Diego
Hoy por fin vería a Ana después de diez largos meses. O eso esperaba. Liam me aseguró que con la contrademanda presentada para solicitar el divorcio, y una orden ex parte, Ana no tendría más remedio que presentarse ante el juez. No sabía qué hizo Liam, ni cómo consiguió que pasara de ser el demandado, a ser el demandante, y además de emitir aquello que me explicó, era una orden de emergencia que el juez emitía tras presentar alguna moción en contra de la otra parte.
Cuando me propuso hacer aquello, al principio me negué rotundamente porque sería un canalla si la culpaba de abandono de hogar, cuando fue por mi causa que ella se alejó de mí y de todos.
La entendía, y por Dios que la comprendía, pero ella tenía que escucharme, saber la verdad y perdonarme por todo el daño que le causé sin habé
AnaEsa misma tarde en que recibí la noticia de que Diego presentó una demanda en mi contra por abandono de hogar, volamos a Londres.No podía creer en su cinismo. Engañarme de manera tan vil, tan cruel, para luego realizar semejante declaración en mi contra, me parecía de lo más bajo. Si tanto le urgía el divorcio para rehacer su vida, seguramente con aquella mujer escocesa, solo hubiera firmado los papeles que Jonás tenía en su poder. Pero acusarme de semejante acto, no lo esperaba de su parte. Estaba furiosa, rabiosa, dispuesta a plantarle una merecida cachetada y escupirle sus verdades en la cara, pero en el fondo sabía que aún no estaba lista para enfrentarlo. Me sentía nerviosa, ida, con mis pensamientos volando en direcciones diferentes que no me llevaban a ningún lugar.Lucas estaba igual o peor que yo, y sabía que tenía inseguri
Nuestros ojos se encontraron y mi mundo se vio envuelto en un caos, me hizo sentir vulnerable, pequeña, sin defensa alguna para protegerme de lo que ese hombre varonil, sensual e imponente, podría causarme. Sin saber cómo, volvió a entrar dentro de mi cuerpo a través de mis orbes y a colarse en mi alma, avivando de nuevo todo, removiendo otra vez cada sensación que su presencia, su aroma, su mirada y su cuerpo, lograban despertar sin que yo pusiera oposición alguna. Entonces supe que, si se lo proponía, caería de nuevo rendida a sus pies y estaba segura que si no huía de él, volvería a lastimarme y a matarme de nuevo.Luego de sostenernos la mirada por unos instantes, Jonás me guio hasta el lugar que nos correspondía, bajo la atenta mirada de Diego, que me ponía los nervios de punta. No dejaría que se metiera de nuevo en mi cabeza ni en mi corazón. Tení
Sus ojos suaves se tornaron oscuros, duros y toscos. El estrecho espacio que había quedado entre nosotros, después que tiré de él para que se pusiera de nuevo a mi altura, desapareció por la cercanía peligrosa y furiosa de su cuerpo. Lo quería herir, lastimar y provocar, para mi desgracia, lo conseguí. Me tomó con violencia de uno de mis brazos, me acercó aún más a su anatomía, mirándome con rabia y miedo al mismo tiempo.—No bromees conmigo, Ana —me advirtió, aguardó que retirara aquellas palabras.Tiré mi brazo para separarme de él, pero lo único que logré fue que apresara una vez más mi cuerpo frágil y pequeño, delante de la montaña que era el suyo en comparación.—No estoy bromeando —respondí desafiante y su semblante me vio dolido, me soltó de repe
Lucas Desde el momento en que todo cambió entre Ana y yo, mi vida se volvió diferente. Tenía un brillo especial que solo ella podía otorgarle y en verdad no la quería perder. Toda esta situación de su divorcio y su encuentro con Sullivan, me tenían aterrorizado, para qué negarlo. Ella aún lo amaba, lo sentía y, por lo mismo, el pánico de que él lograra convencerla de nuevo de volver a su lado, me carcomía por entero.Me sentía cansado, demasiado fatigado, a decir verdad, y no quería someterla a un interrogatorio, ni a mí a una discusión innecesaria. No quería espantarla de mi lado y si ella deseaba irse o quedarse, hiciera lo que hiciera, nada cambiaría la decisión que llegara a tomar.Desde que ambos nos unimos en esta loca aventura, como ella misma rotuló nuestra relación, fui realmente feliz. Sab&i
—Yo… los dejo solos —dijo Mónica y caminó hacia su alcoba. Si quería amedrentarme, lo consiguió, pero no se lo haría saber. No le debía nada y no había hecho nada malo. Solo traté de seguir, igual que él.—Tú querías explicarme lo que había sucedido y enseñarme algo, así que aquí estoy. —Una estruendosa carcajada resonó por el lugar.—¿Es en serio? ¿Aún te importa lo que tenga que decirte? —preguntó irónico y lo miré confundida—. No me hagas reír, Ana. Ya vi con quién me estuviste viendo la cara todo el tiempo. Nada más y nada menos que con nuestro socio; no te dio pena mentirme en la cara. ¡Hacerme pasar por estúpido delante de ese engreído de Marshall, de Mónica, que estoy seguro lo sabía, de ese abogaducho de qui
Mi mundo, que había logrado cierta estabilidad después de tanto tiempo, tambaleó al oír aquella confesión. Y no porque no fuese de mi agrado escuchar de aquellos labios que me amaba, sino porque aquella confesión llegaba tarde, en el tiempo y momento equivocado.Mentiría si negaba que escucharlo decir aquello, no hacía que mi alma y mi corazón se liberaran por completo de esa prisión en la que se habían visto presas por no tener la certeza de lo que sentía por mí.Quería correr por un campo desierto y gritar a los cuatro vientos que era la mujer más feliz del mundo, que por fin me sentía completa. Quería decirle que aún lo amaba, pero que tenía miedo a salir lastimada porque esta vez sería letal para mí. Sin embargo, aun así, deseaba gritarle que él era el único que llenaba cada hueco
Nuestras frentes se unieron ya sin poder resistirnos. Las lágrimas seguían brotando como si de una fuente inagotable se tratara.Tiernamente rozó sus labios húmedos con los míos y sentí cómo mi garganta seca por la sed de sus besos, volvían a la normalidad con ese simple gesto.—No puedes negar que sientes lo mismo que yo, gatita. Tu cuerpo te delata, te siento vibrar bajo mis manos —murmuró de manera seductora sobre mi boca—. Quédate conmigo, mi amor.Negué con la cabeza. Traté de separarme de él porque me sentía sucia al darme cuenta que traicionaba al hombre que me ayudó a salir de la profunda depresión a la que Diego me lanzó, y aunque asumía que lo amaba demasiado, Lucas no se merecía aquello de mi parte. Sin embargo, no dejó que me alejara.—Hey, ¿qué sucede, cariño?
LucasLuego que Ana se marchara a casa de Mónica y me dejara caer en un sueño profundo, desperté por el sobresalto que el patán de mi amigo causó en mi habitación.—¡¿Pero qué demonios?! —grité sorprendido por el frío del agua que cayó sobre mi rostro, mientras él se carcajeaba divertido.—Por Dios, Lucas, ¿qué haces durmiendo a estas horas? —Luego de terminar de burlarse a costa mía, compuso su porte serio, preguntando aquello con total incredulidad.Conocía de sobra mi rutina, sabía que no era asiduo a dormir siestas y mucho menos, dejarme llevar por el sueño a estas horas de la tarde.—Eres un idiota, Jonás —lo reprendí, mientras me incorporaba y tomaba una toalla para secar mi rostro—. La verdad es que me he sentido demasiado cansado. Creo que el camb