Logan no fue a cenar a la casa esa noche, ni al día siguiente pasó a saludar antes de irse a trabajar, como de costumbre. Ciabel, por otra parte, no estuvo demasiado concentrada en las tareas. Tanto así, que en cuanto escuchó el sonido del timbre y se dispuso a bajar las escaleras chocó contra una pared. Bajó a regañadientes y frotando su frente, pues fue la que recibió el gran golpe. Abrió la puerta con una mirada de adormecimiento más que evidente. Vio de soslayo la ropa y levantó la mirada.—Lo siento, se equivocó de casa. No he llamado a ningún… —Entonces reconoció al hombre. Se miraron el uno al otro.Tenía los ojos abiertos como platos y él lucía tenso. El corazón de la primera, como era usual con la presencia del contrario, se aceleró.—¿Pudo pasar? —Fue el primero en romper el hielo. Salió de su ensoñación y se hizo a un lado. Apenas entró, cerró la puerta y lo vio fijamente.—Damián… ¿No deberías estar en otro lugar como en el hospital? —sugirió ironía—¿Qué haces aquí?No
¿Había sido muy rudo con Ciabel? El arrebato de enojo que tuvo lo alejó deliberadamente de esa mujer. Se sintió culpable momentos después del hecho, puesto que lo hizo ser capaz de dejarla sola en un momento tan delicado como aquel.Por lo mismo, se decidió a esperar un día para volver a hablarle, dado que antes que nada necesitaba aclarar sus propias ideas sobre lo que estaba pasando en su entorno.Por un lado, no era para nada de su incumbencia si sacaba el hecho de que era amigo íntimo de ambos y velaba por el bienestar de los dos. Por lo tanto, no tendría que involucrarse en sus acciones. Además, comprendía a medias la razón por la que hacían lo que hacían. En algún momento después de la cena todo se les fue de la mano y quedó en evidencia el deseo y los sentimientos del uno hacia el otro. Era imposible de ignorar algo asíPor otro lado, sí tenía poder de decisión sobre otra cosa: su entorno propio. ¿Debía seguir siendo amigo de personas que contradecían en sí mismos a sus valores
La pregunta desconcertó a los dos. Ciabel sintió haber recibido una puñalada, por tan repentino planteo y además, reapareció ese miedo que no se permitía contemplar muy a menudo. ¿Era ella la segunda opción? Guardó silencio.El empresario le sostuvo la mirada a quien inició ese interrogatorio y se relamió los labios.—¿Qué clase de pregunta es esa? —preguntó despacio mirándolo a los ojos. Estaba absorto. Si de esa manera creía que pensaba, ¿qué opinaba realmente de su persona?El abogado respiró hondo para buscar un poco de paciencia.—No digo que lo pienses —dijo. Ya estaba al tanto de que, solo algunas veces, Damián se tomaba las preguntas o críticas de forma personal—, pero sí pienso que deben decidir. No me gusta esto de estar en el medio siempre, por lo cual lo dejaré a su criterio. ¿Qué crees acerca de lo que te pregunté? ¿Dejarás a Clarissa, cambiarás tu vida y estarás con Ciabel de una forma que no la lastime? ¿O, por el contrario, jugarás doble, la tratarás como la amante que
Ciabel no comprendía dos cosas. La primera era que si lo que hacían estaba mal, ¿por qué se sentía tan egoístamente bien? La segunda, en cambio era ¿Se arrepentiría de lo que estaba por hacer?Era probable. No veía a la relación que tenía con Damián como algo que pudiera durar, él nunca dio alguna señal que sirviera para demostrar que algún día, ni siquiera pronto, dejaría a su mujer para estar con ella.La idea era absurda y esa era la razón por la que a pesar de todo, había decidido seguir adelante con esa relación secreta que los dañaría.Esa mañana preparó todo cuanto era posible. Logan había aceptado llevar a Ciro al cine y luego este iría a la escuela, por lo que tendría hasta la tarde.Estaba casi segura de que lo que estaba haciendo era propio de una mala persona.Era egoísta. Tenía una justificación y era que después de todo lo que había pasado, merecía serlo al menos una vez, durante cierto tiempo que no duraría para siempre. El problema era que eso no quitaba que lo era, qu
La cabaña era grande, el complejo privado y la seguridad, agradable. Había ingresado sola, nerviosa, esperando que nadie se entrometiera. Se acostó en la cama a esperarlo. Conociéndolo, llegaría tarde si tenía algún compromiso pendiente, así que cerró los ojos sobre la cómoda cama y lo esperó.Hace años, jamás se imaginaría en una situación como esa, pero ahora todo era diferente. Había crecido mental y económicamente, hasta cierto punto.Una de sus debilidades de la que era consciente, por ejemplo, era el hecho de tener cierta dependencia con respecto a Damián sin importar la cantidad de años que pasaron antes de volverlo a ver.Por alguna razón, el no recibir la aprobación de Logan para lo que estaban haciendo le dejaba un amargo sabor en la boca. No esperaba que la felicitara, pero la manera en que desaprobaba aquella relación ya era preocupante para sí misma. Realmente no era una cosa buena, lo sabía. Mas ¿era tan mala para sí misma, para el resto? Era confuso, Celene sí aprobaba
Estaba agitado y acalorado. Normal. Apenas había conseguido poder escapar de esa reunión tan frívola. Por dentro, se sintió algo culpable por dejar sola en eso a Clarissa, mas sabía que podría con la situación. Para llegar a la cabaña tuvo que ir hasta su casa, buscar su celular, encontrar la dirección y dirigirse al lugar. Llamó a Ciabel una, dos, tres veces. Ninguna de esas llamadas fue atendida.Abrió la puerta de la cabaña en la que lo esperaba. Estaba vacía a excepción de una vela y unos bombones. El aroma era dulce y le recordó a la misma mujer a la que estuvo cerca de ver. Se sentó en el colchón pasando una mano por su pelo y resopló. Ese sin duda no era su día.Miró su celular, pensativo y soltó el aire que estaba reteniendo. Decidió intentarlo una última vez y llamó.Movió la pierna con nerviosismo. Sonó el timbre una vez.—¿Hola?—Cia, gracias a Dios, yo...—¿Tuviste un problema? ¿Estás bien? Le preocupó el tono apático con el que le respondió.—Sí, lo lamento. Tuve una
—¿Damián? Alzó la mirada a Logan, que lo veía con una ceja levantada.—¿Qué? —inquirió desganado.Habían pasado dos semanas desde la partida de Ciabel. Pese a que el abogado también se encontraba afectado por ese hecho, fue el empresario el que se llevó la peor parte. Al menos, Logan podía organizar videollamadas con Ciro y ella.—¿Me estás escuchando?—No realmente —admitió. La principal razón por la que Logan estaba en esa oficina a las cinco de la tarde en lugar de durmiendo su siesta diaria, era que Clarissa le había pedido que hablara con su esposo, quien llevaba más tiempo encerrado en el trabajo que dentro de su casa. —¿Se puede saber qué te pasa? Suspiró, resignado y levantó la mirada.—Ya sabes qué me pasa.Se esforzó por no rodar los ojos tras escucharlo. —Bueno ¿Quieres que sea sincero contigo? Me parece que te estás ahogando en autocompasión porque hacerlo en alcohol no sería productivo para ti. Estás dejando de lado a Clarissa y Demian para pasar tiempo aquí, lunátic
Habían pasado cinco años desde que se casaron y jamás se había sentido tan sola hasta que reapareció Ciabel Armstrong. Algo andaba mal, si antes había una posibilidad de ser vista por él, ya no la había. Le hablaba, le ponía cierta atención, pero no estaba presente. Realmente no le interesaba el matrimonio que tenían. Eso tenía que estar bien, pues a menudo olvidaba que eso no era real y con su distancia repentina se lo había recordado. Abrió la puerta de su cuarto. Se estaba cambiando para una reunión con una amiga, con la música alta como le gustaba.Se sorprendió al ver a Damián de pie, agitado y sudado. —Clarissa —saludó.—¿Por qué tocas y qué...? —Tenemos que hablar —dijo rápido. Tragó saliva y se tronó los dedos. Tenía que reconocer que tenía cierto miedo a la manera en la que podría reaccionar sobre eso. Lo observó fijamente por un momento y asintió. No esperaba eso. Jamás había actuado de manera similar en esos cinco años de casados, por lo que era preocupante. Se hizo a