Amaya Bezos ¿Ridicula? ¿Desencajada? Si... sin dudas. Quisiera tener más fluidez para coquetear, peor aún me cuesta. Pase de ser una mujer totalmente deshinibida a ser una que le cuesta hasta respigar cerca de un hombre. No puedo dejar de sentir una extraña sensación que me recorre y me causa un cosquilleo que hace mucho no sentía. Hormigas me caminan desde los pies a la cabeza dejándome ansiosa. Camino embelesada sin apartar mis ojos de esa espalda ancha e imponente que va dos pasos por adelante de mi. Ese cabello negro y esa estatura lo hacen lucir como un príncipe, esos de cuentos de Hadas que me inventaba mi abuela cuando era niña. Si aura no inspira miedo... solo que es sumamente confiable. Cómo si en él no viviera ningún secreto.Atenea me observa divertida como si me hubiera convertido de la noche a la mañana en su experimento científico , estudiando mis expresiones faciales como si de un hecho extraño se tratara. Yo solo quiero acercarme a él, estar más cerca del chico par
Amaya Bezos Me siento molesta, frustrada, fracasada, decepcionada, ignorada... y todos los posibles adjetivos terminados en A-D-A. Tan frustrada como quien no tiene un desahogo hace año. Me tomo otra copa de un solo golpe y Roy me mira impávido. Si, esa soy yo, la que no sabe lo que es el sexo hace años. Ni siquiera me he masturbado en todo este tiempo para no avivar mis deseos insatisfechos. A pesar de que Atenea se haya pasado la noche jugando a los escondidas, ha sido una noche tranquila. noche ha sido tranquila. No sé a qué le teme más, si encontrarse con Liam de frente o a toparse con Mara, su futura suegra. Ya me las imagino, tanto a una como a la otra cuando eso ocurra. Atenea en su turbio estado mental, también ha consumido buena cantidad de alcohol, y pasta este momento se ríe absolutamente de todo. Yo por mi parte voy como por la décima copa, perdí la cuenta cuando me cansé de insistirle a Roy porque bebiera algo más. No hubo modo. Parece una estatua en el mismo sitio, s
Roy Phillips Justo cuando estoy por tomar a Liam para llevarlo al Lobby, este levanta la cabeza. Posa su mirada directamente en Amaya, que es la única del grupo que se retiró el antifaz.—¡Guapa!, ¿pero estás aquí?, pensé que no habías venido— receloso lo veo acercársele y besarle la mejilla. Observo sus movimientos y los analizo. Liam no parace borracho, mucho menos drogado. En esta historia algo no encaja. Me mantengo atento ya callado en mi sitio, como de constumbre esperando ver cómo se desenlaza esta situación. —Amaya hermosa, ¿Dónde está Atenea?, hoy mi diosita se olvidó de mi. Me dejo solito— Atenea est súper nerviosa, pero no delata su presencia. Aunque de algún modo extraño estoy seguro que Liam sabe que ella está aquí. — Ya se fue a casa querido, tuvo un día largo en la empresa, se sentía cansada—. Amaya miente, y lo hace jodidamente mal. No sé porque creí que era una mentirosa más experimentada, al contrario, no sabe hacerlo con destreza. —Se sentía cansada y es muy
Amaya Bezos No pude dormir el resto de la noche. El coraje no me lo permitía.«Mejor el coraje que la autocompasión» pensé. Lo cierto era que prefería sentirme enojada, y no herida en mi ya destrozado y remendado amor propio. Deseaba odiar con todas mis fuerzas a ese muchacho que se negó a aprovecharse de una damisela alcoholizada. Era digno de admirar... ¡si!. Pero que lo admirara otra, porque yo estaba aferrándome a odiar para no derrumbarme. La vida perfecta que supuestamente tenia no era más que una estafa que ni yo misma me compraba. Era hora de aceptar que era posible que estuviera necesitando ayuda psicológica. No podía tapar el Sol con un dedo, havia cinco años que no tenía una relación normal y estable. Eso no era absolutamente normal, al contrario. Era insano y enfermizo. Cuando por fin apareció alguien que me llenaba las casilla de las expectativas, pues le parecí una riquilla superficial y alcohólica a la que tolero sabiamente toda la noche, para después enviarme a
Amaya Bezos Camil se llegó con esa energía han suya y se dejó caer a mi lado. Me ofreció los dientes en la más inocente sonrisa que pudo formar. —A mi no me mires a sí zorra, Sé que mientes hasta cuando preguntas —le solté entre risas. Esa muchacha era una maldita loca. —Pero esta vez estoy segura de que te traerá graves consecuencias.—Buenos días peligro— la saludó Atenea con mil reparos y matices en la voz—. En serio lo de anoche no lo vuelvas a hacer nunca más, pudo haber sido peligroso.—Sin sermones por favor— dramatizó una suplica y lanzó un puchero—. Si mi hermano se dio cuenta de lo que hice lo asumiré; por otra parte si no se dio cuenta, espero fervientemente que ustedes dos no se lo digan—. En su voz había algo más, más que una petición escuché una advertencia. —¡No puedo prometerte eso!—. Refutó Atenea que aparentemente no captó el mensaje al igual que yo. —Y yo no puedo prometerte que no difundiré el video de ti saliendo de la habitación 20107 pasadas las dos de la
Roy PhillipsMe siento tan tenso que me es difícil concentrarme en el camino. Todo espere menos ver a Amaya tan pronto, sobre todo después de lo qué pasó la noche anterior. «Trabajo es trabajo», pero de haber sabido que ella estaría con Atenea hoy, me hubiera reportado enfermo.Pude haber alegado que mi hermana me había contagiado la gripe. Ayer al llegar a casa estaba Marian con fiebre y jaqueca. Aunque el sentirse mal no evito que se fuera se rumba con sus amigas. Aún tengo que compensarle el haber faltado a su invitación.Se le veía caminando feliz hasta que me vio. Su semblante se hizo turbio y me miró mal. Me estaba odiando, yo también me estaba odiando por lo que había hecho, peor era la única solución para no detonar lo nuestro. Al llegar al Club, ayude a mi patrona a descender del auto, cuando intente hacer lo mismo con la bruja de cabellos rubios, paso de mi y me miro de mal modo. Era tonto que me sintiera disminuido ante su explícito reproche, pero ella en algún momento
Roy Phillips Amaya se puso roja de ira, peor no dijo ni una palabra. Volteo la cabeza hacia el otro lado, y hizo como si contemplara el paisaje nocturno de la ciudad. Dos lagrimas surcaron sus mejillas, y me espanté. Esa mujer que estaba en ese estado en el asiento trasero de un auto, era la misma que había sacado de un lugar donde era maltratada, pero aquel día no lloraba. Amaya Bezos no era ninguna cobarde, peor hoy...No podía llegar a entender lo que le ocurría.Después de estar casi cinco minutos en un embotellamiento, me atreví a hablar, pues el coche no tenía combustible.—Tengo que parar por combustible— le avise en espera de su aprobación. Ni siquiera se volteó a observarme, haciendo que se formara un nudo en mi garganta. Junto a Amaya, yo me convertía en un hombre inseguro e inestable, ella desarmaba cada pieza de mi. Ella era la única que tenía ese poder. —¿Está bien para usted?— insistí y por fin me observo con los ojos acuosos.—Has lo que quieras... yo no soy tu patron
Amaya Bezos. Toco aquel tatuaje que tanto invoque antes de dormirme en el pasado. ¡Esto no es casualidad!. No puede ser otro hombre: es él. «Tan cerca y tan lejos»Recorro con mis dedos cada trazo y mi pecho quiere estallar. Mil sentimientos encontrados me abordan. Es como si hubiese encontrado un tesoro justo para volverlo a perder. Su expresión es tan indescifrable como la mía. Me acerque aún más y lo acerque a mi para besarlo. Me atreví a besarlo, sin saber siquiera que me iba a corresponder... Pero lo hizo.«¡Dios!» Él me debía estar odiando. Aún así me besaba con tanta ternura, con tanto amor contenido, como si hubiera esperado la vida entera por mi. A penas puedo respirar, la emoción amenaza por tirarme al piso. «¡Es él... mi Maya!». Siempre estuvo frente a mis ojos y yo fui incapaz de verlo. Merezco que me trate mal, que me desprecie. Todo este tiempo debe haber estado pensando lo peor de mi. Hasta yo lo haría, si en el pasado después de prácticamente obligarlo a hacerme