Cuando desperté aquella mañana, tenía las pilas cargadas, así que empecé a hacer la maleta con una enorme sonrisa en mi rostro, pues mi mejor amiga estaba allí haciéndome bromas, al ponerme el sombrero con el que empecé el viaje. No dejamos de reírnos durante un buen rato, hasta que los recuerdos de la noche anterior hicieron mella en mí, logrando que perdiese la sonrisa y mirase hacia ella, comprendiendo la situación.
Recogí la habitación, metiendo todo en mi maleta, y luego miré hacia mi teléfono el cual hacía horas que había muerto. Me encogí de hombros y lo coloqué en el cargador, para luego meterme en la ducha, necesitaba asearme antes de nuestra sesión de risas.
Debía dejar de esperarle, me rogué a mí misma, mientras salía de la ducha y peinaba mi cabello frente al espejo. Debía dejarle atrás y seguir con mi vida, justo como había hecho él.
Sacudí la cabeza tan pronto como me percaté de que mis lágrimas estaban próximas al borde, impidiéndolas salir.
Me senté sobre la cama, agarrando las bragas que previamente había puesto sobre ella, y las coloqué en su lugar, para luego echar una ojeada al teléfono, aún apagado. Lo cogí entre mis manos y lo encendí, esperando a que arrancase, para luego colocar el pin y dejarlo sobre la cama, con el sonido puesto.
Un sinfín de mensajes llegaron en ese momento, obligándome a mirar hacia él. Tenía varios mensajes de Salva, diez más de Pablo y otros cuantos de Borja, además de unas veinte llamadas perdidas de él, todas de después de que le colgase.
Decidí empezar leyendo sus mensajes.
Borja:
“Tenía mi cabeza en otra parte, junto a otra persona, que desgraciadamente ya no está en mi vida, alguien que añoro cada día”
Espera… ¿qué?
Volví a leer los mensajes anteriores y entonces lo comprendí, él... él estaba hablando de mí ¿verdad?
¡Por supuesto que no! – dijo la guerrera, abriéndose paso por mi mente, levantando los puños en señal de que si alguien se acercaba arremetería con todos, y entonces me miró – él tiene novia, ¿recuerdas? Puede que se hayan peleado y sólo esté hablando de ella.
Borja:
“¿Estás ahí?”
Borja:
“Espero que no te moleste”
Borja:
“¿Te ha sentado mal mi llamada? Siento si me he excedido”
“Espero que no dejes de hablarme sólo por eso”
“Si te ha molestado, lo siento”
Yo:
“Acabo de leerlo, justo ahora”
Borja:
“¿No te molestó mi llamada?”
Yo:
“Un poco, no me gusta hablar por teléfono con la gente”
Mentí.
Me ha gustado escuchar tu voz – es eso lo que en realidad quería decirle, pero no podía, no quería que él descubriese jamás que era yo.
Borja:
“No volveré a hacerlo, lo siento.”
“Espero que podamos seguir hablando, como hasta ahora, espero no haberlo estropeado”
Yo:
“No has estropeado nada.”
“¿Cómo va tu día?”
Borja:
“¿De verdad quieres saberlo? *carita de la lengua fuera*”
Yo:
“Sí *carita del guiño*”
Borja:
“Acaba de llamarme una vieja amiga”
¿Una vieja amiga? No era yo, así que… ¿quién podría ser? ¿Marta?
Borja:
“Me ha dado malas noticias. Así que ahora mismo estoy un poco deprimido”
Yo:
“¿Tan malo es?”
Borja:
“Mucho, pero tengo que poner mi mejor sonrisa, porque tengo que ir a trabajar”
Yo:
“Conozco esa sensación, me he vuelto toda una experta en la materia”
Borja:
“Yo también”
“¿El tipo con el que querías contactar era un cabrón?”
Yo:
“Lo era”
Borja:
“Entonces olvídale, esa clase de tipos no merecen que apuestes por ellos”
Yo:
“Debería hacerlo, ¿verdad?”
Borja:
“Hay muchos tipos que merecen la pena ahí fuera”
Yo:
“¿Cómo tú, por ejemplo? *icono de la lengua fuera*”
Borja:
“Me sobrestimas, yo no soy tan buen tío como piensas”
Yo:
“Lo sé”
Respondí, sin tan siquiera pensar en ello.
Borja:
“¿Lo sabes? Te aseguro que no, Lara”
Dejé que las lágrimas que se morían por salir por mis ojos lo hicieran, y me permití a mí misma llorar por él por última vez, pues estaba realmente decidida a aceptar su consejo.
Yo:
“Gracias por el consejo, lo seguiré y te sacaré de mi corazón, aunque duela.”
Envié, sin tan siquiera percatarme de que estaba conjugando mal, dejé el móvil sobre la cama y seguí arreglándome con aquel bonito vestido rojo, para luego irme al parque que había frente al hostal, a echarme fotos y hacer el ganso con Marta, sin dejar de reír, encerrando a esa parte frágil dentro de mí, pues la decisión ya estaba tomada, le dejaría atrás después de haberle devuelto su anillo.
La vuelta fue menos aburrida, pues Marta cambió su asiento con Salva, y no me dejó sola en ningún momento. Creo que pensaba que me derrumbaría si lo hacía.Creo, sinceramente, que deberíais quedar y hablarlo, Lau – me dijo, tras largo rato en silencio, cuando sobrevolábamos la ciudad. Negué con la cabeza en señal de que no quería hablar sobre ello – sé que este tema es doloroso para ti, pero …¿Es que no escuchaste lo que dice la última vez? – espeté, cansada de aquella conversación que ella se aferraba a seguir manteniendo – él tiene novia.Estuve hablando con él – declaró, dejándome sorprendida con ello, pues jamás pensé que ellos estuviesen en contacto – él dice que sólo es un malentend
No derramé una lágrima más en todo el camino a casa, ni siquiera cuando llegué a mi cómodo hogar, dejando la maleta en el recibidor, para luego llegar al salón, tumbarme sobre el sofá, encendiendo la tele, cogiendo el móvil para enviarle un mensaje a Marta.Yo:“Gracias por esto, lo necesitaba. Ahora que todo ha acabado, siento que puedo respirar”Marta:“Él perdió todos los números de teléfono hace un año y medio, ¿eso lo sabías no?”Yo:“No, no lo sabía”Reconocí, pues era cierto, no tenía ni idea de aquello. Lo cual explicaba a la perfección la razón por la que él no me había reconocido cuando le hablé, un par de días at
Me acariciaba la espalda, con las yemas de los dedos, desde mi trasero hasta mi cuello, haciéndome estremecer. Miré hacia él, con calma. Estaba recostado en mi cama, justo en frente de mí.Esto no cambia nada – espeté, intentando alejarle de mí, al darme cuenta de lo que estar allí significaba. Necesitaba dejarle fuera de mi vida, no podía volver a engancharme por él.Esto lo cambia todo – aseguró, sin dejar de acariciarme, pareciendo calmado, comenzando entonces a aclarar algo sobre lo que yo tenía dudas, sin que tan solo le hubiese preguntado al respecto – Lo único que le dije a esa entrevistadora fue que mi corazón pertenecía a una mujer.Borja, han pasado tres años, ¿me vas a decir que no ha habido nadie en tres años? – pregunté, haciendo
Tendemos a pensar que las cosas podrán arreglarse mágicamente, que después del tiempo, el dolor, las mentiras y el añoro, todo puede arreglarse con unas pocas palabras. Estamos tan tremendamente enganchados a la televisión y el cine, que realmente pensamos que la vida real será de esa misma manera. Pensamos que todo se arreglará, que cuando el chico del que estamos enamoradas, ese que hemos esperado por más de tres años, vuelve a nuestras vidas… todo se arreglará mágicamente y seremos felices, y comeremos perdices.Pero en la vida real las cosas no suceden así, en la vida real hay mentiras, dolor, desolación y amores nuevos todo el tiempo, y eso hace que te des cuenta de la realidad: has estado viviendo en el pasado, en un cuento de hadas que tú misma inventaste, por mucho tiempo. Porque ni él es esa persona que creíste que era, esa persona que
La música de Mouse resonaba en todo el local, mientras yo, vestida con el mismo vestido con el que había salido de casa, y el rostro sin maquillar, los aclamaba desde la barra, ante su divertida mirada, frente a mí.¿Cuál es tu canción favorita? – preguntó, en voz alta, lo suficiente como para hacerse escuchar. Le sonreí, dejando de prestar atención a la actuación.My Friend – respondí, haciéndole reír con ello, pues también era su favorita – es la primera canción que escuché de ellos.La única que compuse para este disco – aceptó, haciéndome reír, porque le recordaba allí, sentado en el suelo de su habitación, a mis pies, justo después de haberse acostado conmigo la primera vez, cambiando notas aquí
Aquella noche llovía, mientras miraba hacia la ventana, admirando aquel fenómeno de la naturaleza, con un trozo de pizza en la mano, sobre su sofá, con él a mi lado, dándome cuenta de que no quería estar en ningún otro lugar.Estoy llena – declaré, dejando el trozo de piza sobre el cartón abierto que minutos antes la había contenido, completamente entera. Miré hacia él, observando como él me devolvía la mirada – gracias por este día, por hacer que me olvide de todo.Soy bueno en eso, ya lo sabes – aseguró, mientras yo ensanchaba la sonrisa, recostándome entonces sobre su pecho, sintiendo su brazo rodeándome, con comodidad y calma – Me alegro de que esta vez te quedes.Me alegro de que seamos amigos – le dije, haciéndole reí
A veces sucede, que tienes que dejar un trabajo en el que no te sentías realizada, para darte cuenta de que es la decisión acertada, de que estás por buen camino, de que las cosas van a empezar a mejorar.Tomaba una copa, junto a mi compañera Paula, mientras Pedro nos miraba con detenimiento, pues sabía que yo debía estar trabajando y no allí.¿Estás bien? – quiso saber Paula, refiriéndose, por supuesto a mi denigrante estado en el trabajo – que pregunta la mía, es obvio que no…Ahora estoy bien – la calmé, con una sonrisa en el rostro, dándome cuenta de que era cierto – acabo de darme cuenta de las ganas que tenía de dejar ese trabajo – bromeé, riéndome junto a ella, pues sabía que se sentía de la misma forma.Levanté la
Ajustábamos las cuentas en la barra, especulando sobre si deberíamos ir a tomar un helado, cuando sucedió, el móvil de Fonsi comenzó a sonar y este lo cogió, para luego perder la sonrisa, aunque intentó fingir delante de mí que no pasaba nada, yo sabía que algo sucedía.¿Crees que les he caído bien? – preguntó él, haciendo que dejase de prestar atención hacia mi amigo y mirase hacia él – Ey – me llamó, al darse cuenta de que algo ocurría. Sonreí, intentando fingir que todo estaba bien, no quería estropear aquella noche con mis miedos y suposiciones.Les has caído muy bien – admití, observando como él se mordía le labio, nervioso, mirando hacia mí, entusiasmado con la idea de formar parte de aquello.