No fui a trabajar aquel día, pues era sábado, y a pesar de que el restaurante abría, en mi contrato estipulaba que tendría dos días libres a la semana, sábado y domingo, así que… me tocaba quedarme en casa, a pesar de eso, no lo hice, no podía quedarme en casa a pensar.
Caminé durante largo rato, por los alrededores, hasta que llegué al bar de Pablo, sin apenas darme cuenta de ello. Era algo normal, acabar allí, en el único lugar donde solía sentirme a salvo.
Cuando llegué a casa Marta estaba allí, parecía que acababa de llegar, pues aún tenía puestas las ropas de calle. Dejó de escribir en el móvil tan pronto como escuchó la puerta, y su mirada en entristeció entonces.Estuve mirando un par de pisos – comenzó, algo apurada, sin saber cómo empezar aquella desagradable conversación – he visto uno que está muy bien, pero …¿Sabes qué es lo que he estado pensando? – pregunté, ignorando sus palabras – que como yo no me voy a mudar con Alfonso y contigo, puedes ser tu la que se mude aquí, del todo – insistí, dejándola totalmente noqueada – Podríamos compartir gastos y vivir juntas.¿Ya no estás enfadada conmigo? – quiso saber, mientras yo negaba con
Más allá de las miles de razones por las que debía de casarme con Martina, sabía que ella merecía una explicación, pero ni siquiera tuve tiempo ni oportunidad de explicarme, porque en aquel momento Martina acababa de descubrir el pastel, y ella lucía tremendamente defraudada, no era para menos.Había querido evitarlo, que ella se enterase de aquella forma, antes de haberme casado, sabía que ahora que ella lo sabía… si me suplicaba que lo dejase todo por ella lo haría, y fallaría ante la promesa que una vez le hice a mi hermana pequeña sobre protegerla del hombre malo (mi padre). Sabía que, si ella me lo pedía, renunciaría hasta a mi alma por ella. Pero, al mismo tiempo sabía que ella no me merecía, que merecía algo mejor, a alguien mejor, y era por eso, por lo que había tirado la toalla, por lo que había decidi
Pablo no necesitó que dijese nada para saber que algo ocurría, al llegar a su bar, rodear la barra y abrazarle, frente al resto de clientes del bar.Quédate al frente – pidió a su hombre de confianza, para luego tirar de mí hacia su casa, lugar en el que volví a abrazarle, con fuerza, dejando escapar mi dolor, con fuerza, recordando aquella despedida tan dolorosa para mí, en la que había tenido que dejar atrás al único hombre que podía hacerme feliz en aquel momento.Me pasé como media hora allí, expulsando mi dolor sobre el pecho de la única persona en la que confiaba en aquel momento, incluso más que en mi amiga Marta, incluso más que Salva, pues después de haber escuchado su confesión de amor… no quería hacerle sufrir con aquello, ya que yo estaba enamorada de otro tío, mientras que &eacut
Cuando dos personas se han hecho tanto daño, a pesar de que se amen, no pueden estar juntas. Estas dos personas desdichadas nunca podrán seguir adelante sin recordar el pasado, así que, llegados a ese punto, sólo quedaba olvidar, ¿no es cierto? Debía sacarle de mi corazón y dejarle atrás, enamorarme de nuevo, eso era lo que debía hacer, ¿verdad? Pero… ¿por qué no podía hacerlo? Aun estando allí, en los brazos de otro, en la cama de Pablo con él abrazándome por detrás, después de habernos acostado, no podía olvidarme de Borja.Me levanté con cuidado, intentando no despertarle, y luego me escabullí hacia el salón, agarrando entonces mi teléfono, tenía como diez llamadas perdidas de mi mejor amiga.Me vestí, apresuradamente, y me marché, mientras marcaba el teléfono
La terrible noticia de la muerte de Jess estaba por todos los telediarios de la ciudad, aunque la definían como la hija adoptiva de su futura esposa, nadie sabía quién era aquella niña en realidad. Por supuesto la boda había sido suspendida tan pronto como la familia se enteró de la noticia, y el accidente de auto de la pequeña, ese que acabó con su vida, aún estaba siendo investigado, pues había indicios de que había sido provocado.Sabía perfectamente que Borja mataría a su padre si se enteraba de aquello, pues la única persona que podría tener intención de matar a aquella niña, de hacerla desaparecer del mapa, era él.Estaba histérica, sentada en el sofá de la sala, mordiéndome las uñas, mientras pensaba en la conversación que había tenido con Borja, minutos antes, donde él me hab
La elección equivocada.Estaba a escasos pasos de él, pero ninguno de los dos se atrevía a moverse, aún estábamos demasiado aterrados sobre nuestros sentimientos, sobre nosotros.Señor – comenzó el chófer, captando su atención – vamos a llegar tarde al aeródromo – le informó, mientras él hacía un movimiento, como si quisiese entrar al auto.El impulso por detenerle fue mucho mayor que el miedo que sentía en aquel momento, y mi cuerpo actuó por cuenta propia. Mis manos se aferraron a la suya, percatándome de que estaba helada, logrando que él se diese la vuelta, sorprendido por mi atrevimiento.Lucía triste, dolido, derrotado, con el rostro bañado en lágrimas, tragando saliva al percatarse de que me tenía demasiado cerca.Se&nti
Seguíamos besándonos, esta vez, frente a la puerta del restaurante, mientras una horda de periodistas llegaba hasta nosotros y comenzaban a fotografiarnos.Déjalos que miren – me dijo él, entre besos, haciéndome reír con ganas, terminando entonces nuestro beso, mirando hacia los periodistas, con una sonrisa en el rostro, mientras él agarraba mi mano, dispuesto a reconocer frente al mundo que me amaba.Señor Lebret – comenzó uno de los periodistas hacia él - ¿quién es la joven que le acompaña? ¿Es su amante? ¿Qué ha ocurrido con su prometida?Era un montaje – reconoció él, logrando que miles de preguntas más llegaran por parte del resto de los periodistas – La mujer de la que estoy locamente enamorado es ella, Laura Ruiz, la verdadera d
Muchas cosas habían pasado desde que Borja se marchó aquella noche de mi casa, ¿por dónde debería comenzar?Habían pasado tres años.Ya no trabajaba para el despacho de abogados, lo dejé hace poco, hace cosa de un año, justo después de perder la esperanza de que él volviese a mí, tan pronto como leí en un artículo de una revista, que el afirmaba tener novia, tan pronto como me di cuenta de que no podía seguir aferrándome a lo que teníamos, a aquel anillo que él me regaló una vez.Así que busqué un nuevo trabajo, trabajaba para una importante empresa organizadora de eventos de cocina. Nos ocupábamos del catering, de la decoración y de traer a cocineros famosos en todo el mundo para dar un buen espectáculo a nuestros clientes.Monic era mi irritante jefa, una tipa polioperada, d