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Palabras que duelen

El llanto del pequeño Abelardo hizo regresar a Abigail de sus dolorosos recuerdos, era hora de alimentarlo y el bebé no era muy paciente, quería lo que quería en el momento, cómo si supiera que había nacido para la grandeza, Abelardo sería el dueño del mundo algún día y parecía saberlo.

Antonio había salido a comer algo pero ya iba llegando puntual a la hora de alimentar a su sobrino, una vez que le dió el tetero todo quedó solucionado y ya no lloró más

—Antonio quiero pedirte un favor, necesito que me ayudes a ocultar a mi bebé! la familia Diamantis no debe saber que e dado a luz al heredero de Sasha, temo por la seguridad de mi hijo si saben de él.

—¿Creés que se atreverían a... matarlo?

—!No! pero si intentarían llevárselo a Grecia, para los Diamantis los herederos lo son todo, estoy segura que si saben del nacimiento de mi Abelardo intentarán separarlo de mí para educarlo cómo el heredero de Sasha! y eso no lo voy a permitir!

—Esta bien Abigail, cuenta con eso! dejaremos en la mansión Montesinos solo a los empleados más leales, ellos deberán guardar tu secreto o de lo contrario pagarán con su vida, para el mundo entero tu seguirás siendo soltera y sin hijos!

Abigail asintió complacida, debía cuidar a su bebé de todo peligro, esa sería su prioridad de ahora en adelante, nunca permitiría que las sucias manos de los Diamantis lo alcanzaran.

*

Ese mismo día en el lejano país de Grecia, un matrimonio discutía.

—!Ya te dije Sasha! no pienso seguir siendo tú esposa trofeo! no me tratas cómo tú mujer! solamente me has tocado un par de veces desde que nos casamos y eso por qué estabas drogado y borracho! te la pasaste repitiendo el nombre de la zorra de tu ex esposa y así con todo eso te abrí las piernas pero ya me cansé!

—Si no se te para el pito busca ayuda profesional, compra pastillas o haz algo por qué así no me sirves como hombre!

Las mismas palabras de el amante de Abigail eran las que Sara Jhonson le escupía en la cara a Sasha, los dolorosos recuerdos del engaño de la mujer que amaba le vinieron a la mente haciéndolo enfurecer. Sin importarle que Sara estuviera esperando a su hijo la abofeteó haciéndola caer al piso.

—!No te voy a permitir que me hables de esa manera! yo soy Sasha Diamantis el gran capo de la droga! si vuelves a sobrepasar tus límites yo mismo voy a matarte apenas nazca mi hijo!

—!Ah! y la razón por la cuál no te toco es por qué no me inspiras pasión ni deseó! !tú misma lo dijiste! necesito estar borracho y drogado para que se me pare la polla contigo!

—!Ésto no se va a quedar así Sasha! estoy embarazada de tu hijo y ni siquiera te importa! ¿qué clase de animal eres? le diré a papá lo que me acabas de hacer !malnacido!

—!Dile! eso me importa un carajo! ésto solamente es un negocio! cuándo quieras te puedes largar de mi casa!

Sasha se dirigió al despacho a servirse un whisky doble, la vida al lado de Sara Jhonson era un puto infierno! añoraba los días en que fue feliz con Abigail, ¿por qué tuvo que engañarlo con ese maldito guardaespaldas?

《Te amé cómo a nadie Abigail y me pagaste con traición, ¿cómo puedes seguir respirando en éste mundo sin remordimiento alguno?》

De lo bueno del carácter de Sasha Diamantis no quedaba nada, su amargura lo seguía a dónde quiera que iba, su actual esposa era una escultural rubia, era bella sí, pero superficial y vanidosa, a ella solamente le importaba su dinero y presumir entre sus amistades que tenía el mejor bolso de diseñador o los mejores zapatos.

A Sasha su mujer no le atraía en lo absoluto, la primera vez que se la folló bebió cómo para morirse y de paso se drogó para soportar su olor corporal, no es que fuera desagradable, simplemente no era el de su amada Abigail.

Franco Coleto, su mano derecha entró no muy de acuerdo con lo que acababa de hacer, pegarle a las mujeres estaba muy mal visto, pero sabía que las palabras de Sara habían tocado la herida que aún sangraba de Sasha, herida que fue hecha por el amor de su vida, Abigail Montesinos.

—No es muy honorable pegarle a las mujeres Sasha, además lleva a tu hijo en su vientre, no deberías ser tan bestia con ella!

—!Lo sé Franco! es solo que no pude contenerme, sus palabras me recordaron a...

El mafioso no pudo terminar sus palabras, habían pasado siete meses ya desde que descubrió el engaño de Abigail y la echó de su lado, pero para él parecía que había sucedido ayer.

—Lo sé hermano, ya debes dejar de pensar en eso, solamente te atormentas en vano, ella ya no está en tu vida, están divorciados y ahora tienes una nueva mujer que espera a tu hijo.

—!Esa mujer es insoportable Franco! solo pensar en tocarla me asquea! cada vez la tolero menos.

—¿De que hablas Sasha? Sara es una mujer muy bella, cualquiera en nuestro círculo se sentiría afortunado de estar casado con ella, su belleza y el poder de su padre llama mucho la atención de los mafiosos que quieren subir de rango.

—¡Pues que me hagan el favor de llevársela! por qué yo no creo aguantar mucho más tiempo viviendo en la misma casa que esa frívola mujer! aseguraba el capo mientras bebía de su whisky, quería anestesiarse de la porquería en la que se había convertido su vida.

Sara mientras tanto había salido en su lujoso Maybach a la mansión de la familia Jhonson, por teléfono le había contado ya a su padre que Sasha le había puesto la mano encima.

El mafioso Carl Jhonson estaba furioso, esa ofensa no le la iba a pasar a Sasha, Sara era su hija consentida por eso es que la había malcriado tanto, el amor desmedido hacía ella la había llevado a mal educarla, haciendo de ella una mujer calculadora y frívola.

Sara colgó la llamada con su padre, seguía furiosa y no puso atención en la velocidad a la que conducía, ella siempre actuaba sin pensar, fue precisamente en una curva que no pudo controlar el auto por ir a alta velocidad que se salió de la carretera cayendo entre los árboles hasta lo más profundo del barranco, tal vez ella ya estaba muerta al estallar en coche en llamas, pero eso ya no lo sabrían.

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