IV

—Uy, creo que fue mala idea saltarnos las clases hoy —dijo Haniel, apagando su cigarro contra la roca y guardando la cajetilla en el bolsillo.

—¿Había algún examen o algo así? —preguntó Dantalian entre bocados, mientras terminaba uno de los sándwiches que su Haniel había traído.

—No, nada de eso. Pero… mi querido hermano Bael me acaba de mandar un mensaje. —Haniel levantó su celular, mostrándole la pantalla con un mensaje breve pero contundente:

"Estás muerto, maldito renacuajo."

Dantalian gruñó, rodando los ojos.

—Qué original.

En ese momento, su propio celular vibró en su bolsillo. Sacó el móvil para ver un mensaje de Bael.

"¿Dónde estás?"

El tono autoritario de esas dos palabras fue suficiente para encender la rabia en Dantalian. Sin pensarlo, apretó el dispositivo con tanta fuerza que lo destruyó, dejando pedazos de cristal y plástico en su mano.

—¡No puede dejarme solo un maldito día! —exclamó, apretando los puños mientras su voz se volvía más grave, un eco de la tensión acumulad
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