—¿Enserio? —Steve temblaba a pesar de estar muy abrigado—, ¿El maldito polo norte?

Taylor se dio la vuelta y vio a sus tres amigos cazadores sonriéndole, incluso Raimi que siempre tenía la cara de parecer estar estreñido.

—¡Chicos! —Taylor se abalanzó para abrazarlos.

Ya habían pasado muchos meses desde que se vio con los tres, se habían desplegado por todo Asia, cazando todo tipo de seres mitológicos que volvían a aparecer después de siglos extintos. En general, los cazadores del mundo entero estaban muy ocupados últimamente, la villa lidiaba con monstruos que solo habían estudiado en libros.

—¿Por qué eligieron este infierno congelado? —se quejó Steve—, hace tanto frío que se me acaban de congelar las bolas.

—Enserio Steve, nadie quiere escuchar sobre tus partes íntimas congeladas —le dijo Aiko con cara de cansancio.

—No hay muchas opciones donde hacer un enorme prueba con trampas mortales y mágicas sin que algún civil lo detecte —explicó Taylor—, este lugar está alejado de cualquie