Capítulo 40: Mucho más que besos
La observó, ahí recostada en su cama con las mejillas rojas y los labios un tanto hinchados.

Se sentó a su lado y recorrió su cuerpo con los ojos. Se dio la libertad de admirarla de esa manera, con deseo.

El sonido de los gemidos que había soltado ahí en la terraza no se borrarían de su mente por un buen tiempo y en verdad quería que repitiera esa melodía para sus oídos.

Colocó su mano sobre el muslo de ella.

—¿Cómo te sientes? —preguntó. Su voz estaba más gutural de lo normal.

—Sigo procesando lo que acabamos de hacer —admitió en un susurro. Todavía no se atrevía a verlo a la cara después de la semejante escena que habían hecho. No se consideraba una persona tímida, pero haberse puesto de esa manera frente y sobre él, quien no era cualquier persona...

—¿Y te gustó? —La vio fijamente.

Tardó en responder, concentrada en la mano que apretaba su pierna, tan cerca de su intimidad.

—Lo hizo —susurró. Respiró profundamente y apartó las manos de su rostro para ver el suyo—. ¿A ti te gustó?

—¿
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