No muchas veces la impulsividad dejaba paso a la lógica en el mundo de emociones de Ciabel. En aquel lugar tapoco lo hizo y no le importó —o más bien, no consideró ni recordó— la posibilidad de que la esposa estuviera ahí. Sutilmente, apartó la mano de la de Damián y echó un vistazo a sus espaldas. Una pelirroja que reconoció en un instante estaba agachada a la altura de un pequeño rubio y le explicó algo a este en voz baja. Seguidamente, alzó la mirada y sus ojos se conectaron.Tomó aire. Ya casi podía imaginarse el regaño que se llevaría tanto por Damían como por Logan, si alguno de los dos se enteraba acerca de los poco escrúpulos que poseía.—Perdón, solo… me preocupé y actué sin pensar. Lamento las molestias —murmuró en voz baja y fue directamente a la salida. Apretó las manos a los costados de su cuerpo y vio hacia el frente con el ceño algo fruncido. Se estaba regañando por dentro por haber sido tan ingenua e ir sin pensar que no sería bienvenida. Era una realidad: Damián tenía
La luz molestaba al entrar. Gruñó de manera gutural e intentó moverse, lo que lo hizo consciente de lo increíblemente pesadas que sentía sus extremidades. Abrió los ojos con suavidad acostumbrándose a la luz. Su mirada se conectó con la de Clarissa, quien estaba sentada en una silla con un libro en la mano.—¡Damián! —Una increíble expresión de alivio atravesó su mirada. Sonrió ligeramente, dejó las cosas en su lugar y se acercó agachándose a su lado. Tomó su muñeca—Estaba asustada —susurró.El castaño guardó silencio buscando con eso recuperar los recuerdos de lo sucedido. Recordó que estaba hablando con Ciabel, vaya a saber de qué y el estrés fue subiendo hasta que... despertó ahí.—Buenos días —dijo ronco. Arrugó las cejas.Soltó una risa baja.—Lindo, son las cinco de la tarde —aclaró. Se sentó de repente refregándose el rostro.—Con cuidado —lo regañó tomando asiento a su lado, en la orilla de la cama.—¿Qué pasó, Clar? —preguntó en voz baja. —Tuviste un ataque cardíaco y luego
Logan no fue a cenar a la casa esa noche, ni al día siguiente pasó a saludar antes de irse a trabajar, como de costumbre. Ciabel, por otra parte, no estuvo demasiado concentrada en las tareas. Tanto así, que en cuanto escuchó el sonido del timbre y se dispuso a bajar las escaleras chocó contra una pared. Bajó a regañadientes y frotando su frente, pues fue la que recibió el gran golpe. Abrió la puerta con una mirada de adormecimiento más que evidente. Vio de soslayo la ropa y levantó la mirada.—Lo siento, se equivocó de casa. No he llamado a ningún… —Entonces reconoció al hombre. Se miraron el uno al otro.Tenía los ojos abiertos como platos y él lucía tenso. El corazón de la primera, como era usual con la presencia del contrario, se aceleró.—¿Pudo pasar? —Fue el primero en romper el hielo. Salió de su ensoñación y se hizo a un lado. Apenas entró, cerró la puerta y lo vio fijamente.—Damián… ¿No deberías estar en otro lugar como en el hospital? —sugirió ironía—¿Qué haces aquí?No
¿Había sido muy rudo con Ciabel? El arrebato de enojo que tuvo lo alejó deliberadamente de esa mujer. Se sintió culpable momentos después del hecho, puesto que lo hizo ser capaz de dejarla sola en un momento tan delicado como aquel.Por lo mismo, se decidió a esperar un día para volver a hablarle, dado que antes que nada necesitaba aclarar sus propias ideas sobre lo que estaba pasando en su entorno.Por un lado, no era para nada de su incumbencia si sacaba el hecho de que era amigo íntimo de ambos y velaba por el bienestar de los dos. Por lo tanto, no tendría que involucrarse en sus acciones. Además, comprendía a medias la razón por la que hacían lo que hacían. En algún momento después de la cena todo se les fue de la mano y quedó en evidencia el deseo y los sentimientos del uno hacia el otro. Era imposible de ignorar algo asíPor otro lado, sí tenía poder de decisión sobre otra cosa: su entorno propio. ¿Debía seguir siendo amigo de personas que contradecían en sí mismos a sus valores
La pregunta desconcertó a los dos. Ciabel sintió haber recibido una puñalada, por tan repentino planteo y además, reapareció ese miedo que no se permitía contemplar muy a menudo. ¿Era ella la segunda opción? Guardó silencio.El empresario le sostuvo la mirada a quien inició ese interrogatorio y se relamió los labios.—¿Qué clase de pregunta es esa? —preguntó despacio mirándolo a los ojos. Estaba absorto. Si de esa manera creía que pensaba, ¿qué opinaba realmente de su persona?El abogado respiró hondo para buscar un poco de paciencia.—No digo que lo pienses —dijo. Ya estaba al tanto de que, solo algunas veces, Damián se tomaba las preguntas o críticas de forma personal—, pero sí pienso que deben decidir. No me gusta esto de estar en el medio siempre, por lo cual lo dejaré a su criterio. ¿Qué crees acerca de lo que te pregunté? ¿Dejarás a Clarissa, cambiarás tu vida y estarás con Ciabel de una forma que no la lastime? ¿O, por el contrario, jugarás doble, la tratarás como la amante que
Ciabel no comprendía dos cosas. La primera era que si lo que hacían estaba mal, ¿por qué se sentía tan egoístamente bien? La segunda, en cambio era ¿Se arrepentiría de lo que estaba por hacer?Era probable. No veía a la relación que tenía con Damián como algo que pudiera durar, él nunca dio alguna señal que sirviera para demostrar que algún día, ni siquiera pronto, dejaría a su mujer para estar con ella.La idea era absurda y esa era la razón por la que a pesar de todo, había decidido seguir adelante con esa relación secreta que los dañaría.Esa mañana preparó todo cuanto era posible. Logan había aceptado llevar a Ciro al cine y luego este iría a la escuela, por lo que tendría hasta la tarde.Estaba casi segura de que lo que estaba haciendo era propio de una mala persona.Era egoísta. Tenía una justificación y era que después de todo lo que había pasado, merecía serlo al menos una vez, durante cierto tiempo que no duraría para siempre. El problema era que eso no quitaba que lo era, qu
La cabaña era grande, el complejo privado y la seguridad, agradable. Había ingresado sola, nerviosa, esperando que nadie se entrometiera. Se acostó en la cama a esperarlo. Conociéndolo, llegaría tarde si tenía algún compromiso pendiente, así que cerró los ojos sobre la cómoda cama y lo esperó.Hace años, jamás se imaginaría en una situación como esa, pero ahora todo era diferente. Había crecido mental y económicamente, hasta cierto punto.Una de sus debilidades de la que era consciente, por ejemplo, era el hecho de tener cierta dependencia con respecto a Damián sin importar la cantidad de años que pasaron antes de volverlo a ver.Por alguna razón, el no recibir la aprobación de Logan para lo que estaban haciendo le dejaba un amargo sabor en la boca. No esperaba que la felicitara, pero la manera en que desaprobaba aquella relación ya era preocupante para sí misma. Realmente no era una cosa buena, lo sabía. Mas ¿era tan mala para sí misma, para el resto? Era confuso, Celene sí aprobaba
Estaba agitado y acalorado. Normal. Apenas había conseguido poder escapar de esa reunión tan frívola. Por dentro, se sintió algo culpable por dejar sola en eso a Clarissa, mas sabía que podría con la situación. Para llegar a la cabaña tuvo que ir hasta su casa, buscar su celular, encontrar la dirección y dirigirse al lugar. Llamó a Ciabel una, dos, tres veces. Ninguna de esas llamadas fue atendida.Abrió la puerta de la cabaña en la que lo esperaba. Estaba vacía a excepción de una vela y unos bombones. El aroma era dulce y le recordó a la misma mujer a la que estuvo cerca de ver. Se sentó en el colchón pasando una mano por su pelo y resopló. Ese sin duda no era su día.Miró su celular, pensativo y soltó el aire que estaba reteniendo. Decidió intentarlo una última vez y llamó.Movió la pierna con nerviosismo. Sonó el timbre una vez.—¿Hola?—Cia, gracias a Dios, yo...—¿Tuviste un problema? ¿Estás bien? Le preocupó el tono apático con el que le respondió.—Sí, lo lamento. Tuve una