Capítulo 1
LA ACTUALIDAD SIENNA Pensar que las cosas podrían ser peores era quedarse corto. Aquí estaba yo, tratando de alcanzar una estantería para colocar los nuevos vasos de vidrio que habían llegado; nunca pensé que mi estatura (1.60) llegaría a ser un problema hasta ahora. Tara, la gerente del lugar, me había asignado organizar todo el bar, aunque sentía que lo hacía más que todo por venganza; aunque desconocía el motivo. Llevaba trabajando en el nuevo restaurante casi un mes y me había mudado de San Diego a San Francisco alrededor de un mes y medio. Los días eran agitados, y cada día me esforzaba para adaptarme a este nuevo entorno. El restaurante se había abierto recientemente, y aunque parecía tener éxito, la presión del trabajo era abrumadora. Cada vez que me cruzaba con Tara, se notaba que estaba estresada; sus ojos reflejaban la preocupación y la carga que llevaba. Me preguntaba si alguna vez sería capaz de lidiar con todo ese estrés, siendo nueva en la ciudad. —Baja de ahí ahora mismo, antes de que puedas romper algo que no está en mi presupuesto de daños extras. Esa voz alguna vez me pareció tan cálida y segura. Nada que ver con la que se ha convertido ahora. Lo miro por encima de mi hombro y lo veo allí parado, con los brazos cruzados y una mirada que podría paralizar a un león. Luego bajo la mirada a mis pies y creo saber a qué se refiere. Rápidamente bajo del pequeño banco que he tomado para poder llegar hasta aquí arriba. No puedo evitar sentir que me está observando como si fuera una niña pequeña que no sabe lo que hace. —Lo siento, señor. Tara me ha mandado a terminar esto. En mi mente, una ola de frustración se arremolina. «¡Mi tamaño nunca ha sido un impedimento para realizar mis trabajos, idiota!» es lo que me gustaría poder gritarle, al idiota. En su lugar, me quedo callada. Él me observa un segundo, su expresión es casi indiferente. —Ve a la cocina y ayuda a Ian. Buscaré a alguien más para que termine esto. —P-pero... —Pero nada. ¿Acaso eres sorda? Haz lo que te digo. No espera que le dé respuesta alguna y se marcha. Camino a la cocina, indignada por cómo el gran capullo me trataba ahora. Entiendo que ha cambiado en los últimos cinco años. Su musculatura, los rasgos afilados de su cara, incluso la forma en que viste, todo habla de un hombre que se ha vuelto casi intimidante. Físicamente, yo tampoco soy igual a aquella niña que había dejado atrás al marcharse, algunas áreas han cambiado. Él por otro lado, no siempre fue un ser así de despreciable; era una persona que parecía tener sangre en las venas y un corazón latente en ese cuerpo que ahora parecía no tener alma. Cuando vine a San Francisco buscándolo, no sabía a qué tipo de cambios me enfrentaría, pero definitivamente no era este el que esperaba. Tal vez había sido un error volver, pero algo dentro de mí insistía en que aún había esperanza de recuperar al chico que había conocido. —Hola, Ian. Corbin-idiota-Hunt me envió a ayudarte aquí. Ian levanta la mirada y me da una de sus sonrisas cálidas, del tipo amable que te recuerda a los días soleados en la playa. —¡Genial! ¡Porque necesitaba a alguien para que pruebe mi nuevo platillo! Supongo que los chefs nunca dejan de crear comidas extrañas. Me acerco a él, sintiéndome un poco más aliviada en su compañía. Creo que podría ser un buen día tras todo. Mientras miro alrededor, percibo que la cocina es lo que hace que todo el restaurante funcione, lleno de aromas intensos y sabores en constante evolución. Río y me acerco a él, dispuesta a probar su creación. Pasé el resto de la mañana en la cocina con Ian, aventurándome a ayudar en pequeños detalles: picando verduras, asegurándome de que todo esté bien organizado. Ian es un verdadero maestro, y me siento afortunada de trabajar a su lado. Se nota que ama lo que hace, y eso contagia a todos a su alrededor. —Necesito que me eches una mano atendiendo las mesas, Maddie. Es que no tengo mucho personal hoy; Susan está enferma y Luisa tiene el día libre. Giro y veo a José que me pone cara de súplica, sus ojos implorando ayuda. —Sí, claro. —le digo. —Bien. Siento robártela, Ian. —¿De verdad lo sientes? —le pregunta Ian, mientras yo dejo el trapo con el que me estoy secando las manos en la encimera. —No —responde José con descaro. Sonrío. —Eso pensé. —dice Ian. —Toma —me dice José, pasándome un delantal con bolsillos al frente. Me lo ato a la cintura y acomodo mi cabello en una coleta alta, lista para enfrentar el caos del servicio—. Gracias, nena. Te debo una. Sonrío y salgo al abarrotado restaurante; es entonces cuando me percato de que no sé qué lugar me toca. Mirando hacia el área del comedor, el murmullo de las conversaciones y el tintineo de la vajilla me abruman un poco. —José, no sé... —Ala derecha, nena. —Gracias. Sigo mi camino y voy a la primera mesa, donde está una pareja de ancianos. Saco del delantal el bloc de notas y el bolígrafo. —Buenas tardes, yo soy Maddie. Y voy a tomar sus órdenes —les dedico una sonrisa. Ellos me observan; la primera en hablar es la mujer, que sonríe cálidamente. —Qué linda eres. —Gracias —le digo, sintiendo un pequeño cosquilleo de gratitud—. Bueno, querida, vamos a querer: arroz, pescado a la plancha, ensalada César y vino tinto. —En un momento se los traigo. Voy rápidamente a la cocina, dejando la orden y soltando un suspiro; me siento un poco más cómoda con cada nuevo pedido que tomo. Así me la paso parte de la tarde y de la noche, de un lado para otro, entre camareros apresurados, clientes entretenidos y la esencia de la buena comida. En medio de la locura, una parte de mí siente que, a pesar de los cambios y la distancia, hay algo en este lugar que me recuerda a casa. Quizás la calidez de los rostros que encuentro en cada mesa, o el frenético ritmo de la cocina, en todo caso, me hace sentir viva. A medida que me sumerjo en el trabajo, me doy cuenta de que, aunque la vida puede ser impredecible y el pasado está marcado por sombras, hay espacio para momentos de alegría. Y, aunque Corbin, el idiota, me haya tratado mal, eso no definiría mi experiencia aquí. La noche avanza, y yo sigo sonriendo, incluso si el capullo de Corbin está en el camino.Capítulo 2 CORBINCINCO AÑOS ANTES. Nunca había contemplado un par de ojos tan cautivadores hasta que la vi salir de aquel auto, con su vestido corto de verano ondeando. El viento revolotea su largo cabello rojo, que cae en delicados rizos. Sin embargo, lo que realmente me roba el aliento es esa sonrisa suya, que irrumpe en mi oscura y solitaria existencia como un rayo de luz. No la había visto antes por el vecindario; pero, tras haber estado fuera de casa más de dos meses y regresar apenas anoche, me preguntaba quién podría ser mi nueva vecina.Al descubrir con quién se divierte, mi alegría se apaga de inmediato: es un hombre mayor, bien vestido, que parece disfrutar de su compañía.—¡Oye, pero si eres un tramposo! —dice riendo la hermosa joven. Siento celos al instante. Su dulce voz es como una suave melodía en un susurro. Camina hasta él y lo abraza.—Mi pequeña niña no sabe perder. Ven, vayamos a contarle a tu madre quién es el mejor comiendo donas.—¡Oh, papá! —dice aún riendo
Capítulo 3 LA ACTUALIDAD CORBINMe encuentro sentado en mi escritorio, rodeado de papeles desordenados y la luz tenue que apenas ilumina la habitación, cuando escucho esa risa que jamás podría sacar de mi cabeza, aunque quisiera. Es una risa alegre y despreocupada, capaz de traer recuerdos de días pasados. Mis entrañas se contraen y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, llenándome de sensaciones que preferiría ignorar. Sin poder resistirlo más, me levanto de mi silla y salgo de mi oficina, dirigiéndome directamente a la cocina, donde la risa parece ser más intensa.Abro la puerta y allí está ella, riendo a carcajadas, con los brazos cruzados sobre su estómago, lágrimas asomando en sus ojos a causa de tanto reír. La imagen es tan fresca, tan viva, que me resulta difícil no quedarme paralizado por un instante. Miro a Ian con el ceño fruncido; me pregunto en qué estará pensando al verla. ¿Por qué demonios está lleno de harina, como si hubiera tenido un accidente en la cocina? Él me ve
Capítulo 4 LA ACTUALIDAD SIENNANo entendía por qué Corbin actuaba de esa forma, ni tampoco podía comprender el hecho de que casi asesinará a Ian con la mirada. Lo vi mientras él fruncía el ceño, sus ojos destilando una ira silenciosa que enviaba escalofríos por mi espalda. Ayudo a recoger el desastre en la cocina antes de que mi turno termine; el restaurante sigue bullicioso, y la mezcla de platos y vasos rozando aumenta la presión en el aire. Sabía que debía llegar a casa, aunque no tuviera a nadie que me recibiera al entrar, al menos no por ahora.Una vez que termino de ayudar en la cocina, me despido de Ian con una ligera sonrisa. Me dirijo al cuarto de empleados para buscar mis cosas, el sonido de mis pasos resonando en el suelo de azulejos fríos. Abro mi casillero y saco mi bolso, sintiendo un ligero alivio al deshacerme de la chaqueta de trabajo que siempre parecía apretar mi pecho.—¿Ya has terminado? —su voz ronca y profunda resuena en el pequeño espacio, haciendo que me es
Capítulo 5LA ACTUALIDAD CORBINDios, no puedo continuar así. Ha pasado mucho tiempo desde que soñé con Sienna, pero desde que apareció Maddie, mi mente se ha convertido en un lío de recuerdos y confusiones. Necesito concentrarme en mis propias cosas; hay asuntos mucho más importantes en los que debo pensar que revivir viejos recuerdos del pasado.—Ya te lo he dicho, John. No quiero errores. Tiene que ser un trabajo limpio.—Sí, Señor. En eso estamos. Verá que todo irá como usted espera. Los pedidos llegarán hoy por la tarde, yo me encargaré. Y también conseguiré lo que me has pedido.—Eso espero, John. —Finalizo la llamada. Cuando deseas que un trabajo se haga bien, lo mejor es hacerlo uno mismo, pero John es mi mano derecha y nunca me ha fallado. Necesito ese informe en mi oficina hoy mismo.Salgo de mi casa y me dirijo hacia mi camioneta. Tengo que llegar al trabajo más que nunca. (####)Maldita sea. Esa voz otra vez, ¿por qué tiene que ser tan condenadamente dulce? Maddie está e
Capítulo 6CINCO AÑOS ANTESSIENNA—¿No piensas entrar? El agua está rica —le digo, mientras mi corazón late rápido y un escalofrío de nerviosismo recorre mi cuerpo. Dios, ayúdame. Ese hombre es realmente atractivo: piel bronceada, cabello castaño dorado y unos impresionantes ojos azules que parecen un océano profundo. Parecía que si los mirabas demasiado tiempo, te consumías en ellos. Su cuerpo parece una escultura hecha por los dioses, con hombros anchos y fuertes, brazos musculosos, y un pecho y abdomen perfectamente definidos. Y ni hablar de esa increíble "V" que se forma, descendiendo hasta más abajo de sus vaqueros que caen de forma perfecta sobre sus caderas anchas y firmes. La belleza de ese hombre es casi surrealista.—Claro que pienso meterme, es solo que... pensaba hacerlo sin mis vaqueros —dice, dándole un giro a su mensaje. Sus palabras me hacen poner los ojos en blanco y centrar mi mirada en él.—Tranquila, jamás lo haría contigo aquí —responde, y un nuevo sentimiento se
Capítulo 7LA ACTUALIDADSIENNANo puedo creer lo estúpida e imprudente que fui. ¿Cómo pude dejar que me besara? Cada vez que recuerdo ese momento, un escalofrío de culpa recorre mi espalda. —¡Ay, esto es genial! —exclamo en voz alta, como si esas palabras pudieran enmascarar mi tormento interno.—¿Teniendo un mal día? —Ian interrumpe mis pensamientos mientras entra en el cuarto de servicio donde suelo dejar mis cosas. Su presencia es un alivio, un pequeño destello de normalidad en un mundo que parece estar desmoronándose a mi alrededor.—Algo. Quemé al jefe con un poco de café. —¡Auch! Eso debió doler. —Como no te imaginas —suelto un suspiro de cansancio, la presión del día aplastando mi pecho como una pesada losa. —Tranquila, no creo que te despida por eso —dice, y en otro momento, eso habría sido un consuelo.Pero ahora el pensamiento de renunciar se cierne sobre mí como niebla espesa. Si no me despide por eso, renunciaré yo misma. No puedo seguir así, con la sombra de Corb
Capítulo 8SIENNA—Lo sé, Corbin. Es solo que él dijo que le diéramos un par de días más para pagarte. —No, no. Las cosas no funcionan de esa manera. ¡Aquí quién no paga hay que recordarle porque no deben meterse donde no deben! ¿O tengo que encargarme yo mismo? —No señor, yo me encargo enseguida. —Un día John, un día no más. Ahora dime, ¿ya organizaste la carrera de mañana? —Sí claro, eso ya está súper listo. ¿Por qué? —Quiero que prepares a Katy para mañana. —¿En serio lo hará? Usted nunca se involucra en esas cosas. —Solo será por diversión nada más. —Ok. Bueno, ya es hora de irme, nos vemos mañana.—Recuérdalo, John. Solo un día más. No damos segundas oportunidades.—Si, señor.Me retiré rápidamente antes de que Corbin pudiera escucharme. La conversación que acababa de ser testigo me dejó en un mar de dudas. ¿Sobre qué demonios estaban hablando? Justo en ese momento, cada palabra resonaba en mi mente, como un eco divagante que se negaba a desvanecerse. Sentí una me
Capítulo 9CORBINEstaba tan malditamente molesto por todo lo que estaba pasando. Las carreras de motos ya no me estaban produciendo tanto dinero como antes, gracias a los malditos policías que cada vez se volvían más pesados, poniendo en riesgo no solo mi negocio, sino toda la dinámica del underground. Mi mundo se había vuelto un caos, y en el fondo lo sabía: los tiempos de gloria se desvanecían.Tenía a Ben otra vez sobre mí, presionándome para que aceptara hacer el último encargo. Después de esto, podría retirarme, y mi deuda con él se saldarían. Mi trabajo no era fácil, porque conlleva muchos enemigos con los que lidiar, y el riesgo siempre estaba a la vuelta de la esquina. Con cada misión, la tensión aumentaba, y el filo de la navaja por el que caminábamos se volvía más y más agudo.Este sería mi último trabajo para mi viejo amigo Ben. Él me enseñó todo lo que sé, cuidó de mí cuando me encontró en las frías calles muriendo de hambre. Desde entonces he estado con él, pero ya era h