CAPÍTULO 4: KYLE

No tuvo conciencia de cuánto tiempo durmió, hasta que un tímido, pero fuerte golpe a la puerta la sacó de su dulce sueño. Devolviendola a la realidad

-Alice, ¿puedo pasar?

-Oh si Cris, adelante – con la sábana cubriéndole hasta el pecho y recostada sobre las almohadas recibió a su madrastra.

-¿Has descansado, cariño?- le preguntó con dulzura.

-Si, dormí muy bien, muchas gracias.

-Alice, no sabes cuánto me alegra que estés aquí con nosotros.

-A mí también me alegra, papá ha hecho una buena elección contigo y eso me hace feliz Cris, lo amo inmensamente y te agradezco que lo hagas feliz.

-Gracias, Alice – dijo con ojos cargados de lágrimas- me preocupaba lo que fueras a pensar – le palmeó la pierna- amo a tu padre con todo mi corazón – la cena estará lista en cuarenta minutos.

-Prometo estar lista para entonces – dijo con una dulce sonrisa.

-No hay nada especial ésta noche, no tendremos invitados pero, celebraremos tu regreso.

-Gracias Cris. . .¿ha llegado Missaell?

-Aún no- se levantó para marcharse - ¡eres una hermosa chica, si hubiese tenido una hija, me hubiera agradado que fuese como tú! – Alice, se dejó llevar por el sentimentalismo, sostuvo las sábanas para cubrir sus senos y con la otra mano la rodeó, a lo que Cristhina respondió estrechándola dulcemente.

-Ahora, a alistarse señorita o llegará tarde a la cena.

Cris se marchó dejándola sola. Saltó de la cama en dirección al cuarto del baño. 

Treinta minutos más tarde, estaba lista. Se puso una ligera camisa rosa sin mangas, las combinó con unas sandalias del mismo color, y una hermosa falda blanca que llegaba poco más abajo de medio muslo. Recogió su abundante y larga melena en un alto moño, se miró al espejo y se dijo <<Cualquiera adivinaría que solo tengo diecinueve años>>.Se aplicó un poco de labial y agregó sombra rosada sobre su parpado. 

Salió apresurada, al cerrar su puerta y girarse tropezó con algo, perdió el equilibrio y justo cuando creyó que caería al suelo, unos fuertes brazos le rodearon por la cintura y la llevaron a golpear contra un amplio y musculoso pecho. Los reflejos de Alice la llevaron a colocar amabas manos sobre aquel pecho duro y fuerte.

Alzó rápidamente la mirada y se encontró con los ojos más bellos que jamás había visto; eran oscuros, sinceros, intensos, la miraban fijo y sintió que aquella era la mirada más hermosa que le habían dedicados. Esas duras manos, estrechaban con fuerza su delicada cintura. Y sus sedosos y oprimidos senos, sentían la dureza de aquel cuerpo.

Se miraron en silencio por largo rato. 

Él pensó que esa dulce pequeña era; una mujer realmente hermosa, se le veía tan dulce y frágil, era bella. Sus cejas bien delineadas, una hermosa boca llena que te llevaba a pensar en besos ardientes y delicados, besos profundos e intensos, su nariz era recta, se ajustaba a la perfección en su bella cara, sus ojos eran dulces, inocentes, cargados de la pureza infinita que solo pueden otorgar los primeros años de la vida. Era perfecta, su pequeño cuerpo se oprimía contra el suyo haciéndolo querer fundir sus labios, como estaban fundidos sus cuerpos en ese momento.

Ella pensó que aunque no había vivido mucho, dudaba que hubiese en el munfo un hombre más perfecto que aquel ¡Esa boca!, ¡Ese cabello! ,¡ Esos labios!, ¡ quería besarlo! ,¡sí, quería saber si su labios eran tan suaves como aparentaban serlo!

Aquel hombre carraspeó y la sacó de su ensimismamiento. 

-¿Estás bien? - su voz era sensualmente aterciopelada, produjo en Alice intensos escalofríos que la recorrieron por todo su cuerpo. 

-Sí. . . si estoy bien, muchísimas gracias por no dejarme caer. Lamento haberte golpeado. 

-No hay problema- la soltó lentamente- yo soy Kyle. . . tú debes ser Alice.

-Sí, le sonrió ampliamente, el corazón de él dio un vuelco ante aquella sonrisa- es un placer conocerte.

-El placer es mío, Alice - la miró intentando que sus palpitaciones se calmaran, ¡No era bueno sentir todo aquello por la hija de Michaell; el esposo de su madre!. . . y menos si tenía un hermano tan protector como Missaell. . . si él llegará a leer sus pensamientos en aquel preciso instante, sin duda alguna lo mataría. Quedó de piedra al sentir que los femeninos labios rozaban sus mejillas.

Alice lo advirtió allí, mirándola tan fijamente que no pudo resistir la tentación de darle un beso. Se puso de puntillas y permitió que sus labios rozaran sus mejillas, con ello no logró acallar sus desbocados latidos, por el contrario; su corazón latió más desesperado que nunca, sintiendo la terrible necesidad de probar aquella boca.

-Gracias de nuevo por no dejarme caer- logró articular – vamos, nos esperan para cenar. Y sin más adelantó el paso esperando que él la siguiera.

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