Capítulo Cuarenta y Uno

Roy Phillips

Amaya se puso roja de ira, peor no dijo ni una palabra. Volteo la cabeza hacia el otro lado, y hizo como si contemplara el paisaje nocturno de la ciudad. Dos lagrimas surcaron sus mejillas, y me espanté.

Esa mujer que estaba en ese estado en el asiento trasero de un auto, era la misma que había sacado de un lugar donde era maltratada, pero aquel día no lloraba. Amaya Bezos no era ninguna cobarde, peor hoy...No podía llegar a entender lo que le ocurría.

Después de estar casi cinco minutos en un embotellamiento, me atreví a hablar, pues el coche no tenía combustible.

—Tengo que parar por combustible— le avise en espera de su aprobación. Ni siquiera se volteó a observarme, haciendo que se formara un nudo en mi garganta. Junto a Amaya, yo me convertía en un hombre inseguro e inestable, ella desarmaba cada pieza de mi. Ella era la única que tenía ese poder. —¿Está bien para usted?— insistí y por fin me observo con los ojos acuosos.

—Has lo que quieras... yo no soy tu patron
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