Al día siguiente: 8 de septiembre
Nueva York
Carlos estaciona el auto frente al edificio donde vive Sofía y por ende donde he quedado en recogerla para ir juntos a al hotel Stewart, y le envió un mensaje de texto para dejarle saber que hemos llegado y que debe bajar. No suelo tener este tipo de cortesías con cualquier empleado de la empresa, pero mi asesora comercial no es cualquier empleada, siempre he considerado que es un puesto vital y a quien mejor debo tratar para que seamos un excelente equipo. —Kilian, ¿Por qué has aceptado en venir a buscarla? Se supone que debió encontrarte allí.— Pregunta haciéndome sonreír ya que sabía que en algún momento me lo cuestionaría, después de todo, Carlos y yo somos muy buenos amigos.
—Me ha dicho que tuvo un problema, además es mi culpa porque apenas ayer le he dicho de este evento y no le he dado tiempo para organizarse. Por ultimo, sabes que me gusta tratar bien a la gente que trabaja a mi lado.— Explico y me mira a través del espejo retrovisor.
—¿Es guapa?— Consulta y rio de inmediato.
—Por si no lo recuerdas, eres casado...— Advierto y ahora es él quien ríe.
—Lo digo por ti, que te conozco y jamás aceptarías esto en el primer día de trabajo por muy buen jefe que seas.— Comenta y si, Carlos me conoce demasiado.
—Es muy guapa, pero es mi nueva asesora comercial y sabes cómo es esto. Si no buscas nada serio, mejor no te enredes con la gente con la que trabajas si no quieres que te perjudiquen después.— Comento y se da la vuelta para mirarme.
—Conociéndote...mejor ni te le acerques entonces. — Advierte y de reojo veo a alguien acercándose al auto.
Cuando volteo, allí está ella con un vestido negro entallado a su escultural figura, su maquillaje es digno de una publicidad de cosméticos y su cabello esta liso completamente. Abro la puerta para que suba, y para mi sorpresa me encuentro con una niñita de cabello castaño rizado, ojazos azules, y que me mira con una enorme sonrisa —Hola.— Dice con una vocecita extremadamente dulce y yo me la quedo mirando con una enorme sonrisa.
—¡¿Pero ¡¿quién es esta princesa?!— Pregunto y estiro mis brazos para ayudarle a subir.
—Es mi hija Mia, te prometo que mi hermano ira por ella a la puerta del hotel, es solo que se le ha hecho tarde y su padre está fuera de la ciudad. Ni te darás cuenta de que esta aquí. — Se explica nerviosa y con tanta prisa que puedo darme cuenta de que está preocupada.
—¡Ey! Respira, no te preocupes, por mí no hay problema y desde ya te aclaro que no soy uno de esos jefes gruñones.— Digo mientras que siento a la pequeña sobre mi regazo y su madre sube al auto por el otro lado.
—¡Gracias! Te prometo que es la primera y ultima vez.— Expone avergonzada mientras se acomoda en el asiento y estira sus brazos para que le pase a la niña, pero niego.
—No te preocupes, yo me quedo con ella.— Le digo a Sofía y luego me quedo viendo a la pequeña. —¿Así que tú eres Mia?— Le pregunto mirándola fijamente y ella asiente. —Tú si que eres una princesa eh... ¿y esos ojazos? ¿A quién le has sacado esos ojos azules enormes que tienes? — Consulto y ríe.
—A mi padre, sus ojos son igual a los de mi padre.— Intercede Sofía y debo mirarle.
—Con todo respeto te lo digo, tu hija es bellísima. Creo que haría una pareja increíble con mi sobrino Samuel.— Bromeo y por primera vez escucho a Sofía reírse.
—Okey, lo tendré en cuenta cuando ella tenga 18.— Responde entre risas.
—Ya sé, estoy adelantándome un poco— Admito y me pongo a conversar con la niña tal y como si nos conociéramos de toda la vida, pero la verdad es que la pequeña es súper desenvuelta y simpática, tanto que me ha sacado más de una risa.
—Kilian, estamos llegando.— Informa Carlos.
—De acuerdo...— Digo mirando a mi alrededor.
—Dame a Mía, así tu puedes bajar con calma. Yo iré rápidamente a encontrarme con mi hermano para dejarle a la niña y voy a donde estés, ¿sí?— Propone.
—¿Por qué mejor no le dices a tu hermano que nos encuentre en la recepción y se quede en el café que hay aquí hasta que terminemos y luego los llevo a tu casa?— Propongo y me mira como si hubiese dicho una locura.
—Creo que no es correcto Kilian, ni siquiera debí traerla para comenzar.— Responde seria.
—Soy tu jefe, y si a mí me parece bien que la niña se quede, no veo porque a ti deba preocuparte.— Replico y creo que por una vez le he ganado el argumento.
—Está bien, lo llamare para que se quede con la niña en el café . — Accede finalmente dándose por vencida, y Carlos mientras tanto viene a abrirnos la puerta del auto para que bajemos.
—Que empiece el juego— Digo con gran entusiasmo sabiendo que no será fácil concretar este negocio y le lanzo una última sonrisa a la pequeña quien realmente es una princesa.
Sé que no debería estar pensando esto, pero si a esta mujer los hijos le salen así de hermosos... claro que dan ganas de que sea la madre de los tuyos... 《Ya Kilian... No seas tonto.》 Me grito a mí mismo y continuo mi camino tratando de mantener las formas con esta mujer que pareciera ser la tentación en persona.
Estoy caminando por los pasillos de este hotel rumbo a la sala de juntas, cuando siento el sonido de unos pasos detrás de mi —¡Kilian!— Escucho su voz gritarme, y al darme la vuelta la veo prácticamente corriendo hacia mí con esos tacones.—Sofía, que te vas a caer con esos zapatos.— Le advierto y ella ríe de mis palabras.
A pesar de su negativa camino detrás de ellos para así salir del hotel y observo detenidamente sus andares. Debo dejar de mirarla así, pero es prácticamente imposible cuando sus caderas marcan un ritmo perfecto que acompañan sus tacones. — Señor Arraitz. — Me interrumpe la voz de Luciano Ferreir, uno de los que estaba con nosotros en la reunión y que de alguna manera ha conseguido alcanzarme, él camina a mi lado viendo exactamente lo mismo que yo —Con todo respeto, esa mujer es hermosa, ¿sabe si esta casada? ¿Cree que aceptaría una cena conmigo? — Me pregunta con toda la confianza del mundo.
Entro a su piso localizado en el ultimo piso de este edificio ubicado en una muy buena zona de Nueva York, y al mirar a mi alrededor me doy cuenta de que no es un piso cualquiera, es el pent-house. —Me encanta tu casa.— Digo mirando la increíble arquitectura y decoración tan sofisticada, es muy ella, y no tiene nada que envidiarle a mi piso, el cual casualmente también es el pent-house del edificio donde vivo. —Gracias, algo le ha tocado darme en el divorcio.— Comenta de manera sa
Al día siguiente: 9 de septiembreMiro mi reloj y no puedo creer que ya sean las ocho de la noche, ¿Tan ocupado he estado el día de hoy?Hemos pasado todo el día yendo de un lugar a otro cerrando acuerdos y recolectando información de algunos clientes para poder prepararles planes
4 días después: 13 de septiembreLo mejor que he podido hacer después de abrir mi boca de más en su piso aquella noche, ha sido intentar mantener mi postura de jefe. Me ha sido muy difícil, pero preferí eso a que ella me volviera a mirar así de nerviosa como lo hizo en ese momento. En mi mente aún se pasean los recuerdos de cómo es que tuve que ponerme a conversar acerca de tenis y de las playas a las que hemos ido para poder zafarme de aquella situaci&
Cuando la vi vestida así, supuse que seria un problema y no me equivoque. La atención de muchos de los hombres que han venido a este coctel, esta focalizada en ella, especialmente los que están solteros. Ella camina a mi lado como si nada sucediera y solo saluda a alguna que otra persona que conoce de camino a nuestra mesa. Realmente no comprendo cómo puede actuar así, otra mujer en su lugar estaría haciendo alarde de su manera de seducir e intentaría identificar quien le interesa para así ir detrás de su “presa.” Al día siguiente: 14 de septiembreLlevamos más de la mitad del recorrido a Toronto, un viaje que hemos decidido hacer acompañados del abogado de la empresa ya que el cliente es un tanto complicado. Dada la poca distancia acordamos en venir todo es una van de lujo que hemos alquilado, y a pesar de que ya llevamos la mitad del recorrido hecho, ella apenas ha pronunciado palabra. Solo ha respondido alguna que otra pregunta relacionada con el trabajo, pero después de allí ha estado m10. Lucha de Poderes
Quisiera seguir besándola toda mi vida, pero mis pulmones tienen otros planes. Ellos me piden una pausa en medio de todo este desorden, y al alejarme de sus labios veo su mirada, esta confundida, pero no mucho màs que yo.Su pecho se mueve al compás de su agitada respiración, no despega su mirada de mí,