El taxi se deslizaba suavemente por las calles transitadas y calurosas.
<< ¿Qué pensará papá al verme?>>. Alice estaba realmente emocionada de ver nuevamente a su familia, extrañaba a sus hermanos, casi gritaba de la emoción al poder saber que dentro de muy poco tiempo estaría con ellos. Después de nueve años de soledad volvía a casa, volvía al campo, volvía a su familia, volvía al lugar del cual, no debió marcharse.
La última vez que vio a su familia fue hace casi dos años, durante unas cortas vacaciones, lo mejor de su regreso, era que nadie la esperaba, ¡todos estarían felices de tenerla nuevamente!
El taxi cruzó a la derecha y se introdujo en un largo sendero en el campo, a ella vinieron recuerdos de su infancia; ella corriendo entre los arboles con un amplio vestido, junto a ella su madre y su padre, mientras los tres reían felices. Otro recuerdo que la hacía llorar era ella junto a su madre, yendo a sus lugares favoritos del bosque.
Suspiró con fuerza, aquellos eran bonitos recuerdos. ¡Dios, por favor permite que pueda llevarme bien con la nueva esposa de mi padre, que si no me quiere, al menos me tolere!, esa fue su plegaria constante. Perder a su madre ha sido lo más duro en la vida de Alice, y lo más difícil de superar, aquella había sido una pérdida trágica y desgarradora.
Valeria; su madre había sido víctima de un secuestro, los maleantes pedían una fuerte suma de dinero, Michaell; su padre vendió mucha de sus propiedades, con la única finalidad de recuperar a su adorada esposa, solo quería tenerla nuevamente con él, sin importar lo que tuviera que pagar, sin importar si era necesario quedarse sin absolutamente nada, con tal de recuperar a su amada.
Pero todo aquello fue inútil, su padre casi muere cuando recibió la noticia de que el cuerpo de su esposa había aparecido. . . ¡El cuerpo de su esposa. . . no su esposa!
Valeria había sido brutalmente violada y asesinada, estudios del forense determinaron múltiples laceraciones en su cuerpo, ella había sido cruelmente violada, hasta el punto de hacerla sufrir desgarres internos, se determinó que la causa de muerte, fue asfixia y lo que supone el doctor quizás haya sido un gesto de misericordia, pues el medico aseguró que si no le hubiesen asfixiado su cuerpo no hubiese resistido la tortura por más tiempo. . . aquel fue un mes muy largo. Treinta días de agonía, desde la desaparición hasta que la policía encontró su cuerpo, el cual había sido arrojado a un lago, este flotaba tristemente negándose a hundirse y a jamás ser encontrado.
Michaell se encontró solo, con cuatro hijos que educar; Alice tenía solo diez años, Nina acababa de cumplir trece, Mike quince y Missaell que era el primogénito de la familia, tenía dieciséis. Alice nunca comprendió ¿Por qué? Para su padre fue más fácil enviarla a ese internado y alejarla de todos, la había alejado de la familia, pero no del dolor, ese fue su amigo contante por cada día y cada noche de aquellos nueve años.
El taxista habló, sacándola de su ensimismamiento.
-Hemos llegado, señorita.
-¡Oh sí! – tomó el monedero y le tendió un par de billetes- muchas gracias, guarde el cambio, este ha sido un largo viaje – dice sonriéndole ampliamente.
-Gracias – aquel hombre devolvió la sonrisa mientras le sonreía. Alice bajó del coche y se quedó admirando la fachada de su casa. . . era hermosa, y la había extrañado cada segundo de su ausencia, el taxista abrió el maletero, extrajo tres grandes maletas y las colocó en la puerta de la entrada, le sonrió y se marchó.
Aquella era su casa. . . su querida casa, era blanca, señorial, de aspecto victoriana, tenía alrededor de veinte habitaciones, si es enorme. Un lujo que su padre dio a su amada esposa Valeria, quien deseaba conservar la elegancia de la ciudad y poder tener a su vez la tranquilidad que solo proporciona el campo – un pequeño capricho- como solía llamarle su madre.
Un auto se acercó y se estacionó, su corazón casi deja de latir cuando ve que de aquel coche desciende un hombre alto, bien formado, de bellos ojos verdes, Alice corrió en su dirección, sin pensarlo si quiera se arrojó a sus brazos, mientras lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas.
-Papá. . .papito – lo abrazó fuertemente, ni se percató de que aquel hombre no le devolvía el abrazo, por el contrario, sus brazos colgaban a cada lado – Volví papito. . . volví.
-A. . . Alice – dijo con un susurro casi inaudible.
-Si, papá - le besó ambas mejillas desesperada - ya estoy aquí papito, estoy en casa – pero él no la abrazaba, no la besaba como ella esperaba, por el contrario la miraba en estado de shock.
-Alice. . . ¿por qué volviste?
Ella retrocedió y le miró directamente a los ojos, sus lágrimas de felicidad fueron remplazadas por lágrimas de dolor y desconsuelo.
-¿Qué has dicho, padre? – preguntó con voz temblorosa.
-¿Te he preguntado por qué volviste? , ¿qué haces aquí, Alice?. . .No debiste volver. . .no sin avisar. . .no lo entiendo.
-¡Por Dios, papá! – sollozó - he hecho un viaje muy largo solo para verlos, para estar con ustedes, y a cambio recibo. . . ¿reproches? – Preguntó confundida – es que ¿acaso no te alegra verme? – gimió. Su padre la miró por largo rato, luego abundantes lágrimas descendieron de sus ojos y la abrazó efusivamente.
-Por favor princesa mía, no pienses eso. . . es solo que. . . me has sorprendido – ella respondió al abrazo, aferrándose fuertemente a él.
-¡Oh papito, cuanto te quiero!
-Necesitamos hablar Alice, pero no aquí – le sonrió- que tal si vamos a los viñedos.
-Si papito, no sabes cuánto los he extrañado a todos, no sabes cómo extraño los viñedos, no sabes cuanta falta me han hecho, estar lejos tanto tiempo me ha enseñado a amarlos más, a quererlos, a valorarlos, a desear estar junto a ustedes cada instante. . . no volveré a irme jamás papito, me quedaré siempre con ustedes.
-Vamos a los viñedos – dijo serio, lo que más le extraño fue su falta de respuesta ante aquella demostración de amor.
Los viñedos estaban mejor de lo que Alice recordaba, sin duda aquella era una gran temporada porque las uvas se veían más grandes y jugosas que nunca. Michaell la llevaba rodeada con un brazo puesto alrededor de los hombros, de pronto se detuvo.
-Estoy muy contento de que estés aquí – le expresó con una gran sonrisa
-Esa no fue la impresión que me diste hace algunos minutos – dijo sonriendo triste.
-Ya me he disculpado Alice, y lo hago nuevamente princesa, lo siento. Estaba realmente sorprendido.
-Sorprendida estuve yo – bajo la voz y desvió la mirada al suelo – cuando me llegó la nota anunciando que te habías casado.
-Hija, debes entender que tengo derecho a. . .
-No papi. No te estoy pidiendo explicaciones, ni te estoy haciendo reproches. Me alegra que después de tanto tiempo, al fin hayas decidido empezar de nuevo.
-Jamás he querido empezar de nuevo – respondió frunciendo el ceño.
-Papá. . .papito, claro que has empezado de nuevo, has nacido de nuevo. Cuando ocurrió lo de mamá - Michaell hizo un gesto de dolor - lo sé papito, a mí también me duele, pero no hay nada que ni tú, ni yo podamos hacer por cambiar las cosas, hubiese dado la mitad de mi vida, porque todo fuera diferente, lo de mamá fue horrible, y fue muy doloroso ver que te trasformabas en un hombre muy diferente al que era. Cuando mamá murió eras frio, distante, triste, vacío, en comparación con el hombre alegre y divertido que solías ser. Extrañaba el sonido de tu risa papá, pensé que morirías de tanta tristeza, luego me arrojaste al internado y la que casi muere de tristeza soy yo.
-Lo siento tanto hija – dijo llorando.
-Ya todo ha quedado atrás, ¡Mírate!, estoy feliz por ti, si tu nueva esposa te ama, te hace feliz, y te hace reír es motivo suficiente para que tenga mi amor, aunque, solo hay una cosa que me ha disgustado.
-¿Cuál, princesa mía?
-Que no me anunciaras con tiempo tu matrimonio, me hubiese encantado estar contigo.
-Fue mejor así – dijo y parecía pensativo.
-¿Por qué papi?, ¿por qué fue mejor así?- le preguntó cruzándose de brazos.
-Hija, porque. . . porque. . . estabas en clases.
-Esa es una excusa muy escueta padre, pude haber pedido un permiso. ¡Decidiste avisarme cinco meses después de tu boda!
-No tiene importancia nena.
-Si la tiene padre. . . todos estuvieron contigo, todos menos yo. Hay algo que me ocultas, no quiero más secretos entre nosotros papito.
-Te lo explicaré todo aunque me duela Alice. . .
-¡Michaell! . . .¡Michaell! – a mi padre lo llamaba alguien y no era ninguno de mis hermanos.
-¡Michael!. . . ¡Michael!. . . oh, aquí estas – dijo el desconocido, al cual ella no le pudo ver la cara, porque se encontraba de espalda. – yo . . . lo lamento, no sabía que tenías visita.-No es una visita hijo, esta es mi hija Alice, tu hermana.-¡Que gusto! – exclamó el hombre y Alice se giró hacia él con una enorme sonrisa.-Alice, princesa mía, este es Lyle – ella le sonrió era un hombre realmente guapo.-Mucho gusto – sonrió extendiéndole una mano.-El placer es todo mío.-Gracias – respondió ruborizándose levemente.-Michaell, tienes una hija muy bonita.-Tú tienes una hermana muy bonita - dijo en tono celoso y Lyle solo sonrió – ¿me buscabas para algo?-Mi madre escuchó tu coche llegar, pero al notar que no entrabas. . .-Salió a buscarme – completó aquella frase sonriendo.-Sí, ya sabes cómo es ella, quedó sorprendida al encontrar unas maletas en la puerta, ahora veo que son de Alice. No sabíamos que p
Tanto Mike como el chico que ella supuso era Dyle, estaban inmersos en el juego, al punto que ellos ingresaron a la biblioteca y ninguno levantó la mirada del tablero-Pido por favor – dijo su padre- detengan el juego.-¡Papá! - se quejó Mike, sin levantar la vista- estoy por darle una paliza a Dyle, no me interrumpas.-¿No te detendrías, ni siquiera por mi, Mike?- al culminar aquella frase, los ojos de Mike se posaron inmediatamente sobre ella-¡¿Alice?! – gritó Mike poniéndose en pie y corriendo hacia ella, la tomó en sus brazos, levantándola en el aire y haciéndola girar mientras ambos reían felices.Michaell los observaba mientras luchaba por contener las lágrimas que amenazaba por resbalar de sus ojos. Sintió una punzada de dolor al pensar que mantuvo a Alice tanto tiempo alejada de casa, y de su familia, y por motivos tan egoístas, solo porque. . .-¡Estas bellísima, pequeña Alice!-Tú también estás fantástico – Dyle se lev
No tuvo conciencia de cuánto tiempo durmió, hasta que un tímido, pero fuerte golpe a la puerta la sacó de su dulce sueño. Devolviendola a la realidad-Alice, ¿puedo pasar?-Oh si Cris, adelante – con la sábana cubriéndole hasta el pecho y recostada sobre las almohadas recibió a su madrastra.-¿Has descansado, cariño?- le preguntó con dulzura.-Si, dormí muy bien, muchas gracias.-Alice, no sabes cuánto me alegra que estés aquí con nosotros.-A mí también me alegra, papá ha hecho una buena elección contigo y eso me hace feliz Cris, lo amo inmensamente y te agradezco que lo hagas feliz.-Gracias, Alice – dijo con ojos cargados de lágrimas- me preocupaba lo que fueras a pensar – le palmeó la pierna- amo a tu padre con todo mi corazón – la cena estará lista en cuarenta minutos.-Prometo estar lista para entonces – dijo con una dulce sonrisa.-No hay nada especial ésta noche, no tendremos invitados pero, celebraremos tu regreso.
La familia charlaba y reía, ninguno notó la llegada de Missaell, el cual entraba con un portafolio en la mano derecha, mientras que con la izquierda desajustaba su corbata.Se detuvo y contemplo la escena durante un momento y vio entonces una larga cabellera oscura y un cuerpo juvenil que le daba la espalda.-¿Alice?- preguntó con voz fuerte, todos se giraron hacia él, siendo ella la última en observarlo.-¡Missa! – dejó la copa en manos de Lyle y corrió hacia su hermano- ¡Missa, Missa! – Este la abrazó fuertemente, haciéndola girar en el aire, de la misma manera que lo hizo Mike. Rieron con entusiasmo, luego su hermano la colocó en el suelo y le besó las mejillas, los parpados, la frente y la nariz con desesperación.-¡Oh Alice! Mi pequeña Alice – la estrechó- estás hermosa, mi pequeña.A pesar de que los cuatros hermanos se amaban y se la llevaban muy bien, el cariño entre Alice y Missaell era un poco mayor. Con todos compartía algo fabuloso y especia
Alice se despertó sobresaltada. Había tenido un sueño muy extraño, no lo recordaba con claridad, solo supo que su cuerpo estaba perlado en sudor y su corazón latía desesperado.Extendió la mano en busca de un reloj para ver la hora.¡Eran las dos de la mañana!Su estómago rugió y Alice rió.-¿Cómo es posible que tengas hambre a las dos de la mañana, Alice?- se preguntó a sí misma.Salió de la cama con la intención de ir a la cocina en busca de un pequeño bocadillo nocturno.Bajó las escaleras percatándose de que la casa estaba a oscuras, le costó un poco llegar a la cocina, ya que tropezaba con todo. Sus pies descalzos eran sigilosos sobre la fría madera del suelo.Al llegar a la cocina encendió la luz y abrió el refrigerador, bueno lo más sencillo sería un sándwich. Se le antojó uno con queso amarillo, jamón, lechuga y tomate¡Alice, son las dos de la mañana. Es un bocadillo, no el desayuno!Pero su estómago ru
Tres semanas habían pasado desde su encuentro nocturno con Kyle, y no habían tenido contacto durante ese tiempo, al menos no más del necesario, durante las cenas él guardaba silencio absoluto, y Alice por su parte solo respondía a lo que le preguntaran, su conversación en la mesa era muy poca. Aunque Lyle siempre buscaba la manera de entretenerla, de conversar con ella para incluirla.Cuando Alice lo miraba, en ocasiones él la estaba mirando en silencio, y al cruzar sus miradas Kyle tensaba su mandíbula y apartaba sus ojos en dirección a otro lado, si se cruzaban se saludaban fríamente, en una ocasión coincidieron a la entrada de sus habitaciones, él la miró y por un momento lo sintió flaquear, sus ojos le demostraron deseo y rendición y ella esperaba en silencio, anhelando los besos que veía venir, pero de pronto todo se esfumó, sus ojos cambiaron, su ceño se frunció.-Buenas noches, Alice- fue lo único que dijo antes de girarse y cerrarle la puerta en la cara.&nb
Kyle estaba recostado sobre un bulto de almohadas, con una mano se cubría los ojos y apretaba los dientes intentando contener el dolor.-Este maldito dolor me va a matar- se dijo en voz alta, un llamado a la puerta produjo un gruñido en él.-Adelante – gritó sin descubrir sus ojos- madre, te advierto que no. . .-Soy muy joven para ser tu madre – dijo ella sonriendo, Kyle se giró en dirección al lugar de dónde provenía aquella voz.Y allí estaba ella, con su espesa melena suelta, cayendo sobre sus hombros en hermosas cascadas, de pronto sintió un inmenso deseo de introducir sus dedos en aquella fascinante cabellera. Kyle maldijo en silencio, había intentado toda la tarde borrar de su cabeza la imagen de aquella chica, de su cuerpo, de sus besos, y ahora ella se presentaba en su habitación con. . . ¡Una bandeja de comida!-Hola, Kyle- lo vio allí tan vulnerable y sintió deseos de tocarlo aunque fuese por un instante.-Alice. . .
Sus respiraciones se hicieron muy aceleradas, tanto Alice, como Kyle sentían cómo la sangre golpeaba con fuerza en sus venas.Kyle miró detenidamente los labios. Eran; llenos, sensuales, atrevidos, incitantes. Ella inconscientemente los humedeció y ese gesto tan inocente cómo erótico, no hizo más que incrementar el deseo de Kyle-Alice. . . – susurró sin dejar de mirarla.-Mmmm. . . – quiso sonar despreocupada, pero su respuesta había sido. . . ¡Un gemido!, ¡por Dios! Se sentía realmente avergonzada de su conducta. Su cuerpo reaccionaba tan solo de tenerlo cerca, su respiración, su olor, su tacto, no hacían más que encender y avivar una llamarada dentro de su ser. -Voy a morir si no te beso- su voz era sensualmente ronca.-No quiero que mueras- su respuesta no pudo haber sido más clara. -¿Te arrepentirás?-No lo haré, juro que no lo haré.
Último capítulo