Capítulo 93

Entonces, un día la tragedia llegó.

Su pecho se apretaba y la ansiedad la invadía. El ataque de asma llegó sin previo aviso, y en su mente solo había un pensamiento: su inhalador.

—¡Abigail! —gritó con desesperación, su voz entrecortada—. ¡Necesito mi inhalador!

Abigail, que se encontraba en la cocina hirviendo agua, la escuchó pero no se movió de su lugar. La fría indiferencia dominaba.

Sin embargo, se dirigió hacia donde estaba la pobre mujer, en una habitación.

—Julieta, ¿estás bien? —quiso saber, sin moverse, como si evaluara la situación desde la distancia.

—¡No! No estoy bien. ¡Ven, por favor! —Julieta se esforzaba por hablar, sintiendo que su cuerpo luchaba contra la falta de aire.

Sin embargo, en lugar de ayudarla, se quedó en la puerta de la habitación, observando el sufrimiento de Julieta con una mirada fría.

—Tal vez deberías... intentar relajarte —sugirió Abigail, sin prisa por ayudarla.

—¿Qué estás haciendo? —Julieta se llevó las manos al pecho, sintiendo que el aire s
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