamó el hombre harto de su ceguera.—¿Entonces qué es lo que quieres?—Quiero que dejes de verla.El entrecejo de Natalia se frunció.¿Realmente le estaba pidiendo una cosa como esa?—Es mi madre, Fabián —le recordó con dureza.—No creo que a una mujer que abandone a su hija d
Habían pasado semanas desde la última vez que vio a Iván. El hombre le había estado llamando insistentemente para que volvieran a verse, cosa a la que se había negado rotundamente.No quería entablar ningún tipo de relación con él.Le caía muy bien, sí, pero no estaba dispuesta a abrirle su corazón a otra persona.Ana Paula sacudió la cabeza, ahuyentando esos pensamientos por enésima vez.No podía dejar de sentirse culpable.Los días pasaban y su hijo cada vez crecía más.Lo estaba privando del amor de un padre, pero sentía que era lo mejor. Aunque quizás ese era su egoísmo hablando por ella.Suspiró con cansancio.Entró entonces a una tienda de ropa de bebé, sintiendo mucha emoción. Le encantaba la idea de hacer un espacio en la casa para su hijo, de decorar, de esperarlo con añoranza. Sin embargo, algo le impedía disfrutar plenamente de esto, era esa sensación de que se estaba equivocando, de que no estaba haciendo lo correcto.Aun así, aquello no le impidió elegir las prendas más co
—¿Qué ocurre, Natalia? —le preguntó su esposo cuando colgó la llamada. La mujer estaba pálida, su frente sudaba y sus manos temblaban, cosa que llamó mucho la atención de Fabián. —Es… es…—¿Qué es? —presionó al ver que tartamudeaba y que no podía formar una oración coherente. —Es sobre Aleja —mintió. No podía decirle que acababan de llamarla unos secuestradores, aquello era lo primero que le habían advertido y no podría en riesgo la vida de sus hijos por nada en el mundo—. Encontraron más información sobre su caso. Descubrieron que estuvo siendo torturada por un tiempo… Yo solo quiero irme a casa. Su esposo, al escuchar la mención de su amiga, entendió entonces la razón de su malestar y no le hizo más preguntas al respecto. Sabía perfectamente que aquel tema le afectaba bastante.—Vamos —la guío suavemente, tomándola por la cintura y ayudándola a caminar. En este caso, si lo necesitaba, sentía que sus piernas estaban débiles y que en cualquier momento iba a desmayarse—. Estos últi