Case se acercó a la pared rocosa debajo de la casa, miró con atención y descubrió un pequeño gabinete, cortó el pequeño candado sin hacer ruido y lo abrió con cuidado. En su interior encontró varias tuberías, la mayoría eran de cables, algunos de electricidad y otros para internet y televisión. Y también una tubería de cobre para el gas.
Case sonrió con maldad y se puso a manipular las herramientas que había traído. Estuvo trabajando alrededor de media hora, lo que más trabajo le costó fue perforar el piso de la casa porque lo hizo con un taladro de mano, poco a poco para no hacer ningún ruido. Luego miró su obra y sonrió satisfecho, recogió sus cosas y se marchó como había venido, como una sombra ominosa.
Adentro, la familia Hamilton se acostaba sin sospechar el peligro que corrían, el único que no se sentía cómodo era el viejo Randall Hamilton, pero luego de dar vueltas en la cama por un buen rato terminó durmiendo con un sueño inquieto.
………………..
Un año atrás…
La prisión federal de Alderson para mujeres, en Virginia Occidental, estaba enclavada en un gran campo, no era uno de esos edificios viejos y de aspecto medieval de algunas prisiones en los Estados Unidos, sin embargo era una prisión con un buen nivel de seguridad, y no dejaba de ser una prisión.
Ivonne Coleman no era ni la sombra de la orgullosa y multimillonaria mujer de antaño, había envejecido de golpe y había perdido gran parte la dureza y el orgullo, no se puede ser una mujer muy orgullosa en la prisión, las reclusas más viejas y fuertes no iban a permitírselo.
Por sus modales refinados le decían “La Condesa”, y había sido golpeada y humillada por las reclusas líderes, que, como en toda prisión, tenían sus grupos y pandillas. Sin embargo corrió con la suerte de que una de las jefas sintió algo de compasión al verla humillada por las demás reclusas, y decidió intervenir para protegerla. Le decían Margot, aunque nadie sabía si era su nombre real, pero gracias a ella pudo vivir más o menos tranquila en los últimos cuatro años.
Se había dedicado a bordar para pasar el tiempo y hacía algo de ejercicio cuando salían a los patios. Estaba muy delgada y demacrada, la lozanía de su rostro se había perdido sin sus costosas cremas y tratamientos y su cabello era un manojo pajizo de cabellos rubios peinados de cualquier manera.
Nunca recibía visitas y casi nunca hablaba con nadie, por encima parecía resignada a su destino, pero por dentro Ivonne Coleman era un volcán de rencor, el odio que sentía hacia Randall Hamilton solo se había incrementado con los años, nunca lo había amado, y con el correr de los años se habían llegado a detestar mutuamente. Por su supuesto hijo, Patrick, solo sentía menosprecio.
Ella no tenía a nadie en el mundo fuera de su sobrino Dereck, quien también pagaba reclusión en otra prisión, por eso se extrañó cuando una de las celadoras se acercó a ella para decirle que tenía un visitante.
—¿Visita? —su rostro expresaba una total incredulidad.
—Sí, una visita dije —la celadora meneó la cabeza con disgusto— Alguien debes tener para que te visiten, sígueme.
Ivonne sin creérselo todavía siguió a la celadora hacia el bloque frontal de la prisión, donde se encontraban las oficinas, el dormitorio de las celadoras y las salas de recepción, entre otras cosas.
La habitación donde entró tenía varios cubículos separados entre sí por paredes de ladrillos a los lados y por el frente tenían un cristal a prueba de balas con un intercomunicador con sus respectivos micrófonos y cornetas.
La celadora le señaló el cubículo más lejano, y desde donde estaba no veía a la persona que estaba del otro lado. Su cerebro pensaba con velocidad, porque más allá de su maldad, Ivonne Coleman tenía un buen cerebro.
«¿Quién demonios vendría a verla? —pensó arrugando el entrecejo— ¿Randall Hamilton? eso no tenía sentido… ¿Entonces quién?»
En medio de sus pensamientos se fue acechando hasta que pulso ver la alta figura de un hombre adulto de cabella entrecano y liso, elegantemente trajeado y con un costoso anillo de oro y diamantes en la mano derecha, mientras que en la izquierda lucía un reloj de marca.
No logró identificarlo de una mirada, aunque tenía un aire familiar que le recordaba algo o a alguien. Se fue acercando dudosa y con algo de aprensión.
«¿Sería un abogado con otra demanda? —sus labios se apretaron en un rictus
El sujeto la miraba con atención a medida que ella se acercaba, de pronto su mirada se iluminó y una sonrisa se le marcó en el rostro al reconocerla definitivamente, eran muchos años sin verla de nuevo, pero allí estaba la chica, la mujer de la cual se había enamorado.
Cuando Ivonne se sentó al frente del elegante sujeto, este le sonrió y se dejó escuchar su atiplada voz.
—¿En serio no me recuerdas, Ivonne? —el timbre de su voz despertó remembranzas en la mente de ella.
—Te conozco —dijo ella en tono bajo— Pero deben haber pasado muchos años desde la última vez que hablamos, porque no lo recuerdo.
Esto no desanimó a Grassman, su sonrisa se torció un poco antes de hablar de nuevo.
—¿Si te digo "mi pichoncita" me recordarías, Ivonne?
Ella se le quedó mirando con más atención mientras se inclinaba hacia adelante para verlo mejor y más de cerca.
—¿Alex? —dijo con voz queda y cariñosa.
—Yo mismo, mi amor, sólo que más viejo.
Los ojos de Ivonne se llenaron de lágrimas mientras en su mente se formaban una gran cantidad de preguntas, pero una resaltaba por encima de las demás.
—Pero, ¿Cómo me encontraste? ¡Han pasado tantos años!
—Tuvo mucho que ver el azar, pero creo también que la providencia me hizo un favor.
Grassman le contó en detalle lo que había sucedido ese día.
Después de la tensión inicial el ambiente entre ellos se relajó, en especial al recordar los momentos juntos, porque ese primer y verdadero amor pareciera no morir nunca. Estuvieron allí compartiendo, sin límite de tiempo, porque las influencias de Grassman eran poderosas.
Finalmente era necesario abordar el tema principal.
—¿Cómo pudiste caer tanto, Ivonne? —preguntó Alexander en voz baja.
Una sombra de odio pasó por los ojos de Ivonne Coleman y un rictus de rabia se reflejó en sus labios al contestar.
—Fui descuidada —dijo llanamente.
—¿Y no piensas vengarte? —graznó Grassman con la mirada turbia por la maldad.
La malvada inteligencia de Ivonne, que había estado dormida en los últimos años, brilló de nuevo en sus ojos.
—Pensé que eso no iba a ser posible —dijo con lentitud— Pero ya veo que va a ser posible —la sonrisa malvada en su boca satisfizo a Alexander Grassman.
—¡Esta sí es mi chica! —ladró Grassman e Ivonne sonrió ampliamente ante el comentario.
—¿Cuándo podemos comenzar? —dijo entendiendo las razones ocultas de Grassman.
—De inmediato si quieres —dijo Grassman sonriendo— Ya estoy adelantando investigaciones y los informes deben estar en mi mesa, tengo casi todo lo que necesito para arruinar la vida de los Hamilton.
Ante el comentario malévolo, la sombra de odio se extendió por sus facciones, pero la sonrisa de satisfacción no se borró de sus labios.
Case había instalado un ingenioso dispositivo para dejar escapar el gas cuando él quisiera en la residencia de verano que ocupaban nos Hamilton, pero tenía que esperar, sus instrucciones habían sido claras: No debía tocar ni al hombre joven o a su esposa, porque para ellos había otros planes.En cuanto a los niños, si alguno quedaba en el camino no importaba, así de crueles eran las intenciones de Alexander Grassman. Y a Víctor Case eso no le importaba, era un mercenario sin alma ni sentimientos.Así que esperó, en el mismo acantilado rocoso desde donde podía ver la casa. Sabía que la rutina familiar consistía en salir a pasear en las tardes generalmente, aunque a veces salían los esposos solos, y otras veces con los niños.Trataría de evitar hacerle daño a los niños, y no porque le importara, sino que las órdenes eran acabar con el viejo primero. Si alguno salía herido o muerto era porque no había podido evitarlo. Así que esperó con paciencia, tenía que hacerlo hoy mismo.…………………Rac
Victor Case miraba con los binoculares la escena que se desarrollaba al frente de la casa. Había visto al viejo descender del auto y subir las escaleras, por lo que preparó el detonador de la chispa esperando a que Randall Hamilton entrara en la casa, luego vió al pequeño subir y entrar primero que su abuelo.Esperó unos segundos para ver si salía el niño, no porque le importara, si no porque no era el objetivo, y Case era un mercenario meticuloso con su trabajo. Pero al ver que no salía pronto se encogió de hombros mientras una mueca de indiferencia se dibujaba en su rostro, apretó el control mientras veía que la puerta se abría de golpe y el viejo salía con el niño en brazos.Vió como la explosión los lanzaba fuera del porche y pensó que ambos debían estar muertos, la onda expansiva había sido formidable. Observó por un par de minutos más y luego se alejó, no era prudente que lo vieran por allí, en caso de que investiguen la explosión.………………..Rachel ya había marcado el número de e
Patrick se despertó esa mañana con un intenso dolor de cabeza, él y Rachel habían pasado una noche bastante incómoda, algo bastante lejos de lo que esperaban al salir de vacaciones. Tener un accidente tan grave como ese era algo que no cabía en la cabeza de Patrick, conocía bien las residencias en las islas griegas, no era la primera vez que pasaba algunos días aquí para relajarse.Apenas se levantó Rachel abrió los ojos, en ellos se veían los estragos de no haber descansado bien.—¿Ya vas a levantarte? —preguntó con voz suave.—Sí, amor —le dijo con ternura— Quiero hablar con el dueño de la casa y ver si podemos rescatar algunas de nuestras pertenencias, las que importan —termina.—Entiendo —le dice comprendiendo lo que su esposo le quiere decir— ¿Regresarás pronto? Quiero ir al hospital lo más temprano que podamos.—Sí, amor —contesta— También quiero tener noticias de los Randall.Sonríe y después entra al baño para prepararse y salir.Después salió para hablar con el dueño de la c
El médico se detuvo al lado de una puerta y con un gentil gesto abrió la puerta y los invitó a entrar.—Estaré cerca por si me necesitan —dijo el galeno despidiéndose.Patrick entró en la habitación y miró hacia la cama donde yacía su padre, se quedó parado unos instantes, cerca de la cama, como si no se atreviera a acercarse a su progenitor. Rachel se detuvo detrás de él y colocando su mano sobre sus hombros, lo acarició para darle ánimo de terminar de acercarse.El viejo Hamilton estaba con los ojos cerrados y su respirar era suave, pero un poco dificultoso, a pesar de que tenía puesta una mascarilla con oxígeno para ayudarle.Patrick se detuvo justo al lado de la cama y suavemente posó una de sus manos sobre las de su padre, las cuales descansaban sobre su abdomen. Casi de inmediato, Randall Hamilton abrió los ojos y una suave sonrisa iluminó un poco su rostro congestionado y lastimado. Tenía laceraciones en casi toda la piel y en el cuello se le veía una marca rojiza, como si le
Patrick se quedó parado por unos momentos, rígido por la impresión mientras Rachel comenzó a llorar suavemente mientras levantaba a la niña y la abrazaba estrechamente.Su padre había muerto.Sentía un profundo dolor en el pecho, parecía como si una espada le hubiera atravesado el cuerpo, desde la espalda hasta el pecho. Era demasiado dolor… su padre… muerto… su mente no lograba comprender en su totalidad lo que sentía, por supuesto que sabía lo que significaba, pero no dejaba de ser tanto sorprendente como increíble. Por su parte Rachel seguía llorando, pero no estaba abrumada, aunque la noticia le dolió mucho. Veía a su esposo como una estatua de cera, con un rictus de dolor en su cara, inmóvil, como si de pronto le hubieran quitado la energía para moverse.—Patrick… amor — lo llamó, pero parecía como si no la escuchara, ni siquiera cambió la expresión cuando se acercó a él y lo tomó por el brazo.La enfermera que se había quedado con la niña estaba al lado de ellos discretamente.
Brian Harper descendía del avión por el túnel de comunicación del moderno aeropuerto internacional de Atenas, al llegar al área de desembarco y aduana muestra su credencial de diplomático como empleado del gobierno de los Estados Unidos, lo que facilita el inmediato acceso al suelo griego.Poco más adelante del área destinada para recoger los equipajes está la también alta figura de Patrick Hamilton, quien, aparte de su ropa sport, lleva un breve lazo sobre el bolsillo de la camisa para denotar su duelo.Sonríe cuando nota que su amigo lo está mirando y ambos caminan al encuentro del otro y se funden en un cariñoso abrazo.—Mi querido amigo —le dice Patrick.—Mi hermano, cuánto siento lo de tu padre —responde de inmediato Brian—Lo sé, sé que lo apreciabas mucho —ripostó Patrick.—Así es —dijo Brian en voz baja— Ahora tu eres mi viejo, nunca dejarás de ser el “viejo” —dice refiriéndose al apodo que le pusieron en la universidad y que Brian Harper acuñó como suyo durante toda la vida.
—¿Qué es interesante? —preguntó con curiosidad el bombero mientras se acercaba para ver lo que Brian estaba viendo.—Este tubo —contestó señalando.—¿Qué tiene de particular? —preguntó Ezio con extrañeza.—¿Puedes decirme de qué material es? —interrogó Patrick— ¿o al menos puedes decirme si es un material que usan aquí en Grecia comúnmente?Patrick se apartó para que el hombre se acercara y pudiera ver el tubo de cerca. ESte sacó una pequeña navaja de su bolsillo y desplegó la hoja para luego acercarla al tubo donde hizo una breve muesca, la que examinó de cerca y luego pasó los dedos por la parte donde el tubo estaba soldado de una manera extraña, como si simplemente hubieran acumulado material en la salida para taparlo.Sacudió la cabeza mientras retrocedía.—No, no conozco este material, a primera vista parece simplemente aluminio, pero es más rígido —dijo con una nota de sorpresa en la voz— Además, esa soldadura es muy extraña, pero necesitaría un examen de laboratorio para saber
—¿Ivonne? ¿Tu mad… tu supuesta madre? —Dijo Brian, corrigiendo a sí mismo, ya sabía que Ivonne no era la madre de Patrick.—Ella misma —le respondió Patrick—Bueno, por lo que me contaste me imagino que ella puede ser muy capaz de eso —Brian esbozó una sonrisa al recordar lo que Patrick le había contado sobre Ivonne— Pero ella está recluida en una cárcel federal, y como tú me dijiste, sin recursos.—Así es—Entonces debe tener un cómplice —razonó Brian asintiendo para sí mismo— Alguien con mucho dinero por cierto. ¿Sabes de alguien que ella conozca o que la pudiera ayudar?—No, en realidad nunca conocí nada de ella —dijo Patrick con un leve dejo de tristeza en la voz, quien hubiera podido saberlo era mi padre.—Bien —dijo Brian pensativo— Tengo amigos en el sistema de prisiones, así que podré averiguar si alguien se ha comunicado con ella y quién es.—Eso sería bueno —replicó Patrick.—Bueno, viejo —Dijo Brian mientras se ponía de pie— No tengo que decirte que debes proteger a tu fami