Capítulo 2
CORBIN CINCO AÑOS ANTES. Nunca había contemplado un par de ojos tan cautivadores hasta que la vi salir de aquel auto, con su vestido corto de verano ondeando. El viento revolotea su largo cabello rojo, que cae en delicados rizos. Sin embargo, lo que realmente me roba el aliento es esa sonrisa suya, que irrumpe en mi oscura y solitaria existencia como un rayo de luz. No la había visto antes por el vecindario; pero, tras haber estado fuera de casa más de dos meses y regresar apenas anoche, me preguntaba quién podría ser mi nueva vecina. Al descubrir con quién se divierte, mi alegría se apaga de inmediato: es un hombre mayor, bien vestido, que parece disfrutar de su compañía. —¡Oye, pero si eres un tramposo! —dice riendo la hermosa joven. Siento celos al instante. Su dulce voz es como una suave melodía en un susurro. Camina hasta él y lo abraza. —Mi pequeña niña no sabe perder. Ven, vayamos a contarle a tu madre quién es el mejor comiendo donas. —¡Oh, papá! —dice aún riendo mientras menea la cabeza. Para mi gran alivio, solo es su padre, pero estoy seguro como el infierno de que quiero conocer a esa dulce chica de cabellos salvajes. Cuando van pasando por el frente de mi porche, cojo mi guitarra y comienzo a tocarla, necesitando llamar su atención. Ella, sin dudarlo, voltea a verme con una sonrisa deslumbrante. Es una niña para mí y acercarme a ella estaría mal en muchos sentidos, pero, demonios, tengo que hacerlo. Mi dicha dura poco cuando su padre la aparta de mi vista; aun así, no pienso rendirme con ella, aunque sé que tengo que mantenerla lejos de mi oscuridad. Lejos de mí. (####) Ya ha pasado una semana desde que la vi, debido a que tuve que salir de la ciudad por trabajo. Pero tengo tanta m****a encima en estos momentos que entro a mi casa, dejo mi bolso en el suelo y vuelvo a salir; necesito distraer mi mente y hace buen tiempo, con un sol muy brillante. Subo a mi camioneta Fortuner de un salto, poniéndome tras el volante. Salgo a la carretera y me dirijo a las afueras de San Diego, a una playa que es muy poco frecuentada. Al llegar, aparco lo más cerca posible del agua. El mar se ve hermosamente tentador, y con el sol brillando sobre su superficie ondulante, esa es toda la motivación que necesito para salir de la camioneta; quitarme la chaqueta de cuero y la camisa negra y arrojarlas en mi asiento; me quito mis botas de combate y las dejo a un lado. Camino hasta la orilla de la playa sintiendo la arena caliente deslizándose por mis pies. —¡Hola! —escuchar una cálida voz salir de la nada me da un buen susto, y no soy un hombre que se asuste fácilmente. Volteo para ver a la dueña de esa voz, aunque en mi interior ya sé quién es. Al hacerlo, mis ojos la encuentran rápidamente; ahí está ella, luciendo solo unos diminutos pantalones cortos que la hacen lucir... Dios, ayúdame, esas piernas son infinitas y muestran una preciosa piel blanca. En sus pies lleva unas sandalias y, Dios mío, solo tiene puesta la parte de arriba de su traje de baño de color rojo; no lleva camisa, solo una toalla sobre sus hombros. Su mirada tímida viaja por mi cuerpo y siento cómo me quema en el proceso. —Hola, no sabía que estabas aquí —le digo. —Bueno, de hecho, acabo de llegar —levanta el brazo y señala algo a un lado. Sigo con la mirada su brazo extendido y veo el auto de su madre a un lado. ¿Cómo es que alguien que no tiene la edad suficiente para conducir podía andar por ahí sin más? Ella continúa hablando—. Hacía buen tiempo y... bueno, aquí estoy. —Sí, es obvio que estás aquí y luciendo jodida e increíblemente hermosa—. Tranquilo, no te molestaré, solo me pondré en algún lugar y listo —dice al ver que yo aún no digo nada. Salgo de mi estado de idiotez y la miro directamente a los ojos, que son de un gris azulado. Aunque no sé si ese tono azul se debe al mar. —No pasa nada, puedes quedarte cerca y hacernos compañía —frunce el ceño y eso hace que se vea aún más adorable. Nos señalo a los dos; ella sonríe y asiente—. Por cierto, soy Corbin Hunt. Somos vecinos, lamento no haber estado aquí cuando se mudaron. Estaba fuera de la ciudad por cuestiones de trabajo. —Me mira confundida y es entonces cuando caigo en la cuenta de que ella piensa que soy nuevo y no al revés—. ¿Pensabas que soy nuevo? —se ruboriza al instante; parece avergonzada. —Sí. Bueno, es que no había nadie en la casa de al lado; igual, solo llevamos aquí un mes, más o menos. Mi nombre es Sienna, Sienna Green —dice. La veo caminar más allá de mi camioneta y tender su toalla en la blanca arena. Es tan indiferente, es como si yo no existiera; me ignora por completo. Eso nunca me había sucedido; las mujeres no suelen ignorarme. Se quita sus sandalias y nada más, luego camina directo al agua y las pequeñas olas que llegan a la orilla le mojan los pies. Comienza a meterse en ella. Su hermoso cabello rizado cae sobre su espalda hasta su lindo trasero en forma de corazón. El agua parece invitarla, y yo, atrapado en el hechizo de su belleza, no puedo apartar la vista. Sienna se mueve con gracia, como si el océano fuera su aliada. Las olas lavan sus pies, retirando una y otra vez la arena como un amante que no se atreve a tocarla por completo. No puedo evitar sonreír al ver cómo juega con el agua; su risa es fresca y pura, resonando en el aire como campanillas en un día de primavera.Capítulo 3 LA ACTUALIDAD CORBINMe encuentro sentado en mi escritorio, rodeado de papeles desordenados y la luz tenue que apenas ilumina la habitación, cuando escucho esa risa que jamás podría sacar de mi cabeza, aunque quisiera. Es una risa alegre y despreocupada, capaz de traer recuerdos de días pasados. Mis entrañas se contraen y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, llenándome de sensaciones que preferiría ignorar. Sin poder resistirlo más, me levanto de mi silla y salgo de mi oficina, dirigiéndome directamente a la cocina, donde la risa parece ser más intensa.Abro la puerta y allí está ella, riendo a carcajadas, con los brazos cruzados sobre su estómago, lágrimas asomando en sus ojos a causa de tanto reír. La imagen es tan fresca, tan viva, que me resulta difícil no quedarme paralizado por un instante. Miro a Ian con el ceño fruncido; me pregunto en qué estará pensando al verla. ¿Por qué demonios está lleno de harina, como si hubiera tenido un accidente en la cocina? Él me ve
Capítulo 4 LA ACTUALIDAD SIENNANo entendía por qué Corbin actuaba de esa forma, ni tampoco podía comprender el hecho de que casi asesinará a Ian con la mirada. Lo vi mientras él fruncía el ceño, sus ojos destilando una ira silenciosa que enviaba escalofríos por mi espalda. Ayudo a recoger el desastre en la cocina antes de que mi turno termine; el restaurante sigue bullicioso, y la mezcla de platos y vasos rozando aumenta la presión en el aire. Sabía que debía llegar a casa, aunque no tuviera a nadie que me recibiera al entrar, al menos no por ahora.Una vez que termino de ayudar en la cocina, me despido de Ian con una ligera sonrisa. Me dirijo al cuarto de empleados para buscar mis cosas, el sonido de mis pasos resonando en el suelo de azulejos fríos. Abro mi casillero y saco mi bolso, sintiendo un ligero alivio al deshacerme de la chaqueta de trabajo que siempre parecía apretar mi pecho.—¿Ya has terminado? —su voz ronca y profunda resuena en el pequeño espacio, haciendo que me es
Capítulo 5LA ACTUALIDAD CORBINDios, no puedo continuar así. Ha pasado mucho tiempo desde que soñé con Sienna, pero desde que apareció Maddie, mi mente se ha convertido en un lío de recuerdos y confusiones. Necesito concentrarme en mis propias cosas; hay asuntos mucho más importantes en los que debo pensar que revivir viejos recuerdos del pasado.—Ya te lo he dicho, John. No quiero errores. Tiene que ser un trabajo limpio.—Sí, Señor. En eso estamos. Verá que todo irá como usted espera. Los pedidos llegarán hoy por la tarde, yo me encargaré. Y también conseguiré lo que me has pedido.—Eso espero, John. —Finalizo la llamada. Cuando deseas que un trabajo se haga bien, lo mejor es hacerlo uno mismo, pero John es mi mano derecha y nunca me ha fallado. Necesito ese informe en mi oficina hoy mismo.Salgo de mi casa y me dirijo hacia mi camioneta. Tengo que llegar al trabajo más que nunca. (####)Maldita sea. Esa voz otra vez, ¿por qué tiene que ser tan condenadamente dulce? Maddie está e
Capítulo 6CINCO AÑOS ANTESSIENNA—¿No piensas entrar? El agua está rica —le digo, mientras mi corazón late rápido y un escalofrío de nerviosismo recorre mi cuerpo. Dios, ayúdame. Ese hombre es realmente atractivo: piel bronceada, cabello castaño dorado y unos impresionantes ojos azules que parecen un océano profundo. Parecía que si los mirabas demasiado tiempo, te consumías en ellos. Su cuerpo parece una escultura hecha por los dioses, con hombros anchos y fuertes, brazos musculosos, y un pecho y abdomen perfectamente definidos. Y ni hablar de esa increíble "V" que se forma, descendiendo hasta más abajo de sus vaqueros que caen de forma perfecta sobre sus caderas anchas y firmes. La belleza de ese hombre es casi surrealista.—Claro que pienso meterme, es solo que... pensaba hacerlo sin mis vaqueros —dice, dándole un giro a su mensaje. Sus palabras me hacen poner los ojos en blanco y centrar mi mirada en él.—Tranquila, jamás lo haría contigo aquí —responde, y un nuevo sentimiento se
Capítulo 7LA ACTUALIDADSIENNANo puedo creer lo estúpida e imprudente que fui. ¿Cómo pude dejar que me besara? Cada vez que recuerdo ese momento, un escalofrío de culpa recorre mi espalda. —¡Ay, esto es genial! —exclamo en voz alta, como si esas palabras pudieran enmascarar mi tormento interno.—¿Teniendo un mal día? —Ian interrumpe mis pensamientos mientras entra en el cuarto de servicio donde suelo dejar mis cosas. Su presencia es un alivio, un pequeño destello de normalidad en un mundo que parece estar desmoronándose a mi alrededor.—Algo. Quemé al jefe con un poco de café. —¡Auch! Eso debió doler. —Como no te imaginas —suelto un suspiro de cansancio, la presión del día aplastando mi pecho como una pesada losa. —Tranquila, no creo que te despida por eso —dice, y en otro momento, eso habría sido un consuelo.Pero ahora el pensamiento de renunciar se cierne sobre mí como niebla espesa. Si no me despide por eso, renunciaré yo misma. No puedo seguir así, con la sombra de Corb
Capítulo 8SIENNA—Lo sé, Corbin. Es solo que él dijo que le diéramos un par de días más para pagarte. —No, no. Las cosas no funcionan de esa manera. ¡Aquí quién no paga hay que recordarle porque no deben meterse donde no deben! ¿O tengo que encargarme yo mismo? —No señor, yo me encargo enseguida. —Un día John, un día no más. Ahora dime, ¿ya organizaste la carrera de mañana? —Sí claro, eso ya está súper listo. ¿Por qué? —Quiero que prepares a Katy para mañana. —¿En serio lo hará? Usted nunca se involucra en esas cosas. —Solo será por diversión nada más. —Ok. Bueno, ya es hora de irme, nos vemos mañana.—Recuérdalo, John. Solo un día más. No damos segundas oportunidades.—Si, señor.Me retiré rápidamente antes de que Corbin pudiera escucharme. La conversación que acababa de ser testigo me dejó en un mar de dudas. ¿Sobre qué demonios estaban hablando? Justo en ese momento, cada palabra resonaba en mi mente, como un eco divagante que se negaba a desvanecerse. Sentí una me
Capítulo 9CORBINEstaba tan malditamente molesto por todo lo que estaba pasando. Las carreras de motos ya no me estaban produciendo tanto dinero como antes, gracias a los malditos policías que cada vez se volvían más pesados, poniendo en riesgo no solo mi negocio, sino toda la dinámica del underground. Mi mundo se había vuelto un caos, y en el fondo lo sabía: los tiempos de gloria se desvanecían.Tenía a Ben otra vez sobre mí, presionándome para que aceptara hacer el último encargo. Después de esto, podría retirarme, y mi deuda con él se saldarían. Mi trabajo no era fácil, porque conlleva muchos enemigos con los que lidiar, y el riesgo siempre estaba a la vuelta de la esquina. Con cada misión, la tensión aumentaba, y el filo de la navaja por el que caminábamos se volvía más y más agudo.Este sería mi último trabajo para mi viejo amigo Ben. Él me enseñó todo lo que sé, cuidó de mí cuando me encontró en las frías calles muriendo de hambre. Desde entonces he estado con él, pero ya era h
CAPÍTULO 10SIENNA¿Cómo rayos iba a hacer para que Corbin no viera a mis padres?«Piensa, Sienna, piensa.»Saco mi móvil del bolso y le envío un mensaje a mi madre.—¿Mamá, quién está contigo en la clínica? —presiono enviar y, unos segundos después, obtengo su respuesta.—Tu padre, pero ya tiene que irse. Y Ava. —Genial, Corbin no la conocía a ella.Le escribo otra vez.—Necesito que tú y mi padre vayan a la cafetería y me esperen ahí. Corbin ha decidido llevarme y no quiero que los vea, él aún no sabe nada. Dile a Ava que me espere fuera de la clínica. Ya estoy llegando.—Está bien. Pero tú y yo hablaremos, jovencita.No respondo, pues sé de qué tenemos que hablar, y sé que tiene razón. Pero no creo que este sea el mejor momento.—Llegamos —dice Corbin. Levanto la vista y ahí está Ava.—¿Ves aquella chica de cabellos rubios y un tanto desaliñados?—Sí.—Para junto a ella. Es mi amiga, lleva rato esperándome.—Pero... pensé que tus padres estarían aquí —él hace lo que le pido y se de