Su amiga Aleja llegó a la hora acordada y Natalia no pudo hacer otra cosa que abrazarla, mientras le agradecía por el gesto de venir a ayudarla con sus hijos.
—Te lo pagaré —le dijo a la mujer, separándose de aquel abrazo.
Aleja sacudió la mano quitándole peso a su labor de niñera por esa noche.
—No es necesario —contestó con voz suave. Era una persona pacífica, que transmitía tranquilidad con solo observarla—. Recuerda que para eso estamos las amigas.
—Gracias, Aleja. Gracias por todo —le agradeció nuevamente a punto de volver a estrecharla contra su pecho.
Natalia no tenía a nadie más que pudiera brindarle apoyo.
—Mejor ve. Llegarás tarde —le recordó su misión de esa noche y sintió que los nervios la invadían por enésima vez en la última hora.
—¿Cómo me veo?
Aleja curvo sus labios en una sonrisa pícara e hizo un gesto lascivo con su lengua. Esto era una broma juguetona que le hizo entender a Natalia que se veía apetecible con ese vestido puesto.
—Sin duda te robarás todas las miradas con ese vestido, amiga —la halago entonces, brindándole un poco de la tan necesitada confianza.
Natalia asintió ante sus palabras y se despidió de sus tres hijos con un beso en la frente, les recordó entonces que debían de obedecer a Aleja e irse a la cama temprano sin rechistar u oponerse.
—¿A dónde vas, mami? —preguntó Damián, su hijo mayor.
Ciertamente, los chiquillos no estaban acostumbrados a ver a su madre salir a altas horas de la noche, mucho menos luciendo tan hermosa como en esa ocasión.
—Debo… acudir a un evento.
A Natalia seguía costándole la idea de decirles que ahora tenía a otra persona en su vida, una persona con la que se casaría dentro de un mes. Se suponía que ya debería ir instalando esa idea en la mente de sus pequeños, pero era muy complicado hacerlo.
Sus trillizos amaban a Roberto y seguramente rechazarían a Fabián, por el simple hecho de creer que había venido para reemplazar a su padre, cosa que no era para nada cierta.
Natalia no se imaginaba a aquel hombre engreído convirtiéndose en una figura paterna para sus hijos, le resultaba imposible de visualizar.
Luego de despedirse, revisó el mensaje que acababa de llegarle a su teléfono y comprobó entonces que Fabián Arison la estaba esperando en la entrada del hotel.
Sin darle más vueltas a aquel asunto, se apresuró en tomar el ascensor y llegar a la planta baja para darle alcance a su futuro marido.
—Buenas noches —le dijo al hombre luego de subirse a su lado, en el asiento trasero del auto.
El chófer emprendió el recorrido hacia la gala benéfica dónde sería dada la noticia de su compromiso y Natalia sintió los nervios invadirla ante este hecho, pero no era únicamente eso lo que la embargaba, también sintió molestia al comprobar que Fabián Arison no le había devuelto el saludo y ni siquiera se había dignado a mirarla.
—Creo que deberíamos ir practicando nuestra afinidad —se animó a decir, consciente del papel que estaban a punto de representar.
—¿Para qué? Basta con que nos vean juntos —ni siquiera despegó la vista de su tableta electrónica, demasiado concentrado en sus asuntos.
—Mmm, ¿te parece suficiente? —no pudo evitar que se notará su inconformidad—. No creo que se traguen la idea de un matrimonio, así de la nada, ni siquiera compartimos una historia en común de donde nos conocimos o algo similar.
—A nadie le importa eso, Natalia —la volteó a mirar al fin, sus ojos azules reluciendo con enfado.
La mujer se encontró con una expresión molesta de su parte y sintió el deseo de sacudirlo y exigirle que no la tratara de esa forma tan despectiva.
Roberto era un tipo malhumorado, pero siempre la trató con cuidado, o bueno, al menos eso aparentaba, hasta que lo encaró en aquella iglesia y le mostró su verdadera cara.
—Solamente trato de hacer que esto sea creíble —se defendió ante su falta de colaboración.
—Pues ahórrate tus intentos —la cortó hastiado—. Mantente a mi lado y cierra la boca, nada más debes hacer.
Con esas instrucciones, Natalia guardó silencio el resto del camino, repitiéndose a sí misma que hacía todo esto por sus hijos. Serían tres años de malos tratos y órdenes absurdas, pero también serían tres años donde podría poner un techo sobre sus cabezas y comida. Además, lo más importante en todo esto era que se vengaría de Roberto.
«Puedo con esto», se repitió convencida.
Llegaron al dichoso lugar del evento e inmediatamente se sintió como un pez fuera del agua, este no era su tipo de ambiente.
El salón era amplio, con techos altos decorados con candelabros, que le daban un toque elegante y glamouroso. Las mesas se encontraban dispersas, cubiertas con manteles de satén blanco y jarrones con flores, adornándolos.
Los meseros iban y venían por el lugar, enfundados en trajes previstos para dicha ocupación, mientras llevaban bebidas y aperitivos para todos los invitados.
Natalia inmediatamente sintió decenas de miradas instalándose sobre ella, como dagas envenenadas que buscaban incrustarse en su cuerpo. La sola idea le ocasionó un escalofrío.
«¿Por qué me miran así? ¿Acaso es por lo de la boda?», pensó aterrada, recordando que muy posiblemente la mayoría de estas personas habían estado en el matrimonio de Roberto.
Ya se podía hacer una idea de los cuchicheos cuando la noticia de su compromiso con Fabián fuera revelada.
Los minutos transcurrieron y la incomodidad no se alejó de su cuerpo. Natalia se limitó a hacer lo que Fabián le había ordenado, seguirlo en silencio, mientras saludaba a socios y allegados.
—Les presento a mi novia —decía el hombre a cada tanto y Natalia debía mostrar su mejor sonrisa.
—Un gusto —respondía.
Así estuvieron un rato más, hasta que Fabián tuvo que alejarse para mantener una conversación privada con uno de sus accionistas y Natalia quedó relegada en un rincón del salón. Todo estaba aparentemente bien, hasta que sintió un escalofrío invadirle el cuerpo entero. La sensación de estar siendo vigilada, de que…
—¡Suéltame! —exigió cuando Roberto la tomó del brazo bruscamente, aprovechando la ausencia de Fabián.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¿Viniste otra vez a armar una escena?! —siseó el hombre tratando de no alzar mucho la voz, mientras la arrastraba diligentemente hacia uno de los pasillos que daban al exterior.
El resto de los invitados parecían estar muy concentrados en sus propios asuntos, porque nadie reparaba en la arbitraria escena que se estaba desarrollando.
—¡Que me sueltes o gritaré!
Roberto hizo el gesto de taparle la boca, pero alguien lo detuvo en su barbarie.
—¡No la toques! —ordenó una voz firme y masculina.
Natalia miró a Fabián y no pudo evitar sentirse agradecida por su oportuna aparición.
—No es tu asunto, Arison —lo cortó Roberto, gélido.
—Por supuesto que lo es.
Fabián la jaló hacia él, liberándola del yugo de su ex pareja y Roberto estuvo a punto de jalarla de vuelta, cuando la presencia de Ana Paula Colmenares interrumpió toda la escena.
—¿Qué sucede aquí, Roberto? Te estuve buscando por toda… —De repente guardó silencio, estrechando los ojos en su dirección—. ¿Acaso esta no es…?
—Ana Paula —saludo Fabián a la mujer con voz suave.
La susodicha apenas le dedicó un asentimiento de cabeza, mientras volvía a concentrarse en su marido para exigirle una explicación razonable.
—Roberto, ¿dime ya mismo que hace esta mujer aquí? —exigió saber con disgusto.
—No lo sé —contestó este, compartiendo su molestia—. No tengo idea de cómo la dejaron entrar a este lugar. Se supone que es exclusivo.
Nuevamente, hizo el ademán de tomarla del brazo, siendo detenido por Fabián.
—Natalia viene conmigo —anunció el hombre al par de aparecidos.
—Pero…
Roberto parecía a punto de echar espuma por la boca, igual que un perro rabioso.
—Si me disculpan —dijo Fabián tomándola de la mano y guiándola hasta el centro de la sala, dispuesto a dar un importante discurso esa noche.
Todos volcaron su atención en la pareja, cuando Fabián, apoderándose de uno de los micrófonos, dirigió un afectuoso saludo a la multitud.
—Me complace ver que muchos de ustedes se han congregado aquí esta noche con la finalidad de contribuir en esta noble causa —su voz era fuerte y reconfortante—. Ahora, además de agradecerles por su colaboración en la gala, debo hacer un anuncio importante.
El corazón de Natalia se disparó en ese justo instante, sabía que había llegado el momento de la verdad y pudo divisar en primera plana el rostro contorsionado de Roberto ante las siguientes palabras.
—Me enorgullezco de anunciarles que he decidido contraer matrimonio con esta hermosa mujer —la jaló hacía él, en un gesto cálido y a la vez, ridículamente falso—. Natalia Ramírez ha cautivado mi corazón y por eso, he decidido convertirla en la señora Arison.
Los efusivos aplausos no tardaron en escucharse, al igual que un coro de felicitaciones.
Natalia se obligó a sonreír y miró entonces entre la multitud a Roberto. Una vena surcaba su frente, mientras sus puños se cerraban a su costado. Todo en él gritaba molestia y su mirada parecía querer calcinarla entera…
Les doy la bienvenida a esta nueva historia, la cual estará llena de mucho drama y momentos emotivos entre los personajes principales. Las actualizaciones serán diarias, y les aseguro que serán más de dos capítulos por día, así que me gustaría igualmente contar con el apoyo de ustedes en comentarios. Sin más nada que decir, gracias por leer :)
El resto de la velada transcurrió entre felicitaciones y cuchicheos. Natalia sintió la insistente mirada de su ex pareja siguiendo cada uno de sus movimientos, pero no le dio el gusto de darle su atención.Esto de ignorar abismalmente a Roberto estaba resultando muy entretenido. No pudo evitar sonreír con un toque maquiavélico, cuando diviso en una esquina del salón a una disgustada Ana Paula, quien parecía reclamarle algo a Roberto.Sin embargo, Natalia también notó que su acompañante se mostraba muy interesado en la escena que se desarrollaba a pocos metros.—¿Ustedes son amigos? —se atrevió entonces a preguntarle a Fabián, recordando la manera atenta en que había saludado a esa tal Ana Paula.El hombre le devolvió la mirada con el ceño fruncido, aparentemente cavilando profundamente su cuestionamiento.—No —dijo sin más, cosa que la dejo con más dudas que antes.—Pero… —estuvo a punto de rebatirle, porque realmente parecían cercanos; sin embargo, una mirada dura de su parte la sile
—¡Explícame ahora mismo qué clase de locura es esta!La revista se estrelló contra el escritorio de Fabián Arison al tiempo en que alzaba la vista para enfrentarse a su progenitora.—Es un gusto para mí también verte, madre—habló con sarcasmo, mientras la mujer frente a él parecía estar a punto de echar fuego por la boca.—¡Déjate de idioteces! —lo regañó, Orena Arison, con el ceño fruncido y con muchas arrugas enmarcando sus fracciones.—¿Y ahora qué ocurrió? —preguntó el hombre cruzándose de brazos y recargándose mejor en el espaldar de su silla de oficina—. ¿Tu tarjeta de crédito no funcionó y no pudiste seguir malgastando el dinero con la inútil de mi hermana? ¿O qué es eso que te tiene tan disgustada?—Mira, Fabián, te advierto que no estoy de humor para tus insolencias…—Mira, mamá, sé más clara, ¿quieres? No tengo idea de qué es lo que te tiene tan disgustada y además no tengo mucho tiempo para atender boberías como esta —soltó con poca paciencia, deseando que todo esto termina
Natalia tuvo sus reservas ante la idea de llevar a sus hijos a la cena de la madre de Fabián, pero sintió que esta era una oportunidad de oro para presentarle sus pequeños al hombre en cuestión. Realmente en su mente pareció ser una buena idea, sin embargo, se encontró rápidamente arrepintiéndose de su torpe decisión.—Niños, saluden a Fabián Arison —les indico a los pequeños cuando el hombre fue a buscarlos a la puerta de la habitación.Natalia le había pedido que subiera personalmente, ya que necesitaba hacer las presentaciones pertinentes antes de emprender el viaje con destino a la cena de su familia.—¡Hola, señor! —dijeron los niños al unísono con un tono educado e inocente.—Un gusto —respondió Fabián con voz seria, como si en lugar de estar conociendo a un trío de chiquillos de cuatro años, estuviera saludando a algún empresario de renombre.Natalia le dio un codazo nada disimulado y lo alentó con la mirada a que fuera un poco más afectuoso.—Me alegra finalmente conocerlos,
La planeación de la boda se llevó a cabo sin ningún tipo de contratiempo, a pesar de los intentos de Orena Arison para impedir el matrimonio, pero Orena no era la única empecinada en evitar dicha unión. Roberto era otro que no dejaba de enviar amenazas para intentar hacerla desistir de la idea de casarse. “Mis abogados te visitarán pronto, Natalia. Esta es mi última advertencia”, eso era lo que había escrito en su último mensaje. Para este punto, Natalia se había dado cuenta de que lo de Roberto eran puras palabras vacías que únicamente buscaban amedrentarla y hacerla retroceder en su decisión. Realmente el hombre no la demandaría por la simple razón de que no estaba dispuesto a asumir delante de su esposa que sí, había mentido, y en realidad los niños eran sus hijos. Un hombre como Roberto prefería llevar ese engaño hasta las últimas consecuencias sin importarle a quién lastimaba en el proceso. Él era así de cobarde. En ese tiempo, Natalia también había comprobado con aliv
Con mucho esfuerzo, Natalia logró liberarse lo suficiente como para agarrar impulso y darle una cachetada a aquel hombre que acababa de insultarla.¿Con qué derecho se atrevía a decirle “amante”?¿En qué momento fue que acordaron una cosa semejante? Al parecer a Roberto se le olvidaba que ella nunca estuvo al tanto de su mentira.Si hubiera sabido que tenía a alguien más en su vida, lo habría dejado al segundo siguiente.—¡Nunca más te atrevas a referirte a mí de esa forma! —exigió enfurecida. Su palma ardía debido al impacto y tenía el corazón acelerado por la cantidad exagerada de energía negativa que circulaba por su cuerpo. Quería gritar, llorar y soltar toda su frustración dándole golpes a aquel insensible hombre. «Pero lo que haría sería mucho mejor», pensó de pronto, recuperando su templanza y dándose cuenta de que estaba en el camino correcto.Quizás era cierto eso de que Roberto no la quería, pero de igual forma, la posibilidad de su matrimonio le molestaba. Ya fuera por
—… los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.Natalia, a duras penas, reaccionó a tiempo para captar la última frase de aquellas palabras. Antes de que pudiera hacer o decir algo, ya Fabián Arison estaba inclinándose para rozar sus labios.Se quedó de piedra, congelada, sintiendo algo cálido moverse sobre su boca.Todo fue muy rápido.Sin duda aquella no era la expresión que debería tener una novia en un momento tan especial como este, pero le resultaba imposible ocultar todo su asombro.Sus ojos estaban abiertos como platos, mientras detallaba cada uno de los rasgos de su compañero. Detalló su frente levemente fruncida, sus ojos cerrados, sus cejas tupidas, sus pestañas ridículamente voluminosas, era…Natalia no pudo seguir ahondando en su inspección, cuando Fabián la tomó de la nuca y la inclinó lo suficiente como para profundizar el beso.En ese justo instante sus ojos se cerraron y se entregaron al momento sin que pudiera oponerse.«Está bien, es solo para el teatro», se
Para el momento en que llegaron al hotel donde se llevaría a cabo la recepción de la boda, el sol se había ocultado por completo dándole paso a una hermosa noche.Natalia bajo del auto de la mano de su esposo y ambos se sonrieron el uno al otro, dándole paso así a la segunda fase de aquel teatro.El lugar elegido para tal ocasión era un espectáculo en sí mismo. Los grandes ventanales, el suelo de mármol pulido y los candelabros de cristal a la vista, era la combinación perfecta entre lo clásico y lo moderno.Un personal atento los esperaba en la entrada, dispuesto a guiarlos hasta donde la melodiosa música de fondo se escuchaba.—Bienvenidos, señor y señora Arison.El saludo le provocó a Natalia un ligero escalofrío y la sonrisa que se mostraba insistente en sus labios se transformó en una mueca deforme y tensa.«¿Le había dicho señora Arison? ¿A ella?»Aparentemente, ahora era que acababa de asimilar el hecho de que estaba casada con este hombre.Ya no sería más Natalia Ramírez, ahor
A la mañana siguiente, Natalia despertó temprano como era su costumbre. Los rayos del sol se filtraron por la ventana, haciéndole entender que aquel día recién empezaba. Estiró sus brazos entonces, aprovechando que se encontraba en una cama estilo king size y disfruto de la soledad de su dormitorio. Aquel lugar se suponía que sería el lecho donde consumaría su recién iniciado matrimonio, pero nadie se imaginaba que había pasado la noche sola y que su marido había decidido consumar otras cosas en otro sitio. Luego de ver llegar a Fabián en la madrugada completamente borracho, Natalia se dio media vuelta y lo dejó durmiendo en la sala sin mediar palabra. No era necesario. Tampoco estaba molesta por la escena o por el hecho de que se había acostado con otra mujer. Ella no sufría por esas cosas, tenía los pies sobre la tierra y sabía perfectamente que aquel matrimonio era falso. «Tres años…», pensó consciente de que tenía fecha de caducidad. La mujer se puso de pie, lavo su