El amplio apartamento era un lugar muy confortable, por lo que se acomodaron sin ningún problema. El pequeño Randall II y su hermana compartían una amplia habitación desde donde se podía ver una buena parte de Central Park y eso les encantaba.La habitación la habían decorado ese día anterior con motivos infantiles y varios juguetes que hacían del lugar algo muy confortable para los niños. Para cuidarlos habían contratado a dos mujeres que serían sus niñeras y una de ellas era un agente especial del FBI que le habían proporcionado, por ser experta en operaciones de secuestros y situaciones de emergencia, su nombre era Susan Nolan.Los niños la adoraron desde la primera vez que la conocieron, ella sabía ganarse a los niños, tenía un rostro dulce y adorable, una figura esbelta y bien formada. Pero sería un error pensar que era una indefensa mujercilla Se había graduado con honores en la academia del FBI y era letal tanto con armas como sin ellas, terminó de segunda en su promoción, muy
Rachel y Susan estuvieron practicando lucha cuerpo a cuerpo durante una media hora más antes de darse cuenta de que Patrick las miraba desde la puerta del gimnasio, como si estuviera viendo un espectáculo de lucha profesional en la MMA.La primera en verlo fue Rachel cuando se levantaba después de que Susan la proyectara a un par de metros con una técnica desconocida para ella.—¿Patrick? —le preguntó con sorpresa, mientras este sonreía con una taza de café en sus manos, de la cual tomaba pequeños sorbos.—Sí, soy yo —contestó ampliando la sonrisa.—Ya sé que eres tú, bobito —le dijo Rachel secando el sudor de su cara con una toalla, mientras Susan estaba un poco más atrás mirándolo con curiosidad— ¿Cuánto tiempo llevas allí espiándonos?—Bastante —respondió de inmediato— Tanto, que me dio tiempo de ir a buscar una rica taza de café para disfrutar de la pelea.—¿Sabías que eres un bandido, Patrick Hamilton? —le dijo Rachel acercándose a su esposo y levantándose en la punta de los pies
Brian Harper estaba en el estacionamiento del campus de entrenamiento del FBI en New Jersey, cuando entró el vehículo del FBI que había ido a recogerlos en el apartamento. Se había habilitado una entrada expresa que tenía el edificio de manera que los vehículos que utilizaban Patrick y su familia, así como los del equipo de guardaespaldas, entraban de manera exclusiva por ellos, evitando que tuvieran que esperar afuera por mucho tiempo.Patrick y Rachel descendieron del vehículo y se acercaron a su amigo.—Bienvenidos, chicos —dijo en tono alegre Brian al extender la mano para darles un cálido apretón de manos antes de abrazarlos.—Hola, Brian —dijo Patrick al abrazarlo, y lo mismo hizo Rachel.—Imagino que quieren comenzar con el entrenamiento de una vez —dijo Brian— Así que hemos preparado una clase introductoria de unos veinte minutos para mostrarles los tipos de armas, aunque ya se que conocen lo básico, pero es bueno que sepan a qué se enfrentarían en el caso de un ataque.—Me p
Alexander Grassman trabajaba en su oficina desde temprano, pero esa mañana no estaba muy concentrado en los negocios de la empresa. Una preocupación mayor ocupaba sus pensamientos.Había estado buscando las maneras de conseguir que pusieran a Ivonne en libertad, ya fuera con recursos legales o de cualquier otro tipo. Había hablado con jueces y con personeros del gobierno federal, incluso con algunos congresistas quienes no eran precisamente sus amigos, pero recibían dinero de sus fondos para sus campañas personales y mantenerse en el congreso.El juez Grandin, de la corte suprema de justicia había recibido muchos “aportes" de Grassman, especialmente cuando era un novel juez de Nueva York y necesitaba proyectarse para seguir su carrera en los tribunales superiores. Y Grassman había sido su principal apoyo y la razón por la que fuera juez principal en la corte suprema de justicia.Por eso esperaba mucho de él, no había podido comunicarse porque habían estado en reuniones en la Suprema C
Grant Perlman estaba acostumbrado a escuchar algunas cosas, pero nunca había escuchado nada parecido de la boca de Alexander Grassman.—¿Una fuga, jefe? —dijo con los ojos abiertos de par en par— ¿De la prisión federal de Alderson, donde está Ivonne?—Exactamente, Grant, exactamente —dijo con una mirada extraña en los ojos— ¿De dónde más sino de allí?—Pero… jefe… Alexander —Perlman estaba atónito.—¿Te parece imposible, Grant? —le dijo en tono irónico, porque generalmente Perlman nunca se detenía ante nada, por más difícil que le pareciese. Grant Perlman suspiró recomponiéndose un poco del asombro.—Eso es algo bastante difícil, con todo y que esa prisión no es de máxima seguridad —dijo escogiendo las palabras con cuidado— Pero, como sabes, no hay nada que no se pueda hacer.—Por un momento pensé que habías perdido “el toque” —sonrió Grassman.—No, eso no se pierde —dijo Perlman torciendo el gesto— Por cierto, como te dije, ya están averiguando sobre las visitas a la cárcel donde es
Alexander Grassman estaba en la salita de vistas de la penitenciaría esperando a que llegara su “pichoncita” como él la llamaba. Sabía que los años de juventud habían pasado, pero no por eso dejaba de tener esperanzas de alcanzar una vida junto con Ivonne.A pesar de sus años, Grassman disfrutaba de encuentros íntimos con alguna que otra mujer de su agrado, porque él y su esposa no compartían mucha intimidad, en los últimos diez años estos habían sido tan esporádicos, que se podían contar con los dedos de una mano. Sylvia Grassman nunca había sido una mujer agraciada, pero tenía algo que Grassman quería más que nada: Un padre con un gran poder económico.Y no es que Alexander no llegara a querer a su mujer, pero no había sido el romance explosivo que hubiera deseado, tal como lo que había sentido con Ivonne Coleman en su juventud. Al perderla sufrió bastante, lo que terminó amargando su carácter y desarrollando un cinismo medio malévolo que marcaba toda su vida.Sus pensamientos se vi
De inmediato el escolta tomó la subametralladora que tenía en el piso del vehículo y tomó a Rachel por el brazo y la hizo agacharse contra el volante.—Manténgase abajo, señora Hamilton —le dijo al mismo tiempo que la cubría en parte con su cuerpo.Rachel, sin embargo, se agachó para tomar su propia arma. En ese momento comenzaron a disparar contra el vehículo, los impactos en la carrocería blindada y en los vidrios de alta resistencia levantaban chispas y pequeños fragmentos de vidrio, demostrando que el arma con la que disparaban era militar y de gran calibre.Del vehículo siniestrado con la bomba salieron dos de los guardaespaldas pero fueron acribillados por los disparos de un tirador que estaba en el primer piso de un apartamento en el costado de la calle.—¿Con qué demonios están disparando? —le preguntó Rachel al veterano agente que la acompañaba.—Creo que es una calibre cincuenta —le dijo el hombre con rapidez— Debemos movernos señora, los vidrios no resistirán mucho contra u
En la habitación del hotel donde se hospedaba Alexander Grassman, se escuchaba el eco de una risa atiplada y burlona.—¡Excelente trabajo, Grant! —se escuchó la voz de Grassman entre risas de complacencia— Esta vez te superaste a ti mismo, no hay dudas de eso.—De todas maneras aún falta cosas por hacer, jefe —le dijo con seriedad pero sin poder disimular lo complacido que se sentía por el halago— Todavía no he recibido los informes completos, pero hay que ver si funciona lo del ADN y el cuerpo deforme en la escena, y tenemos que sacarla de la zona de peligro.—Eso lo sé —dijo Grassman sin perder el entusiasmo— Pero sé que lo llevarás a cabo con la misma maestría que lo de la explosión.Y es que el trabajo de Grant Perlman había resultado genial para planificar la fuga de Ivonne. De cualquier otra manera los hubieran acusado de la fuga, pero ahora la fuga quedaba opacada por el siniestro.Perlman estuvo hurgando en las oficinas de catastro y de planificación urbana para averiguar la f