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CAPÍTULO 5: LA CENA

La familia charlaba y reía, ninguno notó la llegada de Missaell, el cual entraba con un portafolio en la mano derecha, mientras que con la izquierda desajustaba su corbata.

Se detuvo y contemplo la escena durante un momento y vio entonces una larga cabellera oscura y un cuerpo juvenil que le daba la espalda.

-¿Alice?- preguntó con voz fuerte, todos se giraron hacia él, siendo ella la última en observarlo.

-¡Missa! – dejó la copa en manos de Lyle y corrió hacia su hermano- ¡Missa, Missa! – Este la abrazó fuertemente, haciéndola girar en el aire, de la misma manera que lo hizo Mike. Rieron con entusiasmo, luego su hermano la colocó en el suelo y le besó las mejillas, los parpados, la frente y la nariz con desesperación.

-¡Oh Alice! Mi pequeña Alice – la estrechó- estás hermosa, mi pequeña.

A pesar de que los cuatros hermanos se amaban y se la llevaban muy bien, el cariño entre Alice y Missaell era un poco mayor. Con todos compartía algo fabuloso y especial.

Missaell, era el cariñoso y protector, la adoraba con el alma. Él era el tipo de hermano que se enfrentaría a cualquiera con tal de protegerla. 

Mike, era el consentidor y encubridor, solía culparse por todo con tal de salvarle el pellejo. Recordó una vez que tiró un jarrón chino que era el favorito de Valeria. Su madre lloró de tristeza y Mike se culpó, como castigo le retiraron la mesada durante todo un mes, Alice se sintió muy culpable, pero Mike se negó a que ella dijera la verdad.

Con Nina tenía la típica complicidad entre mujeres, ella la protegía y era su confidente.

-¡Qué guapo estás! – le besó la mejilla.

-¡Exagerada!- dijo riendo.

-¡Vamos, vamos niños!- intercaló Michaell feliz de verlos a todos unidos- basta de tanto parloteo, pasemos a la mesa, que servirán la cena.

-¡Parece que llego justo a tiempo! – exclamó Missaell feliz.

La cena fue divertida, todos conversaban sobre temas diversos, manteniendo así una charla bastante animada.

-Alice, a ver- intervino Mike- ¿cuántos corazones rotos dejaste en Suecia? – Ella rió de buena gana, pero el rostro de Missaell reflejó severidad y su voz fue como un estruendo.

-¡Mike! – le reprendió- ¿qué tipo de preguntas son esas? ¿se te olvidas que estás hablando con la niña? – Alice rió a carcajadas nuevamente-¡la pequeña Alice no está en edad de noviazgo!

-Por favor Missa, no soy una <<niña>>, ya no tengo diez años.

-Para mí siempre serás mi pequeña Alice.

-¡Líbrame Dios de los hombres protectores! – dijo rodando los ojos. 

-¡Alice!- espetó Missaell y ella volvió a reir.

-Vamos Missaell, no exageres – le dijo Nina- ¿cuántos corazones?

-A decir verdad. . . creo que ninguno.

-¡Yo no puedo creer eso! - intervino Mike riendo

-Yo tampoco lo creo – dijo Lyle- Alice es muy bonita, sin duda habrá dejado muchísimos corazones rotos.

-Bueno- sonrió- Salí con algunos chicos, pero solo como amigos, aunque. . . 

-Siempre existe alguien especial- concluyó Cris sonriendo.

-Así es – dijo ruborizándose- su nombre es Billy.

-¿Dejaste un novio en Suecia?- pregunto Dyle con una sonrisa.

-¡Un novio!- exclamó Missaell alterado

-No, no era mi novio, solo un chico especial, además antes de comprar el boleto de avión, tuvimos una conversación. . . fue difícil hacerle entender que no podíamos llegar a mas- culminó encogiéndose de hombros.

-Evidentemente nuestra pequeña Alice no es tan pequeña como para amar.- dijo su padre.

-La edad no es una visa para amar, papá.

-Yo nunca amé a Billy, solo era un chico especial- y no mentía, por eso fue tan fácil para ella alejarse de él, de otra manera, la historia sería diferente. 

Después de la cena y de conversar largo rato en familia se dirigió a su habitación, hacía mucho calor así que decidió ducharse nuevamente.

Luego de ducharse se introdujo bajo las sábanas y logró conciliar un dulce sueño en el que un par de brazos y un pecho fuerte la rodeaban y le impedían caer al suelo. 

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