—¿Viniste con quiénes? —preguntó Ciabel con los ojos tan abiertos que hubiera creído que se le saldrían de sus órbitas. —¿Están aquí? Logan maldición, tenías que decirme sobre esas cosas. No puedes solo operar por tu cuenta sin esperar que los demás quieran participar o no. Eres tan... —Gruñó poniéndose de pie. Caminó a la salida—. Nos vemos luego. Voy a buscarlos y ver qué tal todo, qué está pasando y por qué ninguno de los dos me dijo que vendría. Se fue sin más. Empezó a sentir que su corazón latía con fuerza. Estaba muy molesto, pero sobre todo, confundido. ¿Cómo es que habían venido desde tan lejos sin decirle nada? ¿Era por una sorpresa o algo parecido? No podía negar que estaba satisfecho con eso, sí, por supuesto que lo estaba. Estaba más que contento. Era una sensación extraña, pues no sabía si estar furioso o alegre. Odiaba que le ocultaran cosas como esa, aunque era irónico considerando todas las mentiras que había dicho desde que empezó a ser reconocido. Para ser sincero
Ciabel guardó silencio con preocupación. No estaba segura de lo que estaba pasando, pero la manera seca y automática en la que Damian se retiró fue preocupante hasta para ella. No quería que algo así pasara. —Estás celosa.—¿Qué? Aquella pregunta la sacó de su entumecimiento para volverla a poner ahí. Tenía miedo. Ay dios, a pesar de todo, seguía teniendo miedo de ser abandonada por Damián nuevamente a causa de Clarissa. No era lo que quería, sin duda no. —Se fue... solo... no lo sé, yo... —murmuró con la vista clavada en un punto fijo.—Escucha, Ciabel. Mira, entiendo que estés asustada, yo también lo estaría, soy un celoso insoportable, así que puedo entenderte porque los dos hemos estado conviviendo por cierto cinco años. Él no va a abandonarte, Ciabel. Le preocupa su hijo, no Clarissa. Solo son buenos amigos. Nada más que eso, créeme, he estado hablando durante todo el viaje con esa mujer y no dijo nada más excepto que él te ama a ti de tal forma que jamás dejó de hacerlo duran
—¿Qué está pasando aquí? —cuestionó Damián confundido. Logan cerró la puerta antes de irse dejándolos solos. Lo cierto era que preferiría no involucrarse en una discusión o en algo privado que excedía sus límites en cuanto a ser un entrometido en toda regla.Ciabel miró al hombre confundido que tenía delante y se limitó a sonreír un poco. Dejó el teléfono a un lado y respiró hondo.—Nada.La observó fijamente por unos segundos y se relamió los labios.—Ciabel tienes los ojos rojos. No me digas que no ocurre nada cuando es evidente que sucede algo. No estoy pretendiendo que confíes en mí todo el tiempo, pero al menos en este momento estaría necesitando que lo hagas. Se acercó, se puso de rodillas delante suyo y la tomó del mentón para que lo vea—. Tienes los ojos rojos, linda. Algo anduvo pasando y por lo que escuché, me involucra. Solo necesito que me aclares qué es lo que pasa para poder ayudar en esto. Tomó aire mirándolo. No era justo. Incluso en esos momentos seguía siendo un en
Seis meses.Habían transcurrido seis meses, los más eternos que Ciabel había tenido jamás. Ni hablar de Damian y de Logan. Se podría decir que estaban incluso más preocupados por Ciabel que ella misma. No era esperable que reaccionaran de esa manera, teniendo en cuenta que no conocían los efectos del embarazo en toda su regla. Empero, por este mismo motivo era que estaban detrás suyo cuanto era posible estarlo.Lavaban, limpiaban, hacían todo y ella hacía lo posible por seguir estudiando su carrera y aprobar todas las materias que su cuatrimestre permitiera aprobar. Era esa una de las razones más interesantes del por qué Ciabel dormía tan cómodamente después de tantos años.Bueno, era un decir. No se levantaba de la cama, mas eso no significaba que no diera vueltas cinco mil veces antes de quedarse dormida. Todo por encontrar la posición perfecta para el bebé en su vientre. Era enorme. Era impresionante. Mucho más grande de lo que había estado su vientre cuando se embarazó de Ciro. To
Nueve meses. Ya habían pasado tres meses desde esa fatídica falsa alarma que había puesto a todos los pelos de punta. Llevaba nueve meses de embarazo y con lo que había ocurrido ahora estaban si era posible mucho más preocupados que antes. La realidad era que estaba cerca de tener al bebé y la preocupación era gigante. No podía hacer otra cosa que permanecer en su sitio, preocupada, acostada y sintiendo que su vientre estaba a punto de explotar. Todo estaba bien, nuevamente. No obstante, eso no impedía que estuvieran alerta acerca de todo lo que sucedía y cómo en su embarazo. Logan dormía con el celular prácticamente en la cabeza en caso de que necesitaran ayuda.Logan, ah, el muy desgraciado se había comenzado a acercar a su enemiga. Aunque decirlo de esa manera sonaba muy posesivo y muy poco asertivo con su propia comunidad femenina, no le agradaba. Al menos no para que estuviera cerca de su mejor y único amigo. Era egoísta pensar así, pero sabía que ella en realidad no había term
Tres años después El pequeño Marcus corrió riendo a carcajadas mientras escapaba de su hermano mayor, Ciro, pues le había robado un juguete. Él le siguió la corriente, divertido.Ciabel estaba recostada en la cama con la manta tapando hasta su cabeza. Era un día de lluvia y ninguno quería moverse de la cama. Excepto que Marcus no daba opción a hacer nada que no fuera jugar. No le importaba el día, ni la hora. Jugaba todo el tiempo y eso era lo lindo. Era un niño lleno de luz, tanto como lo eran Ciro y Demian.—Bueno, bien, tengan cuidado. Marcus, no tienes cinco años, se supone que no puedes correr aún —dijo Damian con diversión persiguiéndolos a ambos. Alzó a Marcus y lo subió a la silla para bebés que había en el comedor y que antiguamente había pertenecido a Ciro. —Papá, no entiendo por qué no puede correr. No es como si fuera a caerse. Aun si lo hiciera —argumentó con toda la lógica del mundo—, eso no sería suficiente excusa. Yo siempre podría atraparlo antes de que cayera. ¿Lo s
—¡No puede ser! —gritó incrédula. Sus ojos se pusieron brillosos y se puso a abrazar a cada una de las personas que estaba ahí.Damián se dedicó a mirarla, admirar a la persona con la que se había casado. Estaba feliz. La amaba más a que a nadie en el universo. Había conseguido que financiaran su proyecto. En realidad, era un proyecto en el que la peligris había estado trabajando con mucho esfuerzo. Lo cierto era que le sorprendía que no se hubiera rendido todavía. Él veía potencial, ella no estaba segura de si era lo correcto o no. Se había ofrecido desde un inicio a financiar el dinero necesario para llevar a cabo esa película, puesto que veía un verdadero potencial. De todas formas, Ciabel se había negado a aceptar una cosa parecida. Quería lograrlo por su propio esfuerzo y por fin lo había hecho. Lo único que el castaño tuvo que hacer fue difundir este proyecto en la academia de cine para que los docentes decidieran contactar a una de las cinematografías asociadas. Esta estudió
Hubo una vez dos personas que se buscaron sin saberlo en un inicio. Hubo una vez un dolor, un amor y una necesidad que solventar para sobrevivir. El mundo nunca había dejado de ser cruel, pero en ese momento esas dos almas jamás lo vieron tan desalmado como cuando se conocieron y el dolor de las cicatrices de cada uno escocía sin dejar lugar a los buenos sentimientos, al amor de cada uno, al amor propio que una persona común debería de tener. Las cosas a menudo y difícilmente salían como querían. Ellos nunca dejaron de quererse.Damián Phoenix había sido una persona adolorida, triste. Había crecido sabiendo que sus verdaderos padres estaban muertos, su padre adoptivo falleció antes de que siquiera pudiera tomarse cariño dejándole la enorme carga de mantener una empresa que ni siquiera quería. Damián no sabía que el destino tenía tantas cosas preparadas como cosas por preparar. Decidió cumplir esa promesa a cambio de todas las cosas buenas que había recibido tras ser adoptado por es