Capítulo 120: Después

La pelinegra se apartó despacio del cuerpo del contrario y se recostó boca arriba mirándolo. Todo pasó tan rápido que a esa sensación arrolladora ni siquiera pudo procesar del todo. Sonrió con lentitud.

—Eso... —Cerró los ojos estirándose.

Damián tomó aire. Se acomodó la ropa y fue directamente hacia el baño. Volvió con papel y se encargó de limpiar el desastre que había entre las piernas de Ciabel.

La aludida rio al sentirlo.

Al terminar, lanzó los papeles al bote de basura y se tiró a su lado.

Durante una buena cantidad de segundos, lo único que hicieron fue ver el techo de la mansión sin hablar al respecto. El problema esencial era, evidentemente, procesar en sus cabezas lo que hicieron solo porque querían.

—Me convertí en la amante —dijo en voz baja, con ironía.

—Me convertí en infiel —ironizó el otro. Se pasó una mano por la cara y suspiró—. Decidimos ser estas personas, por lo que es esto lo que nosotros buscamos, Ciabel. Debemos tolerar las consecuencias que se nos avecinan
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