Capítulo 4
LA ACTUALIDAD SIENNA No entendía por qué Corbin actuaba de esa forma, ni tampoco podía comprender el hecho de que casi asesinará a Ian con la mirada. Lo vi mientras él fruncía el ceño, sus ojos destilando una ira silenciosa que enviaba escalofríos por mi espalda. Ayudo a recoger el desastre en la cocina antes de que mi turno termine; el restaurante sigue bullicioso, y la mezcla de platos y vasos rozando aumenta la presión en el aire. Sabía que debía llegar a casa, aunque no tuviera a nadie que me recibiera al entrar, al menos no por ahora. Una vez que termino de ayudar en la cocina, me despido de Ian con una ligera sonrisa. Me dirijo al cuarto de empleados para buscar mis cosas, el sonido de mis pasos resonando en el suelo de azulejos fríos. Abro mi casillero y saco mi bolso, sintiendo un ligero alivio al deshacerme de la chaqueta de trabajo que siempre parecía apretar mi pecho. —¿Ya has terminado? —su voz ronca y profunda resuena en el pequeño espacio, haciendo que me estremezca. Doy un pequeño brinco del susto, mi corazón latiendo un poco más rápido. Volteo lentamente para verlo, un nudo en el estómago disparándose ante la proximidad de su figura dominante. —Sí, señor. Ya me voy a casa. ¿Se le ofrece algo? —intento mantener la profesionalidad en mi voz, aunque noto que él frunce el ceño, los engranajes de su cabeza trabajando a toda marcha durante un segundo, este es un rastro con el que estoy tan familiarizada. La tensión palpable entre nosotros es tan familiar y tan incómoda al mismo tiempo, una mezcla de la antigua atracción y el nuevo sentimiento. —No. Puede marcharse. De seguro hay alguien que la espere en casa. —Abro la boca para corregirlo y me detengo. Eso no es asunto suyo; sin embargo, veo que su expresión refleja que espera una respuesta, como si en su mente el asunto fuera de vital importancia. Da un paso hacia adelante, su presencia imponente llenando el espacio entre nosotros. Sus increíbles ojos azules me traspasan, profundos como el océano, y por un momento me siento perdida en ellos. No debería estar tan cerca de mí; es una muy mala combinación. Cuando me giro para cerrar mi casillero, noto su cálido aliento en mi oreja, un roce que me provoca un escalofrío. —Te he hecho una pregunta, y no me gusta tener que hacer las mismas preguntas dos veces —la gravedad de su voz logra paralizarme. Los vellos de mi nuca se levantan como escarpias; puedo sentir su enorme cuerpo musculoso elevándose sobre el mío. Respiro hondo y me vuelvo para enfrentarlo, maldiciendo en mi interior por ser tan impulsiva. Ahora está a escasos centímetros de mi cara, su aliento cálido y mentolado me golpea la nariz de una manera deliciosamente dolorosa, mientras sus ojos se desvían hacia mis labios entreabiertos. La conexión entre nosotros, aunque tensa, me llena de una extraña mezcla de miedo y deseo. —Disculpa, pero eso no ha sido una pregunta; más bien diría que es una confirmación —mi voz suena más segura de lo que me siento en ese momento. No digo más; sin pensar en las consecuencias, paso a su lado sin esperar su respuesta y me marcho, sintiendo su mirada taladrando mi espalda. Odio tener que salir corriendo cuando estoy cerca de él; es una reacción instintiva que simplemente no puedo evitar. Su presencia sigue causando en mí el mismo efecto que cuando era una adolescente, una mezcla de admiración y desasosiego... Solo que ahora él ya no es aquel chico del que alguna vez me enamoré. Este chico es diferente: más frío, calculador e intimidatorio. Parece no presentar ni una pizca de sentimiento o compasión; es como si careciera por completo de emoción. A veces creo que alguna tragedia lo marcó, que algo malo le hubiera pasado, o simplemente siempre fue así y yo nunca me di cuenta porque siempre me encontraba envuelta en él. Corbin ya no era mi Corbin; ahora era un caparazón vacío, una sombra de lo que solía ser. Camino hasta el aparcamiento y me dirijo directamente a mi llamativo auto, sintiéndome un poco ridícula; ¿quién necesita un vehículo tan extravagante? No entendía por qué mi padre se empeñó tanto en regalarme un auto tan lujoso. ¿Cómo podía pasar desapercibida con mi pequeño Mercedes plateado esperando por mí? Ese auto, que debería ser motivo de orgullo, se siente más como una carga, un recordatorio de que no encajo en el mundo en el que vivo. Vivo en un cómodo complejo de apartamentos de diez pisos. Por suerte, mi departamento está en el cuarto piso, lo que me da una ligera ventaja (me ha tocado subir por las escaleras cuando el ascensor se daña). La mayoría de las veces, el ascensor funciona bien, pero en esos momentos de frustración, cuando tengo que subir las escaleras, me pregunto por qué elegí vivir aquí. Entro en el aparcamiento subterráneo, aparco el auto y a modo automático tomo mi bolso antes de bajarme y caminar como un jodido zombi hacia el ascensor. Localizo el número cuatro en el tablero y lo presiono con cierta pesadez en el corazón. Cuando las puertas se cierran, me atrapa una sensación de claustrofobia. Puedo ver mi patética figura reflejada en las puertas, y eso no mejora mi estado de ánimo. Aunque no tengo un cuerpo delgado y esbelto, tampoco está mal: abdomen plano, cintura estrecha y caderas anchas con un trasero generoso. Pero no puedo decir lo mismo de mis senos; ellos son grandes para mi gusto, una carga extra que a menudo siento en situaciones como esta. Las puertas se abren y salgo, caminando por el largo pasillo que parece alargarse aún más en mi mente mientras me acerco a mi puerta negra. La abro y me quedo pensativa en el umbral antes de ingresar. Una ola de melancolía me invade. ¿Qué pasó con mi Corbin? ¿Dónde se había ido aquel chico amable y divertido que conocía? Suspiro cansada, dejando escapar un pequeño lamento y, finalmente, entro en mi solitaria morada.Capítulo 5LA ACTUALIDAD CORBINDios, no puedo continuar así. Ha pasado mucho tiempo desde que soñé con Sienna, pero desde que apareció Maddie, mi mente se ha convertido en un lío de recuerdos y confusiones. Necesito concentrarme en mis propias cosas; hay asuntos mucho más importantes en los que debo pensar que revivir viejos recuerdos del pasado.—Ya te lo he dicho, John. No quiero errores. Tiene que ser un trabajo limpio.—Sí, Señor. En eso estamos. Verá que todo irá como usted espera. Los pedidos llegarán hoy por la tarde, yo me encargaré. Y también conseguiré lo que me has pedido.—Eso espero, John. —Finalizo la llamada. Cuando deseas que un trabajo se haga bien, lo mejor es hacerlo uno mismo, pero John es mi mano derecha y nunca me ha fallado. Necesito ese informe en mi oficina hoy mismo.Salgo de mi casa y me dirijo hacia mi camioneta. Tengo que llegar al trabajo más que nunca. (####)Maldita sea. Esa voz otra vez, ¿por qué tiene que ser tan condenadamente dulce? Maddie está e
Capítulo 6CINCO AÑOS ANTESSIENNA—¿No piensas entrar? El agua está rica —le digo, mientras mi corazón late rápido y un escalofrío de nerviosismo recorre mi cuerpo. Dios, ayúdame. Ese hombre es realmente atractivo: piel bronceada, cabello castaño dorado y unos impresionantes ojos azules que parecen un océano profundo. Parecía que si los mirabas demasiado tiempo, te consumías en ellos. Su cuerpo parece una escultura hecha por los dioses, con hombros anchos y fuertes, brazos musculosos, y un pecho y abdomen perfectamente definidos. Y ni hablar de esa increíble "V" que se forma, descendiendo hasta más abajo de sus vaqueros que caen de forma perfecta sobre sus caderas anchas y firmes. La belleza de ese hombre es casi surrealista.—Claro que pienso meterme, es solo que... pensaba hacerlo sin mis vaqueros —dice, dándole un giro a su mensaje. Sus palabras me hacen poner los ojos en blanco y centrar mi mirada en él.—Tranquila, jamás lo haría contigo aquí —responde, y un nuevo sentimiento se
Capítulo 7LA ACTUALIDADSIENNANo puedo creer lo estúpida e imprudente que fui. ¿Cómo pude dejar que me besara? Cada vez que recuerdo ese momento, un escalofrío de culpa recorre mi espalda. —¡Ay, esto es genial! —exclamo en voz alta, como si esas palabras pudieran enmascarar mi tormento interno.—¿Teniendo un mal día? —Ian interrumpe mis pensamientos mientras entra en el cuarto de servicio donde suelo dejar mis cosas. Su presencia es un alivio, un pequeño destello de normalidad en un mundo que parece estar desmoronándose a mi alrededor.—Algo. Quemé al jefe con un poco de café. —¡Auch! Eso debió doler. —Como no te imaginas —suelto un suspiro de cansancio, la presión del día aplastando mi pecho como una pesada losa. —Tranquila, no creo que te despida por eso —dice, y en otro momento, eso habría sido un consuelo.Pero ahora el pensamiento de renunciar se cierne sobre mí como niebla espesa. Si no me despide por eso, renunciaré yo misma. No puedo seguir así, con la sombra de Corb
Capítulo 8SIENNA—Lo sé, Corbin. Es solo que él dijo que le diéramos un par de días más para pagarte. —No, no. Las cosas no funcionan de esa manera. ¡Aquí quién no paga hay que recordarle porque no deben meterse donde no deben! ¿O tengo que encargarme yo mismo? —No señor, yo me encargo enseguida. —Un día John, un día no más. Ahora dime, ¿ya organizaste la carrera de mañana? —Sí claro, eso ya está súper listo. ¿Por qué? —Quiero que prepares a Katy para mañana. —¿En serio lo hará? Usted nunca se involucra en esas cosas. —Solo será por diversión nada más. —Ok. Bueno, ya es hora de irme, nos vemos mañana.—Recuérdalo, John. Solo un día más. No damos segundas oportunidades.—Si, señor.Me retiré rápidamente antes de que Corbin pudiera escucharme. La conversación que acababa de ser testigo me dejó en un mar de dudas. ¿Sobre qué demonios estaban hablando? Justo en ese momento, cada palabra resonaba en mi mente, como un eco divagante que se negaba a desvanecerse. Sentí una me
Capítulo 9CORBINEstaba tan malditamente molesto por todo lo que estaba pasando. Las carreras de motos ya no me estaban produciendo tanto dinero como antes, gracias a los malditos policías que cada vez se volvían más pesados, poniendo en riesgo no solo mi negocio, sino toda la dinámica del underground. Mi mundo se había vuelto un caos, y en el fondo lo sabía: los tiempos de gloria se desvanecían.Tenía a Ben otra vez sobre mí, presionándome para que aceptara hacer el último encargo. Después de esto, podría retirarme, y mi deuda con él se saldarían. Mi trabajo no era fácil, porque conlleva muchos enemigos con los que lidiar, y el riesgo siempre estaba a la vuelta de la esquina. Con cada misión, la tensión aumentaba, y el filo de la navaja por el que caminábamos se volvía más y más agudo.Este sería mi último trabajo para mi viejo amigo Ben. Él me enseñó todo lo que sé, cuidó de mí cuando me encontró en las frías calles muriendo de hambre. Desde entonces he estado con él, pero ya era h
CAPÍTULO 10SIENNA¿Cómo rayos iba a hacer para que Corbin no viera a mis padres?«Piensa, Sienna, piensa.»Saco mi móvil del bolso y le envío un mensaje a mi madre.—¿Mamá, quién está contigo en la clínica? —presiono enviar y, unos segundos después, obtengo su respuesta.—Tu padre, pero ya tiene que irse. Y Ava. —Genial, Corbin no la conocía a ella.Le escribo otra vez.—Necesito que tú y mi padre vayan a la cafetería y me esperen ahí. Corbin ha decidido llevarme y no quiero que los vea, él aún no sabe nada. Dile a Ava que me espere fuera de la clínica. Ya estoy llegando.—Está bien. Pero tú y yo hablaremos, jovencita.No respondo, pues sé de qué tenemos que hablar, y sé que tiene razón. Pero no creo que este sea el mejor momento.—Llegamos —dice Corbin. Levanto la vista y ahí está Ava.—¿Ves aquella chica de cabellos rubios y un tanto desaliñados?—Sí.—Para junto a ella. Es mi amiga, lleva rato esperándome.—Pero... pensé que tus padres estarían aquí —él hace lo que le pido y se de
Capítulo 11CORBINMe parecía totalmente irónico el maldito destino. Justo cuando llego a mi oficina, ella renuncia y encuentro a Ben sentado en uno de mis sillones, con dos sobres amarillos sobre mi escritorio. Uno de ellos me diría quién sería mi próximo objetivo; el otro, que debió dejarlo John, me diría quién era Maddie. Después de un largo día con ella, lo menos que deseaba era abrir aquel maldito sobre.—Qué bueno verte, hijo —me saluda Ben al entrar.—Lo mismo digo. Imagino que ya está todo listo para mi próximo trabajo.—Oh, sí. Ahí lo tienes.—Este será el último, Ben, recuérdalo. Quiero continuar con mi vida y hacer algo bueno por una vez en mi puta existencia.Ben ríe a carcajada. Era un tipo alto, de tez bronceada y musculoso, con ojos verdes. Su cuerpo estaba lleno de tatuajes que ocultaba bajo un traje de tres piezas negro. La barba que llevaba le daba un aspecto atemorizante para los que no lo conocían.—Y lo harás, muchacho. Tienes mi palabra. Sabes que nunca falto a e
CAPÍTULO 12CORBIN.Agarro el otro sobre que no contenía nombre, pues no hacía falta. Leo quién es mi próximo objetivo: Oh, maldición, esto tenía que ser una broma de Ben. ¿Cómo demonios iba a matarlo, y sin ninguna explicación?Saco el móvil de mi vaquero y marco su número, necesitaba saber el porqué de esto.—¿Qué pasó, muchacho? —contesta Ben, con su voz cargada de desenfado.—Ben, creo que hay algún error con respecto a quién debo matar. —¡Jajaja! Yo creo que no. ¿Qué pasa, Corbin? Tú sabes que yo nunca tengo errores. —Entonces tienes que darme una buena explicación de por qué voy a matar a este sujeto. No puedo hacerle esto, hombre.—A la que te mintió y se metió en tu vida sin decir nada. De tal palo, tal astilla. —¡Me importa una mierda! No le haré daño. No la haré sufrir... ¿Ahora dime qué tiene que ver él contigo? —Mucho, tiene que ver mucho. Tú sabes muy bien que nadie se puede meter en mi mundo y luego pretender robarme y salir ileso de todo.—No, Ben, sabes que yo no m