Pablo no necesitó que dijese nada para saber que algo ocurría, al llegar a su bar, rodear la barra y abrazarle, frente al resto de clientes del bar.
Me pasé como media hora allí, expulsando mi dolor sobre el pecho de la única persona en la que confiaba en aquel momento, incluso más que en mi amiga Marta, incluso más que Salva, pues después de haber escuchado su confesión de amor… no quería hacerle sufrir con aquello, ya que yo estaba enamorada de otro tío, mientras que &eacut
Cuando dos personas se han hecho tanto daño, a pesar de que se amen, no pueden estar juntas. Estas dos personas desdichadas nunca podrán seguir adelante sin recordar el pasado, así que, llegados a ese punto, sólo quedaba olvidar, ¿no es cierto? Debía sacarle de mi corazón y dejarle atrás, enamorarme de nuevo, eso era lo que debía hacer, ¿verdad? Pero… ¿por qué no podía hacerlo? Aun estando allí, en los brazos de otro, en la cama de Pablo con él abrazándome por detrás, después de habernos acostado, no podía olvidarme de Borja.Me levanté con cuidado, intentando no despertarle, y luego me escabullí hacia el salón, agarrando entonces mi teléfono, tenía como diez llamadas perdidas de mi mejor amiga.Me vestí, apresuradamente, y me marché, mientras marcaba el teléfono
La terrible noticia de la muerte de Jess estaba por todos los telediarios de la ciudad, aunque la definían como la hija adoptiva de su futura esposa, nadie sabía quién era aquella niña en realidad. Por supuesto la boda había sido suspendida tan pronto como la familia se enteró de la noticia, y el accidente de auto de la pequeña, ese que acabó con su vida, aún estaba siendo investigado, pues había indicios de que había sido provocado.Sabía perfectamente que Borja mataría a su padre si se enteraba de aquello, pues la única persona que podría tener intención de matar a aquella niña, de hacerla desaparecer del mapa, era él.Estaba histérica, sentada en el sofá de la sala, mordiéndome las uñas, mientras pensaba en la conversación que había tenido con Borja, minutos antes, donde él me hab
La elección equivocada.Estaba a escasos pasos de él, pero ninguno de los dos se atrevía a moverse, aún estábamos demasiado aterrados sobre nuestros sentimientos, sobre nosotros.Señor – comenzó el chófer, captando su atención – vamos a llegar tarde al aeródromo – le informó, mientras él hacía un movimiento, como si quisiese entrar al auto.El impulso por detenerle fue mucho mayor que el miedo que sentía en aquel momento, y mi cuerpo actuó por cuenta propia. Mis manos se aferraron a la suya, percatándome de que estaba helada, logrando que él se diese la vuelta, sorprendido por mi atrevimiento.Lucía triste, dolido, derrotado, con el rostro bañado en lágrimas, tragando saliva al percatarse de que me tenía demasiado cerca.Se&nti
Seguíamos besándonos, esta vez, frente a la puerta del restaurante, mientras una horda de periodistas llegaba hasta nosotros y comenzaban a fotografiarnos.Déjalos que miren – me dijo él, entre besos, haciéndome reír con ganas, terminando entonces nuestro beso, mirando hacia los periodistas, con una sonrisa en el rostro, mientras él agarraba mi mano, dispuesto a reconocer frente al mundo que me amaba.Señor Lebret – comenzó uno de los periodistas hacia él - ¿quién es la joven que le acompaña? ¿Es su amante? ¿Qué ha ocurrido con su prometida?Era un montaje – reconoció él, logrando que miles de preguntas más llegaran por parte del resto de los periodistas – La mujer de la que estoy locamente enamorado es ella, Laura Ruiz, la verdadera d
Muchas cosas habían pasado desde que Borja se marchó aquella noche de mi casa, ¿por dónde debería comenzar?Habían pasado tres años.Ya no trabajaba para el despacho de abogados, lo dejé hace poco, hace cosa de un año, justo después de perder la esperanza de que él volviese a mí, tan pronto como leí en un artículo de una revista, que el afirmaba tener novia, tan pronto como me di cuenta de que no podía seguir aferrándome a lo que teníamos, a aquel anillo que él me regaló una vez.Así que busqué un nuevo trabajo, trabajaba para una importante empresa organizadora de eventos de cocina. Nos ocupábamos del catering, de la decoración y de traer a cocineros famosos en todo el mundo para dar un buen espectáculo a nuestros clientes.Monic era mi irritante jefa, una tipa polioperada, d
Seguro que recordáis todos los sitios maravillosos a los que fui con Borja, ¿verdad? Pues estuve en ellos, en todos ellos, de nuevo, junto a mis amigos, haciendo que mi corazón doliese al recordar cada uno de esos momentos, tres años atrás, junto a él.Paseábamos por el borde del Sena, mientras Marta y Alfonso se hacían fotos sin parar, maravillados con absolutamente todo, se habían vuelto unos ñoños. Pero mi mente estaba lejos, pensando en la última vez que estuve allí, con él confesándome lo preocupado que había estado por mí, asegurándome que si le dejaba sería su fin. Miré hacia ese punto, y de nuevo sentí que era un mero espectador.Eh – me llamó Salva, haciendo que dejase el recuerdo a la mitad, y mirase hacia él, volviendo a la realidad – estás súper distra&i
Cenamos por aquel hermoso lugar, pues encontramos un lugar cubano que estaba delicioso y no era muy caro, y luego nos fuimos a bailar a un pub que el camarero muy gentilmente nos recomendó, pues nos había cogido cariño al decirle que éramos españoles, pues al parecer adoraba nuestro país.No dejé de reír en toda la noche, olvidándome por completo de Borja, pasándomelo en grande junto a mis amigos, bebí más de lo que me hubiese gustado, pero llegados a ese punto me daba igual, nadie me conocía y era libre, aunque doliese admitirlo.Salva y yo pronto volvimos a tener aquella complicidad de siempre, esa que tanto me gustaba, haciendo el tonto, sin pensar en nadie más, para luego bailar en la pista de baile, dejándonos llevar por el alcohol que había en nuestros cuerpos, bailando descaradamente.Voy a por una copa – dije de pronto
Cuando desperté aquella mañana, tenía las pilas cargadas, así que empecé a hacer la maleta con una enorme sonrisa en mi rostro, pues mi mejor amiga estaba allí haciéndome bromas, al ponerme el sombrero con el que empecé el viaje. No dejamos de reírnos durante un buen rato, hasta que los recuerdos de la noche anterior hicieron mella en mí, logrando que perdiese la sonrisa y mirase hacia ella, comprendiendo la situación.No quiero volver – me quejé horrorizada, al recordar su voz, a través de aquella llamada telefónica.¿Sabes qué haremos antes de irnos? – preguntó, divertida, cogiéndome de la mano para atraerme hacia ella – Iremos a hacernos fotos, tú y yo, para tener recuerdos sobre nuestra estancia aquí.¿Sesión de risa