Lo que no esperas

El médico se detuvo al lado de una puerta y con un gentil gesto abrió la puerta y los invitó a entrar.

—Estaré cerca por si me necesitan —dijo el galeno despidiéndose.

Patrick entró en la habitación y miró hacia la cama donde yacía su padre, se quedó parado unos instantes, cerca de la cama, como si no se atreviera a acercarse a su progenitor. Rachel se detuvo detrás de él y colocando su mano sobre sus hombros, lo acarició para darle ánimo de terminar de acercarse.

El viejo Hamilton estaba con los ojos cerrados y su respirar era suave, pero un poco dificultoso, a pesar de que tenía puesta una mascarilla con oxígeno para ayudarle.

Patrick se detuvo justo al lado de la cama y suavemente posó una de sus manos sobre las de su padre, las cuales descansaban sobre su abdomen.

Casi de inmediato, Randall Hamilton abrió los ojos y una suave sonrisa iluminó un poco su rostro congestionado y lastimado. Tenía laceraciones en casi toda la piel y en el cuello se le veía una marca rojiza, como si le
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