Estaba a escasos pasos de él, pero ninguno de los dos se atrevía a moverse, aún estábamos demasiado aterrados sobre nuestros sentimientos, sobre nosotros.
El impulso por detenerle fue mucho mayor que el miedo que sentía en aquel momento, y mi cuerpo actuó por cuenta propia. Mis manos se aferraron a la suya, percatándome de que estaba helada, logrando que él se diese la vuelta, sorprendido por mi atrevimiento.
Lucía triste, dolido, derrotado, con el rostro bañado en lágrimas, tragando saliva al percatarse de que me tenía demasiado cerca.
Seguíamos besándonos, esta vez, frente a la puerta del restaurante, mientras una horda de periodistas llegaba hasta nosotros y comenzaban a fotografiarnos.Déjalos que miren – me dijo él, entre besos, haciéndome reír con ganas, terminando entonces nuestro beso, mirando hacia los periodistas, con una sonrisa en el rostro, mientras él agarraba mi mano, dispuesto a reconocer frente al mundo que me amaba.Señor Lebret – comenzó uno de los periodistas hacia él - ¿quién es la joven que le acompaña? ¿Es su amante? ¿Qué ha ocurrido con su prometida?Era un montaje – reconoció él, logrando que miles de preguntas más llegaran por parte del resto de los periodistas – La mujer de la que estoy locamente enamorado es ella, Laura Ruiz, la verdadera d
Muchas cosas habían pasado desde que Borja se marchó aquella noche de mi casa, ¿por dónde debería comenzar?Habían pasado tres años.Ya no trabajaba para el despacho de abogados, lo dejé hace poco, hace cosa de un año, justo después de perder la esperanza de que él volviese a mí, tan pronto como leí en un artículo de una revista, que el afirmaba tener novia, tan pronto como me di cuenta de que no podía seguir aferrándome a lo que teníamos, a aquel anillo que él me regaló una vez.Así que busqué un nuevo trabajo, trabajaba para una importante empresa organizadora de eventos de cocina. Nos ocupábamos del catering, de la decoración y de traer a cocineros famosos en todo el mundo para dar un buen espectáculo a nuestros clientes.Monic era mi irritante jefa, una tipa polioperada, d
Seguro que recordáis todos los sitios maravillosos a los que fui con Borja, ¿verdad? Pues estuve en ellos, en todos ellos, de nuevo, junto a mis amigos, haciendo que mi corazón doliese al recordar cada uno de esos momentos, tres años atrás, junto a él.Paseábamos por el borde del Sena, mientras Marta y Alfonso se hacían fotos sin parar, maravillados con absolutamente todo, se habían vuelto unos ñoños. Pero mi mente estaba lejos, pensando en la última vez que estuve allí, con él confesándome lo preocupado que había estado por mí, asegurándome que si le dejaba sería su fin. Miré hacia ese punto, y de nuevo sentí que era un mero espectador.Eh – me llamó Salva, haciendo que dejase el recuerdo a la mitad, y mirase hacia él, volviendo a la realidad – estás súper distra&i
Cenamos por aquel hermoso lugar, pues encontramos un lugar cubano que estaba delicioso y no era muy caro, y luego nos fuimos a bailar a un pub que el camarero muy gentilmente nos recomendó, pues nos había cogido cariño al decirle que éramos españoles, pues al parecer adoraba nuestro país.No dejé de reír en toda la noche, olvidándome por completo de Borja, pasándomelo en grande junto a mis amigos, bebí más de lo que me hubiese gustado, pero llegados a ese punto me daba igual, nadie me conocía y era libre, aunque doliese admitirlo.Salva y yo pronto volvimos a tener aquella complicidad de siempre, esa que tanto me gustaba, haciendo el tonto, sin pensar en nadie más, para luego bailar en la pista de baile, dejándonos llevar por el alcohol que había en nuestros cuerpos, bailando descaradamente.Voy a por una copa – dije de pronto
Cuando desperté aquella mañana, tenía las pilas cargadas, así que empecé a hacer la maleta con una enorme sonrisa en mi rostro, pues mi mejor amiga estaba allí haciéndome bromas, al ponerme el sombrero con el que empecé el viaje. No dejamos de reírnos durante un buen rato, hasta que los recuerdos de la noche anterior hicieron mella en mí, logrando que perdiese la sonrisa y mirase hacia ella, comprendiendo la situación.No quiero volver – me quejé horrorizada, al recordar su voz, a través de aquella llamada telefónica.¿Sabes qué haremos antes de irnos? – preguntó, divertida, cogiéndome de la mano para atraerme hacia ella – Iremos a hacernos fotos, tú y yo, para tener recuerdos sobre nuestra estancia aquí.¿Sesión de risa
La vuelta fue menos aburrida, pues Marta cambió su asiento con Salva, y no me dejó sola en ningún momento. Creo que pensaba que me derrumbaría si lo hacía.Creo, sinceramente, que deberíais quedar y hablarlo, Lau – me dijo, tras largo rato en silencio, cuando sobrevolábamos la ciudad. Negué con la cabeza en señal de que no quería hablar sobre ello – sé que este tema es doloroso para ti, pero …¿Es que no escuchaste lo que dice la última vez? – espeté, cansada de aquella conversación que ella se aferraba a seguir manteniendo – él tiene novia.Estuve hablando con él – declaró, dejándome sorprendida con ello, pues jamás pensé que ellos estuviesen en contacto – él dice que sólo es un malentend
No derramé una lágrima más en todo el camino a casa, ni siquiera cuando llegué a mi cómodo hogar, dejando la maleta en el recibidor, para luego llegar al salón, tumbarme sobre el sofá, encendiendo la tele, cogiendo el móvil para enviarle un mensaje a Marta.Yo:“Gracias por esto, lo necesitaba. Ahora que todo ha acabado, siento que puedo respirar”Marta:“Él perdió todos los números de teléfono hace un año y medio, ¿eso lo sabías no?”Yo:“No, no lo sabía”Reconocí, pues era cierto, no tenía ni idea de aquello. Lo cual explicaba a la perfección la razón por la que él no me había reconocido cuando le hablé, un par de días at
Me acariciaba la espalda, con las yemas de los dedos, desde mi trasero hasta mi cuello, haciéndome estremecer. Miré hacia él, con calma. Estaba recostado en mi cama, justo en frente de mí.Esto no cambia nada – espeté, intentando alejarle de mí, al darme cuenta de lo que estar allí significaba. Necesitaba dejarle fuera de mi vida, no podía volver a engancharme por él.Esto lo cambia todo – aseguró, sin dejar de acariciarme, pareciendo calmado, comenzando entonces a aclarar algo sobre lo que yo tenía dudas, sin que tan solo le hubiese preguntado al respecto – Lo único que le dije a esa entrevistadora fue que mi corazón pertenecía a una mujer.Borja, han pasado tres años, ¿me vas a decir que no ha habido nadie en tres años? – pregunté, haciendo