Alexander Grassman trabajaba en su oficina desde temprano, pero esa mañana no estaba muy concentrado en los negocios de la empresa. Una preocupación mayor ocupaba sus pensamientos.Había estado buscando las maneras de conseguir que pusieran a Ivonne en libertad, ya fuera con recursos legales o de cualquier otro tipo. Había hablado con jueces y con personeros del gobierno federal, incluso con algunos congresistas quienes no eran precisamente sus amigos, pero recibían dinero de sus fondos para sus campañas personales y mantenerse en el congreso.El juez Grandin, de la corte suprema de justicia había recibido muchos “aportes" de Grassman, especialmente cuando era un novel juez de Nueva York y necesitaba proyectarse para seguir su carrera en los tribunales superiores. Y Grassman había sido su principal apoyo y la razón por la que fuera juez principal en la corte suprema de justicia.Por eso esperaba mucho de él, no había podido comunicarse porque habían estado en reuniones en la Suprema C
Grant Perlman estaba acostumbrado a escuchar algunas cosas, pero nunca había escuchado nada parecido de la boca de Alexander Grassman.—¿Una fuga, jefe? —dijo con los ojos abiertos de par en par— ¿De la prisión federal de Alderson, donde está Ivonne?—Exactamente, Grant, exactamente —dijo con una mirada extraña en los ojos— ¿De dónde más sino de allí?—Pero… jefe… Alexander —Perlman estaba atónito.—¿Te parece imposible, Grant? —le dijo en tono irónico, porque generalmente Perlman nunca se detenía ante nada, por más difícil que le pareciese. Grant Perlman suspiró recomponiéndose un poco del asombro.—Eso es algo bastante difícil, con todo y que esa prisión no es de máxima seguridad —dijo escogiendo las palabras con cuidado— Pero, como sabes, no hay nada que no se pueda hacer.—Por un momento pensé que habías perdido “el toque” —sonrió Grassman.—No, eso no se pierde —dijo Perlman torciendo el gesto— Por cierto, como te dije, ya están averiguando sobre las visitas a la cárcel donde es
Alexander Grassman estaba en la salita de vistas de la penitenciaría esperando a que llegara su “pichoncita” como él la llamaba. Sabía que los años de juventud habían pasado, pero no por eso dejaba de tener esperanzas de alcanzar una vida junto con Ivonne.A pesar de sus años, Grassman disfrutaba de encuentros íntimos con alguna que otra mujer de su agrado, porque él y su esposa no compartían mucha intimidad, en los últimos diez años estos habían sido tan esporádicos, que se podían contar con los dedos de una mano. Sylvia Grassman nunca había sido una mujer agraciada, pero tenía algo que Grassman quería más que nada: Un padre con un gran poder económico.Y no es que Alexander no llegara a querer a su mujer, pero no había sido el romance explosivo que hubiera deseado, tal como lo que había sentido con Ivonne Coleman en su juventud. Al perderla sufrió bastante, lo que terminó amargando su carácter y desarrollando un cinismo medio malévolo que marcaba toda su vida.Sus pensamientos se vi
De inmediato el escolta tomó la subametralladora que tenía en el piso del vehículo y tomó a Rachel por el brazo y la hizo agacharse contra el volante.—Manténgase abajo, señora Hamilton —le dijo al mismo tiempo que la cubría en parte con su cuerpo.Rachel, sin embargo, se agachó para tomar su propia arma. En ese momento comenzaron a disparar contra el vehículo, los impactos en la carrocería blindada y en los vidrios de alta resistencia levantaban chispas y pequeños fragmentos de vidrio, demostrando que el arma con la que disparaban era militar y de gran calibre.Del vehículo siniestrado con la bomba salieron dos de los guardaespaldas pero fueron acribillados por los disparos de un tirador que estaba en el primer piso de un apartamento en el costado de la calle.—¿Con qué demonios están disparando? —le preguntó Rachel al veterano agente que la acompañaba.—Creo que es una calibre cincuenta —le dijo el hombre con rapidez— Debemos movernos señora, los vidrios no resistirán mucho contra u
En la habitación del hotel donde se hospedaba Alexander Grassman, se escuchaba el eco de una risa atiplada y burlona.—¡Excelente trabajo, Grant! —se escuchó la voz de Grassman entre risas de complacencia— Esta vez te superaste a ti mismo, no hay dudas de eso.—De todas maneras aún falta cosas por hacer, jefe —le dijo con seriedad pero sin poder disimular lo complacido que se sentía por el halago— Todavía no he recibido los informes completos, pero hay que ver si funciona lo del ADN y el cuerpo deforme en la escena, y tenemos que sacarla de la zona de peligro.—Eso lo sé —dijo Grassman sin perder el entusiasmo— Pero sé que lo llevarás a cabo con la misma maestría que lo de la explosión.Y es que el trabajo de Grant Perlman había resultado genial para planificar la fuga de Ivonne. De cualquier otra manera los hubieran acusado de la fuga, pero ahora la fuga quedaba opacada por el siniestro.Perlman estuvo hurgando en las oficinas de catastro y de planificación urbana para averiguar la f
Ivonne Coleman se cobijaba en una fría habitación cuyas paredes tenían la pintura descascarada por todas partes. Estaba sentada en un mugroso colchón al que se le veían algunos resortes, todo en esa habitación indicaba que estaba en un total estado de abandono, sin embargo Ivonne Coleman tenía una suave sonrisa en el rostro, lo que dulcificaba un poco sus duras facciones.—Tenga, señora —Ivonne se sobresaltó un poco, estaba tan imbuida en sus pensamientos que no escuchó al hombre acercarse, este le extendía una taza de café caliente— Esto la ayudará a calentarse un poco, será por poco tiempo, antes del amanecer partiremos para salir del estado —le dijo el hombre fuertemente armado que la acompañaba junto con otros dos preparados y vestidos de la misma manera.—Gracias —dijo más por cortesía que por sentirlo realmente, ella siempre había sido tratada como una gran dama, pero no importaba ahora, iba camino a la libertad y eso era lo más importante.La casa estaba ubicada a unas cinco mi
Rachel había regresado entusiasmada a casa, se había dado un buen baño y luego corrió hacia el cuarto de los niños, donde la agente Susan estaba con ellos. Rachel le mostró la placa y la agente Susan aplaudió como una niña entusiasmada y la abrazó.—Yo tenía una idea de lo que quería Latimer —dijo riendo— Pero no tenía idea de lo que iba a hacer —luego la miró directamente a los ojos— Y me siento orgullosa de ti, Rachel.—Gracias, Susan —le dijo ella sonrojada— No tenía idea de que me esperara esto y mucho menos de que me estuvieran evaluando.—Bueno, eso de la evaluación yo sí lo sabía —le replicó Susan— El jefe me pidió un informe completo de tu desempeño en defensa personal y la lucha con armas blancas. Pero no tenía idea de esto.—Pues fue una gran sorpresa para mí —dijo— por supuesto que no estaré activa un cien por ciento, pero si puedo ayudar en algo lo haré.—Esa es la actitud —dijo Susan— Por eso te adora Latimer.Luego estuvieron conversando de lo que pasó en la oficina y lo
Ivonne escuchó entre sueños como alguien tocaba la puerta de su habitación. ¡Se había quedado tan profundamente dormida que ni siquiera se había despertado para almorzar!, entonces se desperezó lentamente antes de levantarse, y caminó hasta la puerta para abrir.Afuera estaba el llamado Joe, que se quedó con los ojos como platos al ver cómo estaba ella vestida, porque Ivonne no se había colocado la bata al levantarse y sólo lucía un pequeño bikini de encaje negro y un sostén a juego.Durante unos segundos se quedó sin palabras, con la boca entreabierta y mirando sin recato a la aún bien formada Ivonne que, a sus cincuenta y ocho años lucía un cuerpo envidiable todavía.Ella se dio cuenta y una sonrisa se dibujó en sus labios.—¿Qué sucede, guapo? —le dijo con cierto descaro en la voz— ¿Nunca habías visto a una mujer en ropa íntima? —Eh… no, es decir, sí —a Joe se le atropellaban las palabras tratando de recomponerse, a duras penas quitó la vista de los pechos de Ivonne y la miró a la