Aquella noche llovía, mientras miraba hacia la ventana, admirando aquel fenómeno de la naturaleza, con un trozo de pizza en la mano, sobre su sofá, con él a mi lado, dándome cuenta de que no quería estar en ningún otro lugar.
A veces sucede, que tienes que dejar un trabajo en el que no te sentías realizada, para darte cuenta de que es la decisión acertada, de que estás por buen camino, de que las cosas van a empezar a mejorar.Tomaba una copa, junto a mi compañera Paula, mientras Pedro nos miraba con detenimiento, pues sabía que yo debía estar trabajando y no allí.¿Estás bien? – quiso saber Paula, refiriéndose, por supuesto a mi denigrante estado en el trabajo – que pregunta la mía, es obvio que no…Ahora estoy bien – la calmé, con una sonrisa en el rostro, dándome cuenta de que era cierto – acabo de darme cuenta de las ganas que tenía de dejar ese trabajo – bromeé, riéndome junto a ella, pues sabía que se sentía de la misma forma.Levanté la
Ajustábamos las cuentas en la barra, especulando sobre si deberíamos ir a tomar un helado, cuando sucedió, el móvil de Fonsi comenzó a sonar y este lo cogió, para luego perder la sonrisa, aunque intentó fingir delante de mí que no pasaba nada, yo sabía que algo sucedía.¿Crees que les he caído bien? – preguntó él, haciendo que dejase de prestar atención hacia mi amigo y mirase hacia él – Ey – me llamó, al darse cuenta de que algo ocurría. Sonreí, intentando fingir que todo estaba bien, no quería estropear aquella noche con mis miedos y suposiciones.Les has caído muy bien – admití, observando como él se mordía le labio, nervioso, mirando hacia mí, entusiasmado con la idea de formar parte de aquello.
Entré por la parte de atrás, justo como él me sugirió, mientras una extraña sensación me albergaba, al darme cuenta de lo mucho que me apetecía verle. Subí las escaleras, y me detuve al verle allí, con la puerta abierta, esperándome.Ambos nos sonreímos el uno al otro, mientras yo entraba en su casa, y él cerraba la puerta tras de mí, seguimos avanzando hacia el salón, y entonces me detuve para mirarle, dispuesta a hablar por primera vez desde que había llegado.¿Quién se ha creído que es para presentarse aquí cuando mejor lo estábamos pasando? – pregunté, molesta con Borja, pensé que se asustaría tan pronto como me oyese hablar de él, pero al contrario de lo que siempre pensé, él sonrió, y dejó que siguiese hablando – El muy idiota dice que qui
Cuando terminas aquello que hacía tu vida infeliz, te sientes lista para empezar cosas nuevas. Al menos eso decía el dicho, y yo lo apoyaba completamente. Pues aquella mañana me sentía con ganas de enfrentarme al mundo, a pesar de que sabía que no tenía trabajo, y pronto no podría pagar las facturas.Lo primero que hice aquella mañana fue hablar con mi casero para terminar el contrato a final de ese mes, pues tenía ganas de volver a casa, con Alfonso y Marta, y puesto que ambos me lo pedían una y otra vez, decidí hacerles caso por una vez.Y luego busqué trabajo, activamente, pero muy selectivamente, incluso sabía que tenía la posibilidad de volver al gabinete, pero no quería hacer algo que hubiese hecho antes, no quería hacer absolutamente nada que tuviese que ver con mi antigua yo, quería hacer algo distinto.¿Sab&ea
Leía la carta de vinos en el bar de Pablo, sin prestar mucha atención a esta, pues estaban poniendo una de mis canciones favoritas, y lo cierto es que estaba más ocupada mirando por el rabillo del ojo a Pablo, que atendía a su proveedor de frutos secos, que parecía haberse equivocado con el pedido, y le había traído a mi amigo una variedad de almendras que él no había pedido.Resopló tan pronto como parecieron haber llegado a un acuerdo, se dio la vuelta, y dejó al hombre con el encargado del local, para luego caminar hacia el lugar de la barra donde me encontraba, por lo que tuve que fingir que seguía intentando decidirme con algún vino de los que ofrecían.Ya estoy – aseguró, llegando hasta mí, dejándose caer sobre la barra, sin dejar de observarme – siento la espera – se disculpó, para luego agarrar la ca
¿Por qué volviste, entonces? – pregunté, haciéndole sonreír antes de contestar.Me pasé un año y medio en la toscana – aseguró – justo después de terminar las cosas con Mariana – se detuvo para humedecer sus labios antes de continuar – intentando convencerme a mí mismo de que las cosas que hice con ella sólo fueron para mantener la promesa que le hice a mi hermana pequeña, Laura. Y fue duro, fue horriblemente duro tener que perdonarme a mí mismo, a sabiendas de que una parte de mí nunca lo haría. Porque dejarte, es la cosa más dura que he hecho en mi vida – insistió, aterrorizado – Y volver, lo ha sido incluso más. Pero tenía que volver, porque tu aún estás aquí – señaló su pecho – día tras día &nd
Eran las tres de la mañana cuando desperté, miré el teléfono y encontré al culpable de ello: Pablo, que me había enviado un mensaje.Sonreí, y no porque el mensaje de mi amigo me hubiese hecho gracia. No, no tenía nada que ver con Pablo, si no con Borja, que dormía bajo mis brazos, dándome la espalda, como si tal cosa.Metí el teléfono debajo de la almohada, sin tan siquiera leer el mensaje de mi amigo y me acurruqué cerca del cuello de Borja, quedándome entonces dormida, de nuevo.***Ni que mencionar tengo que cuando desperté a la mañana siguiente Borja ya no estaba allí, en lugar de eso había una nota sobre la almohada. Bueno, al menos, había tenido el detalle de dejarme una nota.“Gracias por lo de anoche, me hiciste sentir renovado. Me encantó que cuidaras de m&iacu
¿Os he dicho ya lo mucho que odiaba a Borja cuando se ponía en plan mandón? Pues le odiaba terriblemente, y más aún cuando me hizo llevarme como tres carpetas a casa, repletas de los últimos movimientos del nuevo restaurante. En ellos se reflejaban todas las entradas y salidas, y un largo etc.Dejé todo aquel caos sobre mi cama, y miré horrorizada hacia la mesilla de noche, casi eran las doce de la noche, y aún no me había preparado para ir a casa de Pablo. Abrí la conversación que tenía con él, sin lugar a dudas debía darle plantón, pues debía madrugar para ir a mi nuevo trabajo, al día siguiente, pero antes de haber siquiera empezado a escribir, él me habló.Pablo.“Oye, ¿te importa si lo dejamos para otro día? Acaba de llegar Monic, y me toca hacer de hermano m