De vuelta al pasado…
A Grant Perlman no solo le llevó más de un mes averiguar todo lo relacionado con Ivonne Coleman y los Hamilton, tuvo que pagar bastante dinero para obtener información precisa sobre la sentencia que pesaba sobre ella y sobre su sobrino, Dereck Coleman. Ya habían pasado unos cuatro años de los hechos
Después de dos meses de averiguaciones y de recabar toda la información que necesitaba se reunió de nuevo con su jefe. Habían estado en comunicación durante todo el tiempo que Perlman estuvo fuera de la ciudad, en especial cuando estuvo en Europa, porque Ivonne había estado viviendo allí y cuando no, visitaba el país con bastante frecuencia.
Grassman le había exigido que averiguara sobre cada detalle de lo que había pasado, y eso incluía hasta investigar en los archivos privados del doctor Messina, quien había desenmascarado a Ivonne con Randall Hamilton, sobre su imposibilidad de tener hijos, lo que había iniciado su caída en la demanda al reclamar su fortuna.
Perlman y Grassman estuvieron reunidos casi toda la tarde de ese día, y allí mismo comenzaron a gestar un malévolo plan en contra de la familia Hamilton, en especial contra Randall Hamilton. Sabía que este era un hombre duro, que había forjado su fortuna con mucho esfuerzo a partir de un préstamo del padre de Ivonne, así que allí mismo decidió hacer sufrir a esa familia, sin escatimar el tiempo ni los recursos que tuviera que emplear.
—Necesito que averigües aún más sobre los negocios de Randall Hamilton —le dijo a Perlman— Si Randal cometió aunque sea una infracción de tránsito quiero saberlo. Necesitamos encontrar la manera de arruinarlo o de llevar sus empresas a la quiebra.
—Eso no será sencillo, Alexander —dijo Perlman después de una breve pausa— Te he oído hablar de Hamilton durante décadas, y siempre lamentaste que fuera tan “correcto” y “limpio” en sus negocios, y no creo que ahora haya cambiado.
Grassman se le quedó mirando de una manera indefinible, había tanto odio como comprensión en su mirada, sabía que Perlman tenía razón, pero su naturaleza egoísta y egocéntrica, aparte de lo malvado, le dificultaba reconocer que los demás tenían razón.
Después de un largo suspiro, Grassman asintió levemente.
—Está bien, averigua todo lo que puedas de los negocios de Randall Hamilton y su corporación —le dijo con voz dura— Quizás pasamos algo por alto o el hijo no es tan honesto como el padre. ¡Ah! y averigua lo que puedas sobre la desconocida esposa de Patrick Hamilton… Necesitamos saber por donde podemos atacarlos.
—¿Y harás algo respecto a la señora Ivonne? —preguntó Perlman un tanto curioso.
Una sombra pasó por el rostro de Alexander Grassman, y un atisbo de sonrisa se asomó a sus labios.
—Sí, dile a la secretaria que me comunique con el juez O ́Donnell —le dijo casi sonriendo— Hoy mismo arreglaré una visita a la prisión federal para ir a verla.
………………..
Randall Hamilton estaba mirando al mar, mientras sus nietos jugaban en la espesa alfombra de la casa que habían rentado para pasar unas agradables vacaciones en el país griego. Unas profundas arrugas surcaban su frente, demostrando que sus pensamientos estaban concentrados en algo importante, y así era.
Recordó las últimas palabras del doctor Benson antes de salir del elegante hospital:
—Bien, mi querido amigo —la cara adusta del galeno no presagiaba nada bueno.
—Suéltalo de una vez, Natan —le respondió el viejo Hamilton mirándolo de hito en hito— Estoy muy viejo como para que me hagas esperar las noticias, ya sean malas o buenas —terminó diciendo con una sonrisa torcida en los labios.
El médico, quien había sido su amigo durante décadas, suspiró asintiendo antes de responder.
—El cáncer ha regresado, mi querido amigo —dijo escuetamente.
Randall Hamilton no le quitó la vista de encima al doctor, digiriendo la nefasta información que le acababa de dar. Luego dirigió la vista hacia un punto indefinido en la ventana del consultorio del doctor Benson y se quedó allí, pensando en lo que el médico acababa de decirle, y por supuesto, en las consecuencias de ello.
—¿Cuánto tiempo me queda, Natan? —preguntó sin levantar la mirada.
—Es difícil saberlo… —comenzó a decir, pero al ver el gesto que le hizo su viejo amigo decidió ser lo más preciso posible— …lo más seguro es que tengas unos seis meses más de vida a lo sumo, mi amigo… lo siento…
—No te disculpes, doc —le dijo Hamilton con una suave sonrisa— Ya he burlado la muerte antes y si me ha llegado la hora procuraré ser felíz y hacer felices a mi familia, en especial a mis nietos…
Eso fue lo último que había conversado con el doctor Benson, este le había prescrito un tratamiento de sostenimiento para que se mantuviera lo más fuerte posible, conocía bien a su amigo, y sabía que este no dejaría de luchar ni de ocultar sus malestares a su familia.
Randall escuchó a sus dos nietos riendo mientras jugaban y se volteó a verlos con una sonrisa, sintió un ramalazo de tristeza al saber que no los vería crecer, sin embargo no se daría por vencido. No pensaba recurrir a las desgastadoras quimioterapias ni medicamentos invasivos, ya había hablado con un conocido médico naturalista que tenía unos métodos aprendidos en Europa para tratar enfermedades catastróficas y mañana sería su primera consulta.
Pero esto no era lo único que preocupaba al viejo Hamilton, tenía varios días despertándose con un extraño desasosiego que no lo dejaba tranquilo. Lo peor es que era como una especie de presentimiento, como si algo fuera a ocurrir. Por eso vigilaba estrechamente a sus nietos en la playa y observaba con cuidado los alrededores, pero no lograba ver nada, sin embargo el vago temor no se alejaba con el paso de los días.
Pensó en Ivonne, ¿estaría planeando algo la malvada mujer? Hamilton estaba seguro de que si ella tenía la posibilidad de lastimarlo a él, o a sus seres queridos, no dudaría un instante en hacerlo, pero estaba presa, en una cárcel federal de alta seguridad. Ella no podía hacerles nada.
Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no escuchó cuando se abrió la puerta principal de la casa, y su hijo y nuera entraron sonriendo en la estancia.
—¿Qué tanto piensas, papá? —le preguntó Patrick al ver la cara de preocupación de su padre.
—Nada, hijo, nada —respondió sin mucho convencimiento— Cosas de viejos —terminó diciendo con una sonrisa en los labios.
—Hola, suegrito —le dijo Rachel dándole un sonoro beso en la mejilla mientras lo abrazaba— Creo que será mejor contratar a una niñera mientras estamos aquí para que puedas disfrutar más.
—¡De ningún modo! —dijo con firmeza en la voz— No permitiré que una extraña se haga cargo de mis nietos.
Todos rieron alegremente, sin saber que una seria amenaza los rodeaba.
Una sombra se movió por la parte baja de la casa, que al estar en un acantilado, tenía un área como un palafito, sobre vigas de madera, allí se detuvo procurando no hacer ningún ruido.
Vestido completamente de negro, Victor Case miró con atención los alrededores.
Case se acercó a la pared rocosa debajo de la casa, miró con atención y descubrió un pequeño gabinete, cortó el pequeño candado sin hacer ruido y lo abrió con cuidado. En su interior encontró varias tuberías, la mayoría eran de cables, algunos de electricidad y otros para internet y televisión. Y también una tubería de cobre para el gas.Case sonrió con maldad y se puso a manipular las herramientas que había traído. Estuvo trabajando alrededor de media hora, lo que más trabajo le costó fue perforar el piso de la casa porque lo hizo con un taladro de mano, poco a poco para no hacer ningún ruido. Luego miró su obra y sonrió satisfecho, recogió sus cosas y se marchó como había venido, como una sombra ominosa.Adentro, la familia Hamilton se acostaba sin sospechar el peligro que corrían, el único que no se sentía cómodo era el viejo Randall Hamilton, pero luego de dar vueltas en la cama por un buen rato terminó durmiendo con un sueño inquieto.………………..Un año atrás…La prisión federal de
Case había instalado un ingenioso dispositivo para dejar escapar el gas cuando él quisiera en la residencia de verano que ocupaban nos Hamilton, pero tenía que esperar, sus instrucciones habían sido claras: No debía tocar ni al hombre joven o a su esposa, porque para ellos había otros planes.En cuanto a los niños, si alguno quedaba en el camino no importaba, así de crueles eran las intenciones de Alexander Grassman. Y a Víctor Case eso no le importaba, era un mercenario sin alma ni sentimientos.Así que esperó, en el mismo acantilado rocoso desde donde podía ver la casa. Sabía que la rutina familiar consistía en salir a pasear en las tardes generalmente, aunque a veces salían los esposos solos, y otras veces con los niños.Trataría de evitar hacerle daño a los niños, y no porque le importara, sino que las órdenes eran acabar con el viejo primero. Si alguno salía herido o muerto era porque no había podido evitarlo. Así que esperó con paciencia, tenía que hacerlo hoy mismo.…………………Rac
Victor Case miraba con los binoculares la escena que se desarrollaba al frente de la casa. Había visto al viejo descender del auto y subir las escaleras, por lo que preparó el detonador de la chispa esperando a que Randall Hamilton entrara en la casa, luego vió al pequeño subir y entrar primero que su abuelo.Esperó unos segundos para ver si salía el niño, no porque le importara, si no porque no era el objetivo, y Case era un mercenario meticuloso con su trabajo. Pero al ver que no salía pronto se encogió de hombros mientras una mueca de indiferencia se dibujaba en su rostro, apretó el control mientras veía que la puerta se abría de golpe y el viejo salía con el niño en brazos.Vió como la explosión los lanzaba fuera del porche y pensó que ambos debían estar muertos, la onda expansiva había sido formidable. Observó por un par de minutos más y luego se alejó, no era prudente que lo vieran por allí, en caso de que investiguen la explosión.………………..Rachel ya había marcado el número de e
Patrick se despertó esa mañana con un intenso dolor de cabeza, él y Rachel habían pasado una noche bastante incómoda, algo bastante lejos de lo que esperaban al salir de vacaciones. Tener un accidente tan grave como ese era algo que no cabía en la cabeza de Patrick, conocía bien las residencias en las islas griegas, no era la primera vez que pasaba algunos días aquí para relajarse.Apenas se levantó Rachel abrió los ojos, en ellos se veían los estragos de no haber descansado bien.—¿Ya vas a levantarte? —preguntó con voz suave.—Sí, amor —le dijo con ternura— Quiero hablar con el dueño de la casa y ver si podemos rescatar algunas de nuestras pertenencias, las que importan —termina.—Entiendo —le dice comprendiendo lo que su esposo le quiere decir— ¿Regresarás pronto? Quiero ir al hospital lo más temprano que podamos.—Sí, amor —contesta— También quiero tener noticias de los Randall.Sonríe y después entra al baño para prepararse y salir.Después salió para hablar con el dueño de la c
El médico se detuvo al lado de una puerta y con un gentil gesto abrió la puerta y los invitó a entrar.—Estaré cerca por si me necesitan —dijo el galeno despidiéndose.Patrick entró en la habitación y miró hacia la cama donde yacía su padre, se quedó parado unos instantes, cerca de la cama, como si no se atreviera a acercarse a su progenitor. Rachel se detuvo detrás de él y colocando su mano sobre sus hombros, lo acarició para darle ánimo de terminar de acercarse.El viejo Hamilton estaba con los ojos cerrados y su respirar era suave, pero un poco dificultoso, a pesar de que tenía puesta una mascarilla con oxígeno para ayudarle.Patrick se detuvo justo al lado de la cama y suavemente posó una de sus manos sobre las de su padre, las cuales descansaban sobre su abdomen. Casi de inmediato, Randall Hamilton abrió los ojos y una suave sonrisa iluminó un poco su rostro congestionado y lastimado. Tenía laceraciones en casi toda la piel y en el cuello se le veía una marca rojiza, como si le
Patrick se quedó parado por unos momentos, rígido por la impresión mientras Rachel comenzó a llorar suavemente mientras levantaba a la niña y la abrazaba estrechamente.Su padre había muerto.Sentía un profundo dolor en el pecho, parecía como si una espada le hubiera atravesado el cuerpo, desde la espalda hasta el pecho. Era demasiado dolor… su padre… muerto… su mente no lograba comprender en su totalidad lo que sentía, por supuesto que sabía lo que significaba, pero no dejaba de ser tanto sorprendente como increíble. Por su parte Rachel seguía llorando, pero no estaba abrumada, aunque la noticia le dolió mucho. Veía a su esposo como una estatua de cera, con un rictus de dolor en su cara, inmóvil, como si de pronto le hubieran quitado la energía para moverse.—Patrick… amor — lo llamó, pero parecía como si no la escuchara, ni siquiera cambió la expresión cuando se acercó a él y lo tomó por el brazo.La enfermera que se había quedado con la niña estaba al lado de ellos discretamente.
Brian Harper descendía del avión por el túnel de comunicación del moderno aeropuerto internacional de Atenas, al llegar al área de desembarco y aduana muestra su credencial de diplomático como empleado del gobierno de los Estados Unidos, lo que facilita el inmediato acceso al suelo griego.Poco más adelante del área destinada para recoger los equipajes está la también alta figura de Patrick Hamilton, quien, aparte de su ropa sport, lleva un breve lazo sobre el bolsillo de la camisa para denotar su duelo.Sonríe cuando nota que su amigo lo está mirando y ambos caminan al encuentro del otro y se funden en un cariñoso abrazo.—Mi querido amigo —le dice Patrick.—Mi hermano, cuánto siento lo de tu padre —responde de inmediato Brian—Lo sé, sé que lo apreciabas mucho —ripostó Patrick.—Así es —dijo Brian en voz baja— Ahora tu eres mi viejo, nunca dejarás de ser el “viejo” —dice refiriéndose al apodo que le pusieron en la universidad y que Brian Harper acuñó como suyo durante toda la vida.
—¿Qué es interesante? —preguntó con curiosidad el bombero mientras se acercaba para ver lo que Brian estaba viendo.—Este tubo —contestó señalando.—¿Qué tiene de particular? —preguntó Ezio con extrañeza.—¿Puedes decirme de qué material es? —interrogó Patrick— ¿o al menos puedes decirme si es un material que usan aquí en Grecia comúnmente?Patrick se apartó para que el hombre se acercara y pudiera ver el tubo de cerca. ESte sacó una pequeña navaja de su bolsillo y desplegó la hoja para luego acercarla al tubo donde hizo una breve muesca, la que examinó de cerca y luego pasó los dedos por la parte donde el tubo estaba soldado de una manera extraña, como si simplemente hubieran acumulado material en la salida para taparlo.Sacudió la cabeza mientras retrocedía.—No, no conozco este material, a primera vista parece simplemente aluminio, pero es más rígido —dijo con una nota de sorpresa en la voz— Además, esa soldadura es muy extraña, pero necesitaría un examen de laboratorio para saber