Capítulo Cuarenta y Cinco

Amaya Bezos

Esa mañana salimos de casa de la madre de Roy, ambos con una expresión austera. Mi carácter se había vuelto agrio y él de algún modo se sentía culpable de lo que acababa de pasar. Eso, a pesar de que no sospechaba la mitad de las cosas que había escupido su madre envenenándome el alma.

Intente alejar la nube negra que había puesto su madre sobre mi cabeza, y disfrutar el día.

Lo acompañé a hacer todas sus vueltas, incluso lo referente a su trabajo en la agencia de seguridad. Me abrazaba tratando de hacerme sentir mejor, pero aunque lo intenté me era difícil de olvidar cada frase que pronuncio esa señora.

En la tarde pasamos por mi consultorio para recoger los legajos de algunos pacientes y así yo poder adelantar las notas para mi próximas consultas. Trabajar me haría bien antes de dormir, necesitaba tener ocupada mi mente o enloquecería.

Regresamos por la casa de Atenea a recoger una lista de supermercado. Roy habitualmente ayudaba a María con las compras y por pasar e
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