Si el primer beso de ambos había sido una cosa sin igual, este, con ambos comprendiéndose mucho mejor que antes, definitivamente había despertado algo en ellos dos.Apenas la boca de Damián tocó la suya, se acercó más y buscó profundizar el beso. Enredó una mano en el pelo de él buscando que no se apartara y que, por el contrario, se apegue a ella.No fueron más que segundos los que tardaron en agitar sus respiraciones. Él estiró la mano y acarició su mejilla despacio con el dorso de su mano. Sonrió contra su boca con encanto.No estaba maravillado, estaba en el maldito cielo. Ese roce fue suficiente para activar algo en Ciabel, quien se puso de pie con torpeza. Se acercó dubitativa y finalmente pasó una pierna por el regazo de Damián, quien sintió que moriría allí mismo de fascinación. Luego, colocó la otra pierna y le sonrió. Lo miró a los ojos.Las manos del empresario bajaron a las piernas de ella. Se aferraron y la pegaron más todavía a su cuerpo. No eran solo besos. Fue él qu
La observó, ahí recostada en su cama con las mejillas rojas y los labios un tanto hinchados.Se sentó a su lado y recorrió su cuerpo con los ojos. Se dio la libertad de admirarla de esa manera, con deseo.El sonido de los gemidos que había soltado ahí en la terraza no se borrarían de su mente por un buen tiempo y en verdad quería que repitiera esa melodía para sus oídos.Colocó su mano sobre el muslo de ella.—¿Cómo te sientes? —preguntó. Su voz estaba más gutural de lo normal.—Sigo procesando lo que acabamos de hacer —admitió en un susurro. Todavía no se atrevía a verlo a la cara después de la semejante escena que habían hecho. No se consideraba una persona tímida, pero haberse puesto de esa manera frente y sobre él, quien no era cualquier persona...—¿Y te gustó? —La vio fijamente.Tardó en responder, concentrada en la mano que apretaba su pierna, tan cerca de su intimidad.—Lo hizo —susurró. Respiró profundamente y apartó las manos de su rostro para ver el suyo—. ¿A ti te gustó?—¿
Cuando se quedó sola en ese enorme cuarto, que apenas se había detenido a detallar al entrar puesto que estaba mucho más concentrada en el dueño de este, se permitió observar con curiosidad. Todo en él gritaba «Damián», desde la cama elegante cuyas sábanas eran de un tono gris oscuro, a los muebles de madera negra. Los libros perfectamente acomodados sobre uno de sus cajones, que estaban ordenados por altura, demostraban el perfeccionismo que a veces lograba disimular. El ruido del agua corriendo la volvió a traer en sí. Se vistió y se acomodó el cabello antes de salir. Al cerrar la puerta se preguntó si alguien había escuchado. Según Damián, todos se retiraron luego de limpiar al anochecer. Ya no debía haber nadie.Siguió su camino hasta el que antes había sido el cuarto de invitados y ahora les pertenecía a ella y a Ciro.Se dio una ducha y se cambió de ropa antes de acostarse junto a su pequeño. Se acomodó boca arriba y fijó la vista sobre el techo blanco encima suyo. Dios. ¿Qué
A diferencia de Damián, Logan conducía su auto. Tenían personalidades tan opuestas. Mientras que el primero era una de las personas más serias que había conocido, excepto cuando hablaba con ella o jugaba con Ciro, Logan era carismático en exceso. Sin embargo, no parecía los típicos rompecorazones. Es decir, sí tenía la apariencia de uno, lo que no tenía era la actitud. Era todo un pavo real, se podía ver en su forma de ser. Empero, era tan respetuoso como Damián. Eran una buena amistad. Se preguntó si alguna vez tendría alguna parecida.Ciabel estaba en el asiento de atrás junto con el pequeño pelirrojo. Se perdía en sus pensamientos hasta que su hijo tocaba su hombro, la llamaba y le señalaba alguna cosa curiosa que encontraba en el camino. Lo tenía de la mano. Se sentía tan afortunada de tenerlo en su vida. En muchas ocasiones, cuando estaba embarazada, estuvo a punto de perderlo. Su vida había corrido muchos riesgos y era un milagro que el tumor no se expandiera aún más. Tenía
Diablos. Era cierto que durante la próxima semana tenían planeado organizar una boda. No esperaba, sin embargo, que se lo propusiera de esa manera. Estaba gratamente sorprendida. Verlo desde la última vez en su cuarto la había puesto demasiado roja como para disimularlo. Se llevó ambas manos a la boca.Fue una inteligente jugada de parte de Damián, pues había conseguido que tuviera una reacción genuina en cuanto a verse sorprendida de su proposición. Lo observó a los ojos y asintió con una amplia sonrisa. Lejos de ser emotiva, era divertida, pero nadie iba a darse cuenta de ese detalle.—Sí, sí quiero casarme contigo —susurró.La sonrisa que le dedicó Damián fue una coqueta que jamás había visto desde que se conocieron. Con la mano libre sostuvo con suavidad la suya y la atrajo mientras tomaba con la otra el anillo y se lo colocaba con delicadeza en el dedo anular. Se puso de pie.Ella sencillamente se lanzó hacia su cuerpo y lo abrazó con fuerza escondiéndose en su cuello. Dio un g
Se iban a casar.Habían pasado dos días desde el compromiso oficial que se había realizado en el jardín botánico. Dos malditos días y Ciabel seguía sin llegar a procesar lo que estaba por pasar.Mucho tiempo atrás, antes de que su vida se desmoronara, había imaginado que se casaría con un hombre que la amaba, que tendría un gran grupo de amigas, a las que recurriría para contarles las cosas emocionantes que pasaban en su día a día o la forma en la que se enamoraba de su esposo. Lejos estaba de esa realidad. De todas formas, para ser sincera, meses atrás ni siquiera había considerado que tendría un futuro.Ahí estaba. Se sentía aliviada de poder tener una mano firme que la ayude a ella y a su bebé. Empero, al mismo tiempo un pequeño vacío se instalaba en su pecho. Definitivamente había querido una vida muy diferente a la que tenía.Eso no estaba mal, pero se preguntó qué se sentiría ser genuinamente querida por alguien.En ese momento no tenía absolutamente a nadie a quien notificar
El castaño se bajó de la isla, se acercó a Ciabel y tomó asiento en la silla más cercana. —Antes que nada —habló él—, perdón si estuvimos algo alejados estos días.Negó con la cabeza.—No pasa nada, sé que estuvimos un poco ocupados y... —Bajó la vista para evitar la suya y resopló. No tenía idea de cómo empezar la conversación que había sugerido y ahora se sentía un tanto incómoda. —Bueno. —Sonrió ligeramente y dio un trago a su bebida—, creo que debo empezar por decir que me gustó lo que hicimos, demasiado. Me gustaría repetirlo, si estás cómoda con eso. Si no piensas lo mismo, no pasa nada. Podemos fingir que nada de eso ocurrió y volver a la normalidad.«Eso tendría más sentido que explicarme a mí mismo por qué me siento tan atraído por una persona que me hizo daño» se dijo a sí mismo.Ciabel deseó que le hubiera hecho esa proposición tomándola del mentón y mirándola de la misma manera en la que lo había hecho aquella noche. Respiró hondo y bajó la vista a sus manos intentando
Ciabel se había estado aguantando buscar su boca con la suya desde que la sostuvo de esa manera. Apenas terminó de hablar se inclinó hacia él y con sus labios buscó los suyos. Estaban a punto de casarse y aún así, sus labios sabían a prohibición, a un límite que no debía cruzar, pero que hacerlo era demasiado adictivo como para dejarlo pasar. El tiempo se detuvo por un instante.Escuchó la respiración pesada del hombre delante de ella. La mano que estaba en su mandíbula fue hasta su nuca. Buscó llevarla más a él y lentamente le devolvió el beso. El vértigo de que estaba cayendo a un vacío desconocido invadió su cuerpo, de la misma manera en que partes de su cuerpo se encendieron por la manera firme en la que la estaba sosteniendo. ¿Alguna vez se había sentido así de deseada? Un cosquilleo le recorrió desde el pecho hasta más allá de su abdomen. Buscó más. La mano del hombre se enredó en su cabello. La suya viajó hasta su cuello para evitar que se apartara y gruñó en respuesta.