Tres pares de ojitos marrones la miraban expectantes.
Natalia supo que había llegado el momento de la verdad, debía de explicarle a sus pequeños los cambios que se avecinaban para sus vidas…
Pero ¿cómo decirles que iba a casarse con un extraño cuando hacía un par de días veían a sus padres juntos y felices?
Sin duda sería un shock tremendo para ellos, pero más allá de la impresión de la noticia, estaba segura de que les dolería más saber que su padre los había negado delante de una gran multitud de personas.
Entonces, indiferentemente de la circunstancia, el sufrimiento estaba a la orden del día y era inevitable.
—Sé que esto seguramente les sorprenderá mucho —comenzó, sopesando las palabras con cabeza fría. Debía ser muy cuidadosa con esto—. Ustedes están acostumbrados a ver a papá y a mamá juntos, pero muchas cosas han cambiado y...
El trío de niños intercambiaron una mirada entre ellos, intrigados.
—A mí también me duele que las cosas ya no puedan ser como antes, pero…
Natalia tragó seco sin saber cómo decirles aquello, sin romperles el corazón en el proceso; era increíblemente difícil.
«¡Bien, debes hacerlo!», se animó a sí misma.
—Mamá y papá ya no estarán juntos —reveló entonces con un suspiro.
Los niños abrieron mucho sus ojitos, sorprendidos y horrorizados a la vez.
—Pero mamá… —Fue Mateo, quien soltó aquello con impresión, parecía no asimilarlo.
—Esto no quiere decir que no vuelvan a ver a su padre —se apresuró a decir, dándose cuenta de que la había embarrado.
«Cielos, era imposible que Roberto estuviera presente en la vida de sus hijos si había decidido negarlos», concluyó ofuscada con su torpeza.
—O quizás ya no vuelvan… —Se cortó cuando observó cómo los ojitos de sus hijos se humedecían—. ¡No, no, no, niños, lo siento! —soltó con el corazón comprimido ante la escena.
Sin duda era imposible hacer esto sin romperles el corazón a sus pequeños.
—Lo que quiero decir es que, sin importar si su padre y yo estamos juntos o no, ambos siempre los amaremos y procuraremos lo mejor para ustedes —prometió con lágrimas en los ojos—. Por favor, no olviden nunca lo mucho que los amo, los valiosos que son para mí. Y sé que ahora no entienden muchas de las cosas que hago, pero llegará un momento en que comprenderán todas mis acciones y entonces sabrán que todas y cada una de ellas fueron pensadas para su bienestar. Porque ustedes siempre estarán primero en mi vida —dicho esto, los abrazó, estrechándolos en su pecho en un abrazo de mamá oso.
Los niños lloraron junto a su madre sin saber muy bien el motivo, pero había una enorme tristeza invadiéndolos. Quizás esta se debía al hecho de saber que ya nada sería como antes, que ya sus padres no los verían con la misma ternura o quizás era el miedo a sentir que podrían perderlos.
[…]
—Y bien, ¿cuándo nos casaremos? —se encontró Natalia preguntándole a Fabián cuando entró a su oficina.
—Hay algunas cosas que deben quedar claras primero —comenzó colocando un par de hojas frente al escritorio de caoba. Se veía elegante y costoso, justo como el hombre frente a ella.
Natalia las evaluó perezosamente y supo entonces que se trataba de un acuerdo prenupcial.
—No era necesario nada de esto. No pensaba quedarme con tu dinero —no pudo evitar responder, ofendida.
—Tus intenciones no importan aquí —la cortó el hombre, áspero—. Lo que importa es lo que quede plasmado en papel. Y quiero que todo quede perfectamente especificado. No quisiera que este matrimonio durara más de lo previsto y tampoco quisiera gastar más de lo estimado.
Natalia contuvo una exhalación. Era evidente que Fabián veía esto como un simple negocio.
—De acuerdo —terminó firmando a todo lo que le puso al frente sin dignarse a leer.
—Anunciaremos nuestro compromiso en una gala benéfica la próxima semana —le comunicó con una sonrisa maliciosa en los labios.
—¡¿Tan pronto?! —se horrorizó Natalia.
—La boda debe estar prevista para dentro de un mes.
—Siento que es muy poco tiempo para preparar a mis hijos, yo…
—Ya has firmado —le soltó, rudo—. Lo que tengas que hacer no es mi asunto.
Natalia lo miró mal. Era un engreído.
—De acuerdo, señor insensible. Me iré para ponerme a trabajar en mi parte del trato —se levantó de su asiento, enojada.
—Más te vale controlar tu tono, Natalia. Ahora eres mi empleada —le advirtió implacable.
La mujer se tragó el insulto que tenía en la punta de la lengua y salió de la habitación, dispuesta a prepararse para la dichosa gala y para soltarle al mundo entero que ella no se quedaría llorando por un hombre que no supo valorarla.
Sin embargo, nada era tan fácil como creía. Los días transcurrieron lentamente y, en ese tiempo, no pudo hacer otra cosa que llorar por ese amor perdido, llorar por los engaños recibidos, porque ese hombre que amó durante tanto tiempo no le correspondió de la misma manera.
Aquella no era la primera vez que amaba sin reservas y le pagaban de esa manera tan vil.
Natalia recordó a su madre y recordó el día en que la abandonó en aquel orfanato. En aquel entonces, era una jovencita de trece años, quien no entendía por qué la persona que más admiraba en el mundo le hacía algo como eso.
“No esperes por mí”, le dijo su progenitora en aquel momento: “No puedo cuidarte, Natalia. Eres un estorbo en mi vida. No eres suficiente.”
Las lágrimas brotaron de sus ojos por enésima vez en ese día y las desechó de un manotazo, concentrándose entonces en el elegante vestido rojo que tenía sobre la cama. Se hallaba en una habitación de hotel, donde vivía con sus hijos hasta que todo el asunto de la boda se concretara y pudiera mudarse con Fabián Arison.
Pero le agradecía la distancia temporal, sentía que era necesaria para poner a sus hijos al corriente de lo que se avecinaba.
Dejándose de tonterías, se vistió y maquilló como la mujer hermosa que aún era. Tenía tan solo veintiséis años y sabía que tenía buenos atributos. Así que decidió sacarle partido a cada uno.
Ese día vería a Roberto después de una semana, ese día le restregaría a la cara que era valiosa y estaba a punto de rehacer su vida con alguien diferente.
Ese día sería bueno para ella… o tal vez no.
Su amiga Aleja llegó a la hora acordada y Natalia no pudo hacer otra cosa que abrazarla, mientras le agradecía por el gesto de venir a ayudarla con sus hijos.—Te lo pagaré —le dijo a la mujer, separándose de aquel abrazo. Aleja sacudió la mano quitándole peso a su labor de niñera por esa noche. —No es necesario —contestó con voz suave. Era una persona pacífica, que transmitía tranquilidad con solo observarla—. Recuerda que para eso estamos las amigas. —Gracias, Aleja. Gracias por todo —le agradeció nuevamente a punto de volver a estrecharla contra su pecho. Natalia no tenía a nadie más que pudiera brindarle apoyo.—Mejor ve. Llegarás tarde —le recordó su misión de esa noche y sintió que los nervios la invadían por enésima vez en la última hora. —¿Cómo me veo?Aleja curvo sus labios en una sonrisa pícara e hizo un gesto lascivo con su lengua. Esto era una broma juguetona que le hizo entender a Natalia que se veía apetecible con ese vestido puesto.—Sin duda te robarás todas las mi
El resto de la velada transcurrió entre felicitaciones y cuchicheos. Natalia sintió la insistente mirada de su ex pareja siguiendo cada uno de sus movimientos, pero no le dio el gusto de darle su atención.Esto de ignorar abismalmente a Roberto estaba resultando muy entretenido. No pudo evitar sonreír con un toque maquiavélico, cuando diviso en una esquina del salón a una disgustada Ana Paula, quien parecía reclamarle algo a Roberto.Sin embargo, Natalia también notó que su acompañante se mostraba muy interesado en la escena que se desarrollaba a pocos metros.—¿Ustedes son amigos? —se atrevió entonces a preguntarle a Fabián, recordando la manera atenta en que había saludado a esa tal Ana Paula.El hombre le devolvió la mirada con el ceño fruncido, aparentemente cavilando profundamente su cuestionamiento.—No —dijo sin más, cosa que la dejo con más dudas que antes.—Pero… —estuvo a punto de rebatirle, porque realmente parecían cercanos; sin embargo, una mirada dura de su parte la sile
—¡Explícame ahora mismo qué clase de locura es esta!La revista se estrelló contra el escritorio de Fabián Arison al tiempo en que alzaba la vista para enfrentarse a su progenitora.—Es un gusto para mí también verte, madre—habló con sarcasmo, mientras la mujer frente a él parecía estar a punto de echar fuego por la boca.—¡Déjate de idioteces! —lo regañó, Orena Arison, con el ceño fruncido y con muchas arrugas enmarcando sus fracciones.—¿Y ahora qué ocurrió? —preguntó el hombre cruzándose de brazos y recargándose mejor en el espaldar de su silla de oficina—. ¿Tu tarjeta de crédito no funcionó y no pudiste seguir malgastando el dinero con la inútil de mi hermana? ¿O qué es eso que te tiene tan disgustada?—Mira, Fabián, te advierto que no estoy de humor para tus insolencias…—Mira, mamá, sé más clara, ¿quieres? No tengo idea de qué es lo que te tiene tan disgustada y además no tengo mucho tiempo para atender boberías como esta —soltó con poca paciencia, deseando que todo esto termina
Natalia tuvo sus reservas ante la idea de llevar a sus hijos a la cena de la madre de Fabián, pero sintió que esta era una oportunidad de oro para presentarle sus pequeños al hombre en cuestión. Realmente en su mente pareció ser una buena idea, sin embargo, se encontró rápidamente arrepintiéndose de su torpe decisión.—Niños, saluden a Fabián Arison —les indico a los pequeños cuando el hombre fue a buscarlos a la puerta de la habitación.Natalia le había pedido que subiera personalmente, ya que necesitaba hacer las presentaciones pertinentes antes de emprender el viaje con destino a la cena de su familia.—¡Hola, señor! —dijeron los niños al unísono con un tono educado e inocente.—Un gusto —respondió Fabián con voz seria, como si en lugar de estar conociendo a un trío de chiquillos de cuatro años, estuviera saludando a algún empresario de renombre.Natalia le dio un codazo nada disimulado y lo alentó con la mirada a que fuera un poco más afectuoso.—Me alegra finalmente conocerlos,
La planeación de la boda se llevó a cabo sin ningún tipo de contratiempo, a pesar de los intentos de Orena Arison para impedir el matrimonio, pero Orena no era la única empecinada en evitar dicha unión. Roberto era otro que no dejaba de enviar amenazas para intentar hacerla desistir de la idea de casarse. “Mis abogados te visitarán pronto, Natalia. Esta es mi última advertencia”, eso era lo que había escrito en su último mensaje. Para este punto, Natalia se había dado cuenta de que lo de Roberto eran puras palabras vacías que únicamente buscaban amedrentarla y hacerla retroceder en su decisión. Realmente el hombre no la demandaría por la simple razón de que no estaba dispuesto a asumir delante de su esposa que sí, había mentido, y en realidad los niños eran sus hijos. Un hombre como Roberto prefería llevar ese engaño hasta las últimas consecuencias sin importarle a quién lastimaba en el proceso. Él era así de cobarde. En ese tiempo, Natalia también había comprobado con aliv
Con mucho esfuerzo, Natalia logró liberarse lo suficiente como para agarrar impulso y darle una cachetada a aquel hombre que acababa de insultarla.¿Con qué derecho se atrevía a decirle “amante”?¿En qué momento fue que acordaron una cosa semejante? Al parecer a Roberto se le olvidaba que ella nunca estuvo al tanto de su mentira.Si hubiera sabido que tenía a alguien más en su vida, lo habría dejado al segundo siguiente.—¡Nunca más te atrevas a referirte a mí de esa forma! —exigió enfurecida. Su palma ardía debido al impacto y tenía el corazón acelerado por la cantidad exagerada de energía negativa que circulaba por su cuerpo. Quería gritar, llorar y soltar toda su frustración dándole golpes a aquel insensible hombre. «Pero lo que haría sería mucho mejor», pensó de pronto, recuperando su templanza y dándose cuenta de que estaba en el camino correcto.Quizás era cierto eso de que Roberto no la quería, pero de igual forma, la posibilidad de su matrimonio le molestaba. Ya fuera por
—… los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.Natalia, a duras penas, reaccionó a tiempo para captar la última frase de aquellas palabras. Antes de que pudiera hacer o decir algo, ya Fabián Arison estaba inclinándose para rozar sus labios.Se quedó de piedra, congelada, sintiendo algo cálido moverse sobre su boca.Todo fue muy rápido.Sin duda aquella no era la expresión que debería tener una novia en un momento tan especial como este, pero le resultaba imposible ocultar todo su asombro.Sus ojos estaban abiertos como platos, mientras detallaba cada uno de los rasgos de su compañero. Detalló su frente levemente fruncida, sus ojos cerrados, sus cejas tupidas, sus pestañas ridículamente voluminosas, era…Natalia no pudo seguir ahondando en su inspección, cuando Fabián la tomó de la nuca y la inclinó lo suficiente como para profundizar el beso.En ese justo instante sus ojos se cerraron y se entregaron al momento sin que pudiera oponerse.«Está bien, es solo para el teatro», se
Para el momento en que llegaron al hotel donde se llevaría a cabo la recepción de la boda, el sol se había ocultado por completo dándole paso a una hermosa noche.Natalia bajo del auto de la mano de su esposo y ambos se sonrieron el uno al otro, dándole paso así a la segunda fase de aquel teatro.El lugar elegido para tal ocasión era un espectáculo en sí mismo. Los grandes ventanales, el suelo de mármol pulido y los candelabros de cristal a la vista, era la combinación perfecta entre lo clásico y lo moderno.Un personal atento los esperaba en la entrada, dispuesto a guiarlos hasta donde la melodiosa música de fondo se escuchaba.—Bienvenidos, señor y señora Arison.El saludo le provocó a Natalia un ligero escalofrío y la sonrisa que se mostraba insistente en sus labios se transformó en una mueca deforme y tensa.«¿Le había dicho señora Arison? ¿A ella?»Aparentemente, ahora era que acababa de asimilar el hecho de que estaba casada con este hombre.Ya no sería más Natalia Ramírez, ahor